GONZÁLEZ DÍAZ, Galo del Rosario (seudónimos: Arturo Díaz, Arturo Díaz González, Don Alberto) (Los Nogales, Departamento de Quillota, Provincia de Valparaíso, Chile, 23/2/1894 – Santiago, Departamento de Santiago, Provincia de Santiago, Chile, 8/3/1958).
Trabajador agrícola, minero, estibador y finalmente conductor de carros, militante y dirigente del Partido Comunista de Chile, del cual llegó a ser Secretario General (1949-1958).
Galo González nació el 23 de febrero de 1894 en Nogales, un pueblo pequeño, esencialmente rural, ubicado en la Provincia de Valparaíso, cerca de El Melón, La Calera e Hijuelas, a unos 100 kilómetros al norte de la capital. Sus padres, Emeterio González Arancibia y Margarita Díaz Arancibia, se habían casado el 7 de noviembre de 1891. Al momento de casarse, Emeterio era un hombre viudo de 40 años que trabajaba como agricultor y Margarita una mujer soltera de 28 años, dedicada a las labores hogareñas. Galo no fue el primer hijo del matrimonio, pero fue sí el primero que sobrevivió a la infancia — su hermana Petronila había muerto pocos meses antes. En los años siguientes la pareja tuvo otros hijos, cuatro de los cuales sobrevivieron la infancia: Margarita, José, Julio y Guillermo.
González tuvo escasa educación formal. Debió abandonar la escuela pública de Nogales tras la muerte de su padre, ocurrida el 12 de marzo de 1902, para ayudar económicamente a su madre y a sus hermanos menores, habiendo alcanzado a llegar sólo hasta tercera preparatoria (tercer grado de la escuela primaria). Sin embargo, durante sus años de escolarización aprendió a leer y escribir, habilidades que siguió cultivando en los años siguientes de manera autodidacta.
Trabajó en la agricultura desde los 8 hasta los 24 años, siendo, junto a su madre, el principal sostén económico de la familia en aquellos años. En 1918 emigró al sur para trabajar en la mina de cobre “El Teniente”, ubicada en la Provincia de O’Higgins, explotada entonces por la compañía estadounidense Braden Copper Company. Allí tuvo sus primeros acercamientos al mundo sindical. Sin embargo, su trayectoria como minero fue breve. En 1920 fue expulsado de la mina, al parecer como resultado del activismo sindical y los despidos masivos de aquel año, aunque la evidencia al respecto es fragmentaria.
En 1920, tras abandonar “El Teniente”, se radicó en el puerto de Valparaíso, reencontrándose con su madre y hermanos, quienes también se mudaron allí. En Valparaíso desempeñó diversos oficios, incluyendo el de estibador portuario. Terminó especializándose en el reparto de productos a través de carretones, camiones y golondrinas, y pasó a formar parte del Sindicato de Conductores de Vehículos de Valparaíso, donde tuvo una actuación destacada. Su ideología a inicios de la década de 1920 puede calificarse de sindicalista, con simpatías anarcosindicalistas.
Gracias a su rol como dirigente del Sindicato de Conductores de Vehículos de Valparaíso visitó Santiago en 1922 y pocos años después terminó vinculándose a la Federación Obrera de Chile (FOCh), entonces controlada por el Partido Comunista de Chile (PCCh). Si bien no sabemos cuándo se afilió formalmente al PCCh, es probable que esto haya ocurrido en el contexto de su adscripción a la FOCh, en 1924, pues en esos años las fronteras entre el activismo sindical “fochista” y el activismo político comunista eran difusas. No obstante, cabe señalar que algunos autores sostienen que su afiliación al PCCh data de 1925 y otros que ocurrió hacia 1926-27, tras su participación en el Socorro Rojo Internacional. Un tiempo después de afiliarse al PCCh fue promovido al Comité Regional de Valparaíso, encargándose eventualmente del departamento de Organización de dicho comité.
