DIEZ CANSECO CISNEROS, Javier (Lima, Perú, 24/03/1948 – Lima, Perú, 4/5/2013).
Sociólogo, periodista, dirigente político y marxista peruano. Fue parte de la generación de la Nueva Izquierda, del partido Vanguardia Revolucionaria (VR) posteriormente fusionado con otros grupos en el Partido Unificado Mariateguista (PUM). Asimismo, integró la dirección del Frente Único Izquierda Unida y por más de un cuarto de siglo fue parlamentario de izquierda.
Javier Diez Canseco Cisneros (JDC), nació en Lima el 24 de marzo de 1948. Su padre, Santiago Diez Canseco, era alto funcionario de un banco y su madre, María Cisneros, era parte de una familia de élite bien conectada a la política. El hermano de su madre fue primer ministro de Manuel Prado, un presidente representativo de la más rancia oligarquía cuyo gobierno transcurrió en la segunda parte de 1950, cuando JDC cursaba educación primaria en un exclusivo colegio americano en Lima. La infancia de JDC fue complicada porque durante su primer año de vida contrajo poliomielitis. Esta enfermedad definió su vida y fue la base de su carácter. Tuvo que aprender a hacer cada cosa, desde caminar, siendo una persona con discapacidad.
Su adolescencia coincidió con el resquebrajamiento del orden tradicional. En el campo se sucedían tomas de tierras y levantamientos campesinos. En 1964 Carlos Malpica publicó Los dueños del Perú, un contundente y fundamentado alegato contra la oligarquía peruana. JDC ingresó a la universidad en 1965, el mismo año que estallaron las guerrillas del MIR y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Por su lado, otro sector de la izquierda había apostado por la vía electoral y obtuvo una elevada votación en unas elecciones complementarias que se desarrollaron en Lima en 1967. Pero este desarrollo fue interrumpido por el gobierno militar de Velasco. En efecto, el 3 de octubre de 1968 el golpe de estado del general Juan Velasco Alvarado canceló el orden oligárquico por la vía dictatorial. Los militares formaron un gobierno nacionalista y reformista que intentó resolver los graves problemas estructurales del país a través de medidas que habían sido planteadas desde los años veinte por José Carlos Mariátegui y Haya de la Torre. Ellas se centraban en dos reclamos principales: reforma agraria y nacionalización del petróleo. Así, los militares modernizaron el país mientras JDC estudiaba sociología en la Universidad Católica, donde se radicalizó y se apartó de su grupo social de origen.
Su ruptura fue radical, siguiendo un patrón propio de aquellos días dejó todo y se fue a compartir la vida del pueblo. En 1967 participó de la fundación del Frente Revolucionario de Estudiantes Socialistas (FRES), que fue su primer agrupamiento político. En 1971 el FRES ganó las elecciones de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica y JDC fue el primer estudiante marxista electo como presidente estudiantil. Sin embargo, el año siguiente fue expulsado de la universidad por un enfrentamiento con el rector y se trasladó a las minas del centro como activista de su partido político, Vanguardia Revolucionaria (VR) en donde compartía militancia con Ricardo Letts Colmenares, Ricardo Napurí, Edmundo Murrugarra, Humberto Rodríguez Pastor, entre otros.
Estuvo tres años en las minas a cargo de las escuelas sindicales hasta que regresó a Lima y comenzó su vida de periodista. En 1972 un grupo ligado a VR asumió la conducción de la Federación de Pescadores y JDC se sumó al grupo como editor del periódico sindical, el Amauta del Mar. A continuación, junto a Óscar Dancourt y Fernando Rospigliosi fundó el semanario Amauta, que tuvo gran acogida a finales de la década de 1970. Fue un semanario de izquierdas que supo ganarse un público bastante amplio, gracias a sus reportajes periodísticos sobre sucesos populares y un diseño gráfico muy visual y moderno. Simultáneamente JDC ocupó un lugar en el ejecutivo y en el comité central de VR. Fueron años de intensas luchas sociales, así como de presencia de la izquierda en la cultura y el debate político.
En agosto de 1975, Velasco Alvarado fue derribado por un golpe militar liderado por el general Morales Bermúdez. Fue el fin de las reformas y un claro viraje a la derecha. La respuesta popular fue una ola de huelgas que culminaron en el paro nacional del 19 de julio de 1977. En ese momento, los diversos grupos de “Nueva Izquierda” organizaron la Unidad Democrático Popular, un movimiento político legal en función de un proyecto revolucionario. Por su parte, el gobierno militar diseñó una transición pactada con el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) y la derecha. Pero, el 22 y 23 de mayo de 1978 tuvo lugar un nuevo paro nacional, el más extenso y violento de todo el ciclo del gobierno militar. Días antes, JDC junto con otros quince políticos había sido deportado a la Argentina del dictador Jorge R. Videla, algunos de ellos eran: Ricardo Letts, Ricardo Napuri, Hugo Blanco y una decena de otros dirigentes de izquierda, sumados al periodista de derechas Alfonso Baella Tuesta. Eran los días del Plan Cóndor y la vida de los detenidos corrió riesgo en las celdas de un cuartel militar. Pero, finalmente fueron deportados y estando en el exilio, JDC fue electo constituyente para la asamblea que se instaló en julio de 1978.
