FALCO, Ángel (Montevideo, Uruguay, 21/9/1885 – Montevideo, Uruguay, 25/11/1971).
Poeta, periodista y diplomático uruguayo de orientación anarquista.
A los dieciséis años ingresó a la Escuela Militar, en la que no culminó su preparación, sin perjuicio de continuar en la carrera de las armas. Destinado al batallón “Florida”, pasó luego a desempeñarse como teniente instructor durante la guerra civil de 1904. Al término de ésta abandonó el ejército, manteniendo desde entonces una firme tesitura antimilitarista.
Se vinculó, un lustro más tarde, a las actividades del “Comité Pro-prófugos y desertores”, organismo formado por desertores del ejército argentino que desplegó en Montevideo una prédica de cuestionamiento a las prácticas castrenses.
Ya en 1904 Falco se vinculó a los ambientes ácratas, cultivando la poesía de combate, en el cauce abierto por Alberto Ghiraldo y, más precisamente, por el José Santos Chocano de “Iras Santas». En tal carácter participó en la velada celebrada el 23 de julio de 1905 en el Victoria Hall con motivo de la muerte de Elisée Reclus, leyendo el poema titulado “El hombre bueno”, que fue recogido en la publicación Elíseo Reclus. Homenaje (Montevideo, 1905).
De porte y verbo enfáticos, ocupó tribunas callejeras e institucionales, siempre en el cauce de la contestación social y de la denuncia contra las injusticias de la organización capitalista. Cimentó su fama en algunas intervenciones de fuerte impacto en los círculos anarquistas, como la que le cupo en el homenaje a los Mártires de Chicago, realizado en el Teatro Stella d’Italia de Montevideo el 11 de noviembre de 1905, durante el cual declamó su poema “Al crujir de las horcas”.
Por entonces colaboró en la revista bonaerense Germen, que dirigía su amigo Alejandro Sux, y publicó el poemario Cantos rojos (1906). Este poemario contenía producciones del lustro precedente, entre las cuales una titulada “Acusación” en la que enjuiciaba a su admirado Chocano, que había dedicado versos al rey Alfonso XIII, al sortear éste el intento de magnicidio del anarquista Mateo Morral:
“¿No recuerdas Chocano? ¿Te fastidia?, / Acaso que te lleve hacia el pasado? / ¡Tu azuzaste las turbas a la lidia, / Y la tragedia fue del Atentado! / ¡Oh! ¿por qué te horrorizas, pudibundo / Y pareces estar sobre las ascuas? / Mas ¿no eras tú quien preguntaba al mundo, / “Cuándo hará el Pueblo, sus sangrientas Pascuas? […]”.
«Acusación», en: Cantos rojos, 1906.
En octubre de 1907 el periódico La Acción Obrera anunció que la editorial Granada (de Barcelona) preparaba la publicación de un libro “del viril poeta de la chusma irredenta”, bajo el título La América Libertaria, augurando un “nuevo triunfo del joven paladín del anarquismo”. La fama de Falco en los círculos ácratas se incrementó luego de que ese mismo año resultara herido de bala por José Domingo Medina -provocador a sueldo de la policía y “ruletero impenitente” al decir de Lasso de la Vega– en el curso de su oratoria en un mitin celebrado en el Centro Internacional de Estudios Sociales (CIES).
Redactor de La Racha, “diario del pueblo” que apareció en Montevideo entre 1907 y 1908, confirió a su prédica editorial un fuerte sesgo ideológico. El 30 de noviembre de 1907 -por ejemplo- bajo el epígrafe “La libertad de trabajo” afirmó:
¡Cuántas veces he oído estas palabras, como respuesta a mis afirmaciones libertarias! ¡La libertad de trabajo! Es esta la pretendida tabla de salvación del razonamiento individualista burgués, cuando se siente hundir en medio a las amplias verdades del solidarismo. […] Admitir la libertad de trabajo es lo mismo que dejar subsistir la libre explotación capitalista, campeando soberana sobre el hambre del pueblo.
“La libertad de trabajo”, en: La Racha, Montevideo, 30/09/1907.
No obstante el decir enfático de su prosa periodística o de su poesía, y la pose grave de que hacía gala en la tribuna y quizás por su tono impostado, Falco motivó la mordacidad de sus contradictores. El Demócrata le dedicó un suelto en la edición de abril de 1908, concebido con grueso humor:
Llegamos con atraso, pero no importa. Haga el favor, señor poeta, de abandonar la lira y entregarse al oficio de peón de albañil, muy humilde si se quiere, pero honroso a lo menos. Ya Eolo le ha quitado el soplo, reivindicando para sí sólo ‘la racha’. Nuestra agencia gratuita de colocaciones le proporcionará trabajo, recomendándolo amistosamente al Sr. Jefe Político que esta vez, nos ha dicho el sargento, le hará dar en lugar de palos sobre las costillas, cuchara y amasijo. Mire, señor poeta, creemos que la aplicación al trabajo es el único medio para enderezar las ideas torcidas.