En lo que respecta a su vida personal, en 1924 conoció y se emparejó con María del Carmen Huerta Saavedra, una mujer de origen campesino, hija de una amiga de la madre de González, que se había mudado a Valparaíso desde La Ligua. La pareja convivió en una pequeña casa del Cerro Arrayán, en Valparaíso. Tuvieron tres hijos, pero sólo uno de ellos sobrevivió la infancia, Guillermo Gregorio González, apodado Goyo, nacido en 1927, quien participó activamente en los círculos infantiles del comunismo en la década de 1930 y 1940, pese a sus problemas de movilidad, provocados por falta de calcificación en su niñez.
La carrera política posterior de González se vio beneficiada por una serie de eventos en cierta medida fortuitos. Su ascenso a las más altas esferas del PCCh fue producto de las oportunidades creadas por los desacuerdos y luchas al interior del PCCh entre 1929 y 1931 y de la intervención directa del recientemente creado Secretariado Sudamericano de Komintern, entonces con sede en Montevideo, en los asuntos partidarios. En un contexto marcado por la persecución política emprendida por el Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo y la caída de buena parte del Comité Central del PCCh en manos de la policía, los emisarios kominternianos Victorio Codovilla (quien visitó el país en 1929) y Orestes Ghioldi (quien hizo lo mismo en 1930-1931) decidieron otorgarle mayores atribuciones al Comité Regional de Valparaíso, liderado por González, Braulio León Peña, José Vega Díaz y Carlos Contreras Labarca, transformándolo, primero de facto y luego de derecho, en el nuevo Comité Central, proceso este último que terminó de consagrarse un tiempo después, con la fusión de su personal con el del Comité Local de Santiago — liderado por Juan Chacón Corona — y otros comités de provincia. El nuevo Comité Central pasó a ser dirigido por el ya nombrado Contreras Labarca en calidad de Secretario General. Si bien la persecución política y la detención de buena parte del Comité Central original permitieron justificar la decisión de los delegados del Secretariado Sudamericano de relocalizar temporalmente el Comité Central en Valparaíso y de dotarlo de nuevos efectivos, la decisión parece haber sido tomada por el resquemor de Codovilla y O. Ghioldi ante la línea política más radical y la actitud de varios de los máximos dirigentes del PCCh de aquel entonces, personificados en Manuel Hidalgo Plaza e Isaías Iriarte, quienes terminarían siendo expulsados por la nueva dirección acusados de izquierdistas.
En 1932, en el contexto de la dictadura de Carlos Dávila Espinoza, González fue detenido por primera vez, siendo encarcelado por alrededor de un mes y enviado después a la Isla Mocha, donde estuvo relegado (deportado) otros tres meses, período durante el cual murió uno de sus hijos. Fue liberado tras una huelga de hambre y retornó a Valparaíso a fines de 1932, durante la Vicepresidencia de Abraham Oyanedel Urrutia. Fue nuevamente detenido en marzo de 1933, en una casaquinta en las afueras de Santiago, junto a la mayor parte de la dirigencia comunista, que se encontraba participando en el Noveno Congreso Nacional del PCCh, el cual terminó de realizarse en la Cárcel Pública de Santiago. Al parecer, estas fueron sus únicas experiencias carcelarias.
González y su familia se radicaron definitivamente en Santiago hacia 1932-1933, impulsados por una combinación de motivos políticos (el trabajo de González como miembro del Comité Central) y personales (los problemas de salud de su hijo Goyo). Vivieron en diferentes casas, arrendadas, hasta el año 1940, cuando se trasladaron a vivir a una casa propia, ubicada en Pasaje Uno 1271 de la Población Fresia, una pequeña población obrera en el centro de la ciudad, muy cerca del Club Hípico, la cual fue construida en el contexto de las políticas de viviendas obreras de la década de 1930 y en la cual recalaron varios cuadros comunistas.