Como parlamentario, JDC, mostró elevada capacidad polémica y se enfrentó verbalmente con el APRA y la derecha que defendieron el pacto con el gobierno militar. Gracias a esto, él proyectó una imagen de congresista identificado con los intereses populares que habría de acompañarlo toda su vida. Luego de las lamentables divisiones de la izquierda de enero de 1980, JDC participó del reagrupamiento que se cristalizó en Izquierda Unida (IU), que fue importante actor de la política peruana de la década de 1980. Hizo parte de su primer Comité Directivo, junto con Henry Pease, Manuel Dammert, Alfredo Filomeno, Alberto Moreno, Alfonso Barrantes, Jorge del Prado y Genaro Ledesma.
Las elecciones de junio 1980 llevaron nuevamente al poder a Fernando Belaunde, pero el mismo día de las elecciones se levantó en armas el Partido Comunista del Perú, Sendero Luminoso. Los partidos en el poder, Acción Popular y el Partido Popular Cristiano (PPC), actuaron completamente confundidos creyendo estar al frente de una conspiración comunista internacional basada en Cuba. Según el gobierno, la izquierda legal era la correa de transmisión del naciente terrorismo. Así, empezaron las detenciones masivas de militantes de la izquierda legal, de la que JDC se convirtió en defensor.
La intervención de la policía y luego del ejército conllevó violaciones masivas de los derechos humanos. Se desató el racismo y se abusó sin piedad de los campesinos indígenas. En ese mismo momento, Sendero Luminoso estaba aplicando su táctica de “batir el campo”. Esa medida significaba amenazar y hostigar a todas las autoridades y reemplazarlas por comités senderistas llamados de “Nueva Democracia”. Así, relativamente temprano, IU recibió informes de asesinatos perpetrados por Sendero contra dirigentes comunales. Por ello, en julio de 1982, el Comité Directivo de IU condenó las acciones terroristas de Sendero. Paralelamente, JDC denunció al gobierno ante la Corte de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA) por tortura a civiles detenidos. Según su apreciación, la democracia recién conquistada estaba siendo erosionada por la militarización generada por la guerra interna.
JDC fue uno de los forjadores de IU y una de sus principales figuras. Con respecto a la coalición izquierdista, en un ensayo que escribió para un libro de Alberto Adrianzén, sostuvo que expresó una elevada organización de los sectores populares que en esa década fortalecieron asociaciones vecinales, sindicatos y federaciones, amén de partidos políticos. Pero si sobraba organización no había suficiente creatividad. Se había seguido repitiendo la visión del país que correspondía a décadas pasadas, sin considerar la transformación de los sectores populares por la explosión de la informalidad. A lo largo de la década de 1980, la IU obtuvo aproximadamente un 30% del voto popular gracias a su capacidad de denuncia pero no había propuestas de solución capaces de ganar una mayoría nacional por la vía electoral.
Además, la IU estaba muy dividida internamente. Alfonso Barrantes, quien fue el primer alcalde socialista de Lima, lideraba un sector que no percibió la cercanía de un desenlace y apostó por ganar las elecciones corriéndose al centro. Por su parte, la izquierda radical se hallaba organizada en dos partidos bastante influyentes, el Partido Unificado Mariateguista (PUM), donde militaba JDC, y el Partido Comunista del Perú – Patria Roja, de filiación maoísta y vinculado a la República Popular China. Pero, esta izquierda radical no había construido una estrategia de poder. Su fórmula fue la combinación de todas las formas de lucha. Al intentar aplicarla condujo a un callejón sin salida: abrir unas puertas implicaba cerrar otras. El proceso de violencia avanzaba aceleradamente mientras IU estaba asentada en la precaria institucionalidad democrática.
IU había nacido como un frente laxo, integrado por partidos que disponían de cuotas en los organismos de base e intermedios. Pero, en 1988, se buscó organizar a los simpatizantes izquierdistas para que ellos formen comités y elijan a sus representantes. Este esfuerzo por la democracia interna lamentablemente llevó a la ruptura del frente. Barrantes era un líder carismático que contaba con el electorado izquierdista, pero era minoría en la militancia y no quería quedar atrapado por su institucionalidad. Por ello, no participó del primer congreso de IU y sus partidarios se retiraron. Por su parte, JDC se mantuvo en IU y acompañó al candidato presidencial Henry Pease, habiendo sido electo senador en 1990.
