FACIO HEBEQUER, Guillermo (Montevideo, República Oriental del Uruguay, 08/02/1889 – Vicente López, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 28/04/1935).
Artista rioplatense, destacado grabador, vinculado en sus inicios al anarquismo, hacia la década de 1930 se acercó al mundo cultural comunista.
Su obra gráfica circuló en una gran cantidad de publicaciones de izquierda, en las que también desplegó su pluma con el objetivo de intervenir en los debates estético-ideológicos de las décadas de 1920 y 1930. También participó de las primeras experiencias del teatro independiente en Argentina como integrante del Teatro Libre (1927), el Teatro Experimental de Arte (1928), el Teatro del Pueblo (1930-1932) y el Teatro Proletario (1932-1935).
Nació en Montevideo, República Oriental del Uruguay. Hijo de Eduardo Facio, de nacionalidad inglesa y comerciante de profesión, y de Julia Hebequer, uruguaya. Si bien no hay datos de cuándo su familia decidió trasladarse a la ciudad de Buenos Aires —en donde se formó como artista visual—, según su breve texto autobiográfico (ca. 1934), en la década de 1910 se instaló junto con Gonzalo Del Villar y José Torre Revello en un atelier en la Ribera de La Boca. Ligado a ese mundo barrial, sus primeros pasos en ese taller de la calle Pedro de Mendoza y Patricios lo llevaron a relacionarse con otros artistas de la zona como Adolfo Montero, Santiago Stagnaro, Benito Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto, Santiago Palazzo, José Arato, Agustín Riganelli, Arturo Shaw, Adolfo Bellocq, César Pugliese, Adolfo Ollavaca, Armando y Enrique Santos Discépolo, entre otros. Asimismo, Facio Hebequer tomó clases en el anexo sur de la Sociedad de Estímulo de Bellas Artes y los talleres de Pío Collivadino de la calle Pedro de Mendoza, ambos espacios de suma importancia para su formación y el dominio que adquirió en la técnica del dibujo y del grabado.
Por esos años, estuvo vinculado a una serie de proyectos colectivos como el Salón de Obras Recusadas del Salón Nacional (1914), la creación de la Sociedad Nacional de Artistas Pintores y Escultores (1917) y la organización del Salón de los Independientes (1918). Estas experiencias, más allá de su relativo impacto, fueron significativas en el ámbito local en tanto inauguraron una serie de contra-salones y debates como el de la sindicalización de los artistas.
En 1919, Facio Hebequer ya estaba instalado en su atelier de la calle La Rioja 1627, célebre como centro de reuniones de escritores y artistas. Ese mismo año, en el mes de septiembre, junto con José Arato, Adolfo Bellocq, Agustín Riganelli y Abraham Vigo escriben tres reseñas en las páginas del diario La Montaña bajo la firma “Grupo de Los Cinco”. Este grupo – posteriormente más conocido como los “Artistas del Pueblo” —bregó por un “arte social” que, distanciado tanto del “arte nacional” como de la “nueva sensibilidad”, cuestionó los mecanismos de consagración hegemónicos y la frivolidad de ciertos espacios del campo artístico. Un año después, Arato, Riganelli, Vigo y Facio Hebequer realizaron una muestra colectiva en el Salón Costa en donde se exhibió su tendencia artística con sentido sociológico, sobre todo, a partir de algunas obras que visibilizaban la situación de los excluidos del sistema capitalista.
En 1923, por intermedio del escritor Alfredo R. Bufano, Elías Castelnuovo llegó al estudio de Facio Hebequer y ambas figuras iniciaron una larga amistad que dio lugar a nuevas relaciones intelectuales, artísticas y afectivas. Así, el escritor funcionó como un mediador entre el Grupo de Boedo y los Artistas del Pueblo, quienes ilustraron algunas portadas y páginas de las publicaciones de la editorial Claridad: Los Pensadores. Revista de selección ilustrada, arte, crítica y literatura (1924-1926) y Claridad. Revista de Arte, Crítica y Letras. Tribuna del Pensamiento Izquierdista (1926-1941).
A su vez, la articulación con el grupo de Boedo llevaría a Facio Hebequer a inaugurar su faceta como polemista al dar inicio con un texto en Claridad, a una serie de escritos publicados entre 1926 y 1933 en diversas publicaciones como Izquierda (suplemento cultural de El Telégrafo, 1928); La Vanguardia (1894-1958), Metrópolis. De los que escriben para decir algo (1931-1932), que dirigió Leónidas Barletta y Actualidad artístico-económica-social (1932-1936). Por medio de sus intervenciones textuales, Facio Hebequer denunció a la “industria del arte”, debatió sobre el “arte por el arte” versus el “arte social” y sobre los alcances del “arte proletario” y “revolucionario” en el ámbito local al tiempo que delineó sus concepciones acerca del papel del artista.
En simultáneo a la radicalización política que se advierte en sus textos, desde sus posiciones más libertarias hacia una sensibilidad comunista, Facio Hebequer desarrolló una profusa labor gráfica, mucho más compleja que lo que dejó por escrito.