La importancia de González en la orgánica comunista no hizo sino crecer en el transcurso de las décadas de 1930 y 1940, gracias a su rol como encargado nacional de la Comisión de Organización primero y encargado nacional de la Comisión de Control y Cuadros después. Si bien hay ciertas discrepancias entre los estudiosos, parece haber estado a cargo de la Comisión de Organización desde 1930 hasta 1934 y de la Comisión de Control y Cuadros desde 1934 hasta 1949. La Comisión de Control y Cuadros tenía como principal función supervisar el comportamiento público y privado de la militancia, y llegó ser temida por su tendencia a sancionar drásticamente a quienes cometían transgresiones o desafiaban la línea de la dirección. Las comisiones de este tipo se transformaron en órganos importantes dentro de los partidos comunistas del orbe en este período, en parte porque se encontraban ligadas de manera más o menos directa a Komintern y contaban con su respaldo. De hecho, es altamente probable que Codovilla haya sido el responsable de la designación y empoderamiento de González, de quien se había formado buena opinión durante su visita a Chile en 1929. En el marco de este y otros encuentros, se estableció un vínculo de respeto y admiración mutua entre Codovilla y González que jugó un rol determinante en la trayectoria del chileno. Además, el constante respaldo del Komintern llevó a que la Comisión de Control y Cuadros se convirtiese en una suerte de reducto de poder personal de González al interior del PCCh.
En este contexto de ascenso en la interna partidaria y de respaldo externo deben situarse los primeros viajes de González al exterior. Pese a lo planteado por algunos historiadores, es improbable que haya participado en el VII Congreso de Komintern realizado en Moscú en 1935.
Pero está bien documentado que, junto con Elías Lafertte Gaviño y Raúl Barra Silva, González formó parte de la delegación de dirigentes del PCCh que visitó la Unión Soviética en el marco de la celebración del vigésimo aniversario de la Revolución Rusa y que discutió la situación chilena con los encargados de Komintern en Moscú, Dmitri Manuilski y Georgi Dimitrov, estadía moscovita que se prolongó de noviembre de 1937 a marzo de 1938.
González realizó otros dos viajes a la Unión Soviética en años posteriores. Estos están menos documentados, pero sabemos que tuvieron lugar en la década de 1950 — uno habría tenido lugar en 1953-1954 y el otro en 1957 — cuando González ya era Secretario General del PCCh, y que al menos el último de ellos respondió a la necesidad de realizarse una operación quirúrgica.
La creciente importancia de González al interior del PCCh se vio también reflejada en su designación como Director de Principios, la revista teórica editada mensualmente por el Comité Central, cargo que ejerció entre 1940 y 1947, cuando esta dejó de publicarse, producto de la persecución política emprendida por el Gobierno. La función de González en la revista parece haberse asemejado más a la de la administración y el control que a la de un editor. Si bien varios artículos llevan su firma, ciertas fuentes sugieren que habrían sido escritos por hombres más dados a las letras, como Luis Corvalán Lepe o Aníbal Pinto Santa Cruz.
En su calidad de encargado nacional de la Comisión de Control y Cuadros, González jugó un rol protagónico en las luchas de poder y en las purgas partidarias de aquellos años. Fue uno de los principales líderes de la facción “obrerista” al interior del PCCh, que, de manera más o menos soterrada, le disputó la hegemonía a los llamados “intelectuales”, quienes, en la persona de Contreras Labarca, detentaban la Secretaría General. Además de González, entre los obreristas destacaban Humberto Abarca Cabrera, Juan Chacón Corona, Reinaldo Núñez Álvarez, Andrés Escobar Díaz, Justo Zamora Rivera, Bernardo Araya Zuleta, Luis Valenzuela Moyan, Cipriano Pontigo Urrutia, Carlos Rosales Gutiérrez, José Díaz Iturrieta, Volodia Teitelboim Volosky y Luis Reinoso Álvarez. Cabe apuntar que la facción obrerista contaba con el respaldo de miembros importantes del Secretariado Sudamericano del Komintern, como Codovilla o Paulino González Alberdi.
González tuvo un rol protagónico en el famoso IX Pleno del Comité Central del PCCh, de octubre de 1940, cuando se estableció una línea política más agresiva, se prohibió a los masones militar en el PCCh y se sancionó y expulsó a un número no menor de miembros. Entre los sancionados cabe destacar a Raúl Barra Silva y Jorge Jiles Pizarro, hombres de confianza de Contreras Labarca, quien se vio también forzado a una autocrítica, y entre los expulsados brillaba con luces propia Marcos Chamudes Reitich. Las decisiones tomadas en dicho pleno habían sido discutidas y acordadas, tras bambalinas, por González, Contreras Labarca, Lafertte y Codovilla, quien se encontraba en aquel entonces nuevamente en Chile.