Pero la división provocó la caída de ambas alas de la izquierda, puesto que Pease apenas obtuvo el 8% y Barrantes la mitad. En estas elecciones triunfó Alberto Fujimori, un outsider destinado a convertirse una figura importante de la historia política. Con este presidente llegó el neoliberalismo, el «consenso de Washington» y las inversiones directas extranjeras que afluyeron para participar de las privatizaciones. Este proceso se tradujo en crecimiento económico y, sin embargo, fue corrupto en un grado superior a los elevados estándares nacionales. Asimismo, Fujimori también lideró una estrategia contrainsurgente que violó de manera sistemática los derechos humanos. Por ello, el año 2009 el poder judicial lo sentenció a 25 años de prisión.
Durante los años noventa, JDC ocupó su puesto en la oposición parlamentaria y se enfrentó a los servicios de inteligencia dirigidos por el siniestro asesor Vladimiro Montesinos. Asimismo, batalló por los derechos de los trabajadores arrasados por la ofensiva neoliberal. Posteriormente, cuando cayó el régimen, presidió una comisión investigadora del Congreso nacional sobre «crímenes de cuello blanco», cometidos por grupos económicos asociados a malos funcionarios del Estado. Asimismo, a lo largo de esta década participó intensamente del Foro de São Paulo y se mantuvo como uno de sus animadores hasta el final de su vida.
Luego de un cuarto de siglo como congresista, JDC fue candidato presidencial el 2006 pero obtuvo una votación inferior al 1%. La ciudadanía lo consideraba un buen parlamentario, puesto que ganó su puesto las siete veces que se presentó para este cargo, pero su perfil combativo e intransigente lo situaba en el congreso y no en el poder ejecutivo. Para aquel entonces ya se había deshecho el PUM, y JDC había participado de un reagrupamiento que recuperó el nombre del antiguo Partido Socialista. A lo largo de su historia, los partidos de la Nueva Izquierda peruana sufrieron un elevado grado de fraccionamiento y frecuentes divisiones. Asimismo, el caudillismo fue uno de los rasgos de la organización izquierdista ya que varios grupos se limitaban a ser círculos de amigos políticos de diversas figuras. A pesar de su elevado protagonismo personal, JDC participó en diversos espacios de frente único pugnando por reagrupar a la izquierda dispersa después de los noventa. En el camino JDC y buena parte de la izquierda habían evolucionado hacia la defensa de la democracia sosteniendo que alrededor de ella se libraba una batalla contra la reacción, que pretendía recortar derechos y libertades de los trabajadores.
Nuevamente fue electo como congresista en el 2011 en las filas de la coalición que llevó a Ollanta Humala al gobierno. Pero, nunca se sintió cómodo en esa alianza que tranzó con los poderes fácticos antes de asumir el poder. Junto a Verónika Mendoza, JDC rompió con Humala a raíz de las luchas medioambientales y formó tienda aparte. En su larga carrera como congresista, JDC estuvo interesado en incorporar nuevos actores y sujetos sociales a la vida política. Le dedicó bastante atención a la problemática de las personas con discapacidad, habiendo dirigido una comisión parlamentaria bastante activa en la visibilización y protección de sus derechos.
Por su lado, la transición democrática del 2000 no alteró ni el modelo económico ni el control de los grandes grupos económicos. Entre ellos había sangre en el ojo contra JDC por sus denuncias sobre corrupción. Por ello, el último año de su vida soportó una campaña periodística insidiosa que buscó enlodar su larga carrera pública. Fue sancionado por el pleno del Congreso el 16 de noviembre del 2012, acordando suspenderlo por noventa días. Pero, JDC enjuició al Parlamento y el poder judicial le dio la razón.
Así, llegaron sus últimos días. Enfermó de un cáncer en el páncreas y falleció el 4 de mayo del 2013. Sus relaciones terminaron quebradas con el poder legislativo, donde había llegado a ser el parlamentario más veterano. Durante ese largo tiempo su papel había sido representar a los de abajo. Nunca se había llevado bien con los poderosos y no es casual que haya fallecido enfrentado con ellos. Su velorio fue acompañado por miles de personas en la Casona de San Marcos. Fue sepultado en olor de multitud que lo llevó en hombros del Parque Universitario a la Central de Trabajadores en la Plaza Dos de Mayo y lo acompañó finalmente hasta el local del Partido Socialista en la Plaza Bolognesi de Lima.
Obra
- Democracia, militarización y derechos humanos en el Perú, Lima, Asociación Pro Derechos Humanos, 1985.
- (Compilador), Balance de la inversión privada y la privatización, 1990-2001: objetivos y resultados, Lima, Fondo Editorial del Congreso de la República, 2002.
- Decretos secretos y mal uso de los fondos públicos: el Perú bajo el fujimorismo, Lima, Fondo Editorial del Congreso de la República, 2002.
Cómo citar esta entrada: Zapata, Antonio, Cáceres, Eduardo (2021), «Diez Canseco Cisneros, Javier», en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org