En octubre de 1928, realizó su primera exposición individual en la Asociación Amigos del Arte; una muestra relevante porque no solo le otorgó una gran visibilidad como artista sino porque en sus cuadros emergen nuevos elementos iconográficos relacionados con la clase trabajadora que conviven con las temáticas que habían dominado gran parte de su obra hasta ese momento (los atorrantes, las prostitutas, los borrachos, etc.).
Esa particularidad permite pensar a esta muestra como el inicio de un momento transicional en el itinerario artístico y político de Facio Hebequer que se consolida en los años treinta, cuando su obra se perfila definitivamente hacia una temática predominante: la opresión de la clase obrera y la lucha de clases, y cuya máxima expresión se observa en la serie de litografías más emblemática del artista, Tu historia, compañero(1933), Bandera Roja (1935) y la litografía La Internacional (1935). Las estampas con mayor impacto visual se dieron a conocer en diversas publicaciones de distintas orientaciones de izquierda como Nervio. Crítica, Artes y Letras (1931-1936), Vida Femenina (1933-1943), Contra. La revista de los francotiradores (1933), Bandera Roja. Diario Obrero de la Mañana (1932), Actualidad artística-económica-social (1932-1936) y Soviet (1933-1935), entre tantas. Otra obra relevante del artista que también circuló en numerosas publicaciones fue la serie Buenos Aires (1932), que se distingue por el uso de diferentes recursos plásticos modernos que buscaban resaltar las contradicciones del “progreso indefinido” proclamado por el liberalismo.
Además de estas labores como grabador y polemista, Facio Hebequer participó de las primeras experiencias del teatro independiente porteño. Su nombre aparece, en primer lugar, entre los integrantes del Teatro Libre, formado por Castelnuovo, Vigo, Leónidas Barletta, Álvaro Yunque, Augusto Gandolfi Herrero, Héctor Ugazio y Octavio Palazzolo como director. Fundado en abril de 1927 este grupo, que buscó oponerse al teatro comercial siguiendo las experiencias del movimiento vanguardista de la Rusia de los soviets, fue promovido desde las páginas de Claridad. Más allá de las declaraciones, el Teatro Libre no fue más que un proyecto; sin embargo, un año después, sin la presencia de Palazzolo (y sin director alguno) el grupo pasó a denominarse Teatro Experimental de Arte (TEA). Impulsado en esta nueva oportunidad por la revista Izquierda —luego adaptada, en 1928, como suplemento cultural del diario El Telégrafo—, TEA estrenó En nombre de Cristo de Castelnuovo, con escenografías cubofuturistas realizadas por Vigo y la contribución de Facio Hebequer como iluminador y pintor de vestuarios. Las repercusiones no obtuvieron el éxito esperado y la agrupación se desintegró ese mismo año.
En 1930, se incorpora al Teatro del Pueblo. Fundado por Barletta ese mismo año, esta iniciativa logró perdurar hasta la década de 1970; aunque Facio Hebequer, Vigo y Castelnuovo permanecieron solo dos años al disentir sobre las concepciones y articulaciones entre el arte y la política. Luego de una serie de debates en torno a la categoría “arte proletario” que se hacían eco de la línea promovida por el comunismo internacional en tiempos del “tercer período”, se funda, en 1932, el Teatro Proletario, conformado por Ricardo Passano, Sara Papier, Emilio Novas, Alfredo Varela, Kubik, Yola Grete, Tomás Migliacci, Ricardo Trigo, Rafael Zamudio, Paulina y Sara Marcus, entre otros. Al igual que las entidades análogas que existían en otros países, su finalidad era la de “sostener el principio de la lucha de clases, combatir el imperialismo y defender la construcción del socialismo que se está llevando a cabo en la Unión Soviética”, a lo que posteriormente se añadiría la lucha contra el fascismo y el “socialfascismo”. Estas experiencias culturales del comunismo izquierdista —el Teatro Proletario, la Unión de Plásticos Proletarios de la que formó parte Facio Hebequer y la Unión de Escritores Proletarios que promovieron Elías Castelnuovo y Roberto Arlt—, se apagaron sin dejar demasiadas huellas hacia 1935, año que coincide con el fallecimiento de Facio Hebequer.
La inserción que alcanzó este artista en diversos circuitos culturales, sumada a la amplia circulación de su obra y el compromiso asumido en búsqueda de la emancipación social, dio lugar a una extensa cobertura periodística y ejercicios recordatorios tras su fallecimiento y a una exposición-homenaje en las salas del Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires que, por aquel entonces, funcionaba como sede del Museo Municipal de Bellas Artes. Allí, y en el marco de la lucha antifascista, se lo erigió como un ejemplo de militancia político-cultural.
Obra
- “Tu historia, compañero. 12 litografías de GFH“, Buenos Aires, Cuadernos de la Unión de Plásticos Proletarios, s/f [1933].
- Sentido social del arte, Buenos Aires, La Vanguardia, 1936.
Cómo citar esta entrada: Devés, Magalí A. (2019), “Facio Hebequer, Guillermo”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org