González jugó también un papel importante en el XIII Congreso Nacional del PCCH, de diciembre de 1945, y en la Conferencia Nacional de octubre de 1946, donde se criticó duramente a Contreras Labarca, quien terminó siendo reemplazado en la Secretaría General por Ricardo Fonseca Aguayo un tiempo después, el 6 de noviembre de 1946, en una reunión extraordinaria del Comité Central. El acontecimiento había sido estimulado por González y otros “obreristas” —si bien estos no lograron elevar a uno de los suyos a la Secretaría General — y, desde el exterior, por Covodilla.
González ascendió a la Secretaría General del PCCh tras la muerte de Ricardo Fonseca Aguayo, ocurrida el 21 de julio de 1949. Ahora bien, cabe señalar que González actuaba como líder máximo del PCCh desde un tiempo antes, situación anómala que se habría producido por dos motivos: la persecución anti-comunista del Gobierno de Gabriel González Videla, que comenzó en octubre de 1947 y que obligó al partido a replegarse y pasar a la clandestinidad; y la salud de Fonseca, que empezó a deteriorarse en el transcurso de 1948, producto del estrés mental y de un cáncer al estómago. La salud de Fonseca empeoró tanto que en el verano de 1949 se acordó designar a su sucesor en el cargo. La designación recayó en González, al parecer con la venia de Fonseca, en contra de los deseos de Humberto Abarca Cabrera (quien había ejercido alguna de las funciones de la Secretaría General durante la enfermedad de Fonseca) y otros contendientes al cargo. No obstante, González sólo pasó a ser reconocido como Secretario General de manera pública tras la muerte de Fonseca.
No se sabe mucho de los años de González como Secretario General (1949-1958), en parte porque coincidieron con años de ilegalidad y clandestinidad del PCCh durante la vigencia de la Ley de Defensa de la Democracia (1948-1958). Sin embargo, sabemos que a inicios de la dedéca de 1950 debió enfrentar una crisis partidaria de proporciones, porque un núcleo de dirigentes del PCCh — entre los que destacaba Luis Reinoso Álvarez, en ese entonces encargado nacional de la Comisión de Organización — y sectores extendidos de la Juventud Comunista enarbolaron una línea distinta a la de la dirección, de confrontación directa con el Gobierno y desinteresada en crear alianzas con otros partidos. Reinoso y sus seguidores fueron expulsados en 1951, acuñándose de paso el concepto de “reinosismo” al interior del partido para denostar cualquier atisbo de desviación de izquierda de tintes “putschistas”.
González parece haber vivido alejado de su familia, en la clandestinidad profunda, entre 1947 y 1953. Esto le permitió no ser capturado y mantenerse al mando del partido, el cual, pese a la razzia de 1947 y la promulgación de la Ley de Defensa de la Democracia en 1948, logró rearticularse y sobrevivir más o menos intacto durante este período. González retornó a vivir con su pareja en 1953, ya con Carlos Ibáñez del Campo como Presidente de la República. En los años siguientes, González y el PCCh permanecieron en un estatuto ambiguo, de semi-legalidad, que les permitió actuar más abiertamente en la esfera pública.
La condición de ilegalidad del PCCh entre 1948 y 1958 ayuda pero no logra explicar del todo una de las peculiaridades más notables de la trayectoria política de González, a saber, que este nunca ocupó un cargo público. En cierto sentido, su trayectoria ilustra y epitomiza el apogeo del aparato partidario. Puede considerársele un funcionario de la orgánica comunista sorprendentemente exitoso, una suerte de apparatchik chileno, que hizo carrera y adquirió poder en la interna partidaria con escasa exposición pública. Esto lo diferencia de la mayor parte de sus antecesores (Carlos Contreras Labarca, Ricardo Fonseca Aguayo) y sucesores (Luis Corvalán Lepe, Volodia Teitelboim Volosky, Gladys Marín Millie) en la Secretaría General, que tuvieron cargos de representación pública de connotación nacional.