El Demócrata, Montevideo, 04/1908.
En agosto de 1908, junto a Lasso de la Vega, Lasplaces, Bianchi y Crosa, entre otros, se embarcó en la edición de la revista Bohemia (Montevideo, 1908-1912). Al tiempo se vinculaba con la “Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia”, con asiento en París, que impulsaba Francisco Ferrer. Falco ejerció una suerte de delegación en Montevideo de esta Liga, difundiendo sus propósitos y especulando sobre la posibilidad de organizar en Uruguay una Universidad Popular. De hecho, Falco prologó, en 1960 el libro de Ferrer La Escuela Moderna, al publicarse en Montevideo, por una editorial anarquista.
También en 1908 Orsini Bertani le publicó el poemario Vida que Canta, con producciones fechadas los dos años precedentes. Algunas dedicadas a Pascual Guaglianone, Agustín Musso ►, Roberto de las Carreras, Florencio Sánchez, Froilán Vázquez Ledesma (hijo) ►, José E. Peyrot, Máximo L. Silva ►- y un soneto autobiográfico, casi un programa de acción, “Mi acusación”:
Mi fiereza insurgente, no hubo freno / Para las tempestades de su arrojo; / ¡Yo soy como un errante Nazareno / Que va cantando su Evangelio rojo! / Pero si aquel del Gólgota era bueno, / A mi me impulsa un impaciente enojo; / Febril el corazón, sangrante el seno, / Canto en la lid como un Tirteo cojo; / Me excomulga gente de buen juicio, / Y me escupe sus rabias el Prejuicio, / Mas yo saldré de tanta infamia indemne; / ¡Y así proseguiré, siempre iracundo, / Paseando mis soberbias ante el mundo / A modo de una acusación perenne.
«Mi acusación», en: Vida que canta, 1908.
A raíz de los sucesos revolucionarios que culminaron en la “Semana trágica de Barcelona”, Falco se unió -en agosto y setiembre de 1909- a las actividades del “Comité pro revolucionarios españoles”. Aconsejó en los mítines celebrados por el Centro Internacional de Estudios Sociales, la aplicación del boicot a los productos peninsulares.
Al mes siguiente fue uno de los oradores principales en la concentración que las sociedades obreras y los centros liberales, anarquistas y socialistas organizaron en Montevideo para protestar por el ajusticiamiento de Ferrer. Resultó herido y detenido luego de los incidentes del 17 de octubre en las inmediaciones de la Legación de España.
Director del cotidiano El Pueblo (1910), su prédica fue saludada por el quincenario anarquista La Nueva Senda, señalando que desde sus primeros números había sabido Falco “machacar fuerte y escarbar hondo en la llaga gangrenosa de las altas esferas sociales”.
Todavía ese mismo año participó del mitin callejero llevado a cabo el 17 de mayo en solidaridad con los obreros argentinos reprimidos a raíz de la declaración del estado de sitio en Buenos Aires. Pero ya por entonces, lo fundamental de su prédica pasó al plano periodístico y refirió tanto a la realidad política del país como a los desafíos que ésta imponía a las organizaciones de trabajadores.
Durante el alzamiento nacionalista de 1910 —al que calificó dé “marea de barbarie” y “último reflujo de los tiempos desalojados”— expresó su adhesión a la candidatura presidencial de Batlle y Ordóñez, advirtiendo que se declaraba “partidario individual” del mismo, aunque sin comprometerse en la defensa de las prácticas electorales que lo respaldaban. Este pronunciamiento motivó la reacción de la FORU, en particular del núcleo adicto a su secretario Corney. El secretario, asumiendo la “representación genuina de los trabajadores”, cuestionó severamente la conducta de Falco, por entender que “la dirección de los partidos políticos esta[ba] en manos de capitalistas, hombres privilegiados de cuya tutela y explotación [los asalariados] lucha[ban] por emancipar[se]”. En el clima de deslegitimación sindical que rodeaba la gestión de Corney, un grupo de organizaciones gremiales se solidarizó con Falco, rechazando la pertinencia de las declaraciones de la FORU.