González falleció el 8 de marzo de 1958 en la Clínica Alemana, donde había sido trasladado e internado, con nombre falso, el 21 de febrero. Sufría desde hacía varios años de una afección vesicular, ingresando a la clínica de urgencia. La operación de remoción de un cálculo biliar en el conducto colédoco — en la que participaron varios médicos, algunos de los cuales eran simpatizantes comunistas y estaban al tanto de su identidad — no fue del todo exitosa, y su cuadro se vio agravado por ciertas complicaciones. Este cuadro, sumado a un postoperatorio accidentado, lo llevó a sufrir un colapso circulatorio, que fue la causa final de su fallecimiento.
El funeral de González fue muy concurrido, pues los medios de comunicación informaron de su muerte y el PCCh utilizó la ocasión para demostrar su capacidad movilizadora. Su sucesor en la Secretaría General, Luis Corvalán Lepe, declaró en el Cementerio General que a través de ese acto de masas el partido había conquistado la legalidad de hecho y que pronto lo haría de derecho. En efecto, unos meses después, tras negociaciones entre partidos de centro e izquierda, y con el apoyo de Carlos Ibáñez del Campo en la Presidencia de la República, se promulgó una nueva Ley de Seguridad Interior del Estado, que derogó la Ley de Defensa de la Democracia y que le permitió al PCCh transformarse nuevamente en un partido legal.
Unos años después de la muerte de González, el PCCh le encargó a Luis Enrique Délano, escritor comunista, la elaboración de una biografía del líder, titulada Galo González y la construcción del Partido (1968), que buscaba contribuir al cultivo de una memoria partidaria oficial. Al igual que otras biografías de dirigentes comunistas de la época, esta es de naturaleza hagiográfica y tiende a fundir narrativamente la historia del biografiado con la historia del partido.
Obra
- Galo González, Disciplina, moral obrera, organización, proletarización, Buenos Aires, Ediciones Populares, 1940 (informe de González ante el IX Pleno del Comité Central del PCCh).
- Galo González, La lucha por la formación del Partido Comunista de Chile, Santiago, s.d., 1958 (libro póstumo que reúne diversos discursos y escritos de González).
Su obra periodística se encuentra dispersa en diversos órganos partidarios:
- Bandera Roja. Periódico del PCCh, en el cual González publicó ocasionalmente artículos.
- Frente Único. Periódico del PCCh, en el cual González publicó ocasionalmente artículos.
- Frente Popular. Periódico del PCCh, en el cual González publicó ocasionalmente artículos.
- El Siglo. Periódico del PCCh, en el cual González publicó ocasionalmente artículos.
- Principios. Revista teórica y política del Comité Central del PCCh (Santiago, 1935, 1940-1947, 1951-1956, 1957-1973) en la cual González publicó, entre otros, los siguientes artículos: “La situación orgánica del Partido y su educación” (2ª época, n° 4, octubre de 1941); “La vigilancia en el Partido: Tarea permanente” (2ª época, n°5, noviembre de 1941); “La lectura y el estudio” (2ª época, n° 6, diciembre de 1941); “La vigilancia y la disciplina revolucionarias” (2ª época, n° 7, enero de 1942); “La organización del Partido y el cumplimiento de nuestras tareas” (2ª época, n° 18, diciembre de 1942); “El fortalecimiento de nuestro partido en Antofagasta” (2ª época, n° 19, enero de 1943); “Nuestra política de cuadros” (2ª época, n° 50, agosto de 1945); “Fortalezcamos la organización del Partido” (2ª época, n° 52, octubre de 1945); “Política justa de cuadros y desarrollo autocrítico” (2ª época, n° 55, enero de 1946); “El Partido y las nuevas condiciones políticas” (2ª época, n° 68-69, febrero-marzo de 1947); “El Partido Comunista de Chile es indestructible e indivisible” (3ª época, n° 4, mayo de 1951); “Décimo octavo Pleno Ampliado del Comité Central del Partido Comunista de Chile” (3ª época, n° 18, mayo-junio de 1953); “La discusión interna en el Partido Comunista de Chile” (3ª época, n° 37, octubre de 1956).
Cómo citar esta entrada: Salgado Muñoz, Alfonso (2021), “González Díaz, Galo”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org