Radicado en Buenos Aires, dirigió la revista Proteo. Artes, Ciencias, Letras (Buenos Aires, 1916-1917) en la que colaboraron Emilio Frugoni ► y Alberto Ghiraldo, pero también Juan Zorrilla de San Martín y Carlos Roxlo, entre otros; y el semanario La Raza (Buenos Aires, 1917), regresando a Montevideo al finalizar la década.
Se incorporó entonces al cuerpo consular de la República, siendo acreditado sucesivamente en Nápoles, Milán y Roma; para ser destinado en 1927 al Consulado General en México, donde se desempeñó algún tiempo, también, como Encargado de Negocios.
Aunque ya alejado de la militancia ácrata, mantuvo su solidaridad con los perseguidos. En 1939 empleó en el Consulado a su cargo a Simón Radowitzky, que treinta años antes había ultimado al coronel Ramón L. Falcón (Jefe de Policía de Buenos Aires) y que luego de purgar sentencia en Argentina y sufrir prisión en Uruguay (bajo el terrismo) había luchado en España durante la guerra civil y finalmente arribara a México como exiliado.
La producción poética de Falco se concentró entre la primera y la segunda década del siglo XX: ¡Ave Francia! (1906), Cantos rojos (1907), Garibaldi (1907), Vida que canta (1908), Breviario galante (1909), El alma de la raza (1911), La leyenda del Patriarca (1911), El Hombre-Quimera. Homenaje a Chaves (1911), Troquel de fuego (1917). De la mayor parte de ésta, diría Alberto Zum Felde, que constituía una “especie de torrentosas arengas en verso, […] último retoño de aquel hugonismo hinchado y ruidoso que cundió por la poesía americana en el último tercio del ochocientos”. Agregó que “Era la vieja elocuencia romántica, transportada del capitolio republicano, en que la entronizara la generación patricia del Ateneo, al comité de huelga”.
Con juicio menos severo y más amistosa complicidad, Ernesto Herrera trazaría su boceto -en una de las crónicas viajeras de La Razón, publicada en marzo de 1913- :
Nuestro admirable poeta de la gardenia roja y los quevedos negros, del cual es fama que escribe versos con tanta facilidad como rinde corazones, pero… más escribe versos todavía[…].
Ernesto Herrera, en: La Razón, Montevideo, 03/1913.
En el último tramo de su vida publicó Falco otras obras, inscriptas en opciones literarias diferentes, aunque trasuntando siempre una inquietud por explorar los desafíos del hombre e interrogarse respecto a su destino: Hermano de bronce (1941), El flechador del cielo (1964), ¿Nauta de la eternidad? (1964), Este delirio de luz de mi sombra (1964), La garza blanca de Xicotencatl (1964), Tham-Hoscua (1964).
Obra
- «Ave Francia!«, Montevideo, Talleres «El Arte», 1906.
- Cantos rojos, Buenos Aires – México – La Habana, Maucci Hermanos, José López Rodríguez, 1907.
- Garibaldi, Montevideo, O. M. Bertani, 1907.
- Vida que canta, Montevideo, O. M. Bertani, 1908.
- Breviario galante, Montevideo, O. M. Bertani, 1909.
- El alma de la raza. Canto al lenguaje, Montevideo, Talleres Bianchi, 1911.
- La leyenda del Patriarca. Canto a Artigas, Montevideo, O. M. Bertani, 1911.
- El Hombre-Quimera. Homenaje a Chaves, Montevideo, O. M. Bertani, 1911.
- Troquel de fuego, Buenos Aires, Casa Editora Ferrari Hermanos, 1917.
- Hermano de bronce, Montevideo, C. García, 1941.
- Cantos rojos, toques de carga y otros poemas, Montevideo, Solidaridad, 1962.
- El flechador del cielo, Montevideo, Falco, 1964.
- ¿Nauta de la eternidad?, Montevideo, Falco, 1964.
- Canto a Genoa, Montevideo, Falco, 1964.
- Este delirio de luz de mi sombra, Montevideo, Falco, 1964.
- La garza blanca de Xicotencatl, Montevideo, Falco, 1964.
- Intihuallcca. Collar de sol. Obra en cinco actos, Montevideo, Falco, 1964.
- Tham-Hoscua, Montevideo, Falco, 1964.
Cómo citar esta entrada: Zubillaga, Carlos (2023), “Falco, Ángel”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.
Primera edición de la entrada: Carlos Zubillaga, Perfiles en sombra. Aportes a un diccionario biográfico de los orígenes del movimiento sindical en Uruguay (1870-1910), Montevideo, Librería de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, 2008.