DIAZ ALBORNOZ, María Isabel (Molina, Provincia de Curicó, Región del Maule, Chile, 18/11/1876 – Molina, Provincia de Curicó, Región del Maule, Chile, 28/01/1963).
Militante de la Federación Obrera de Chile (FOCh), fundadora y organizadora de la sección femenina, fundadora de la Federación Obrera Femenina de Antofagasta; militante del Partido Comunista de Chile (PCCh), fundadora de la Federación de Mujeres (1933), militante del Movimiento Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCh) durante los años 30’.
María Isabel Díaz Albornoz fue una de las activistas más destacadas del movimiento obrero chileno durante las tres primeras décadas del siglo pasado. Como de sus demás compañeras, aun sabemos muy poco de ella, pues, partiendo por sus propios contemporáneos, la tendencia siempre estuvo del lado de la invisibilización de las iniciativas femeninas.
Nació en la localidad de Molina (VII Región del Maule) un 18 de noviembre de 1876 en el seno de una familia campesina. En este pueblo rural creció y aprendió sus primeras letras. Ya adolescente y ante la crisis en la economía campesina, se vio obligada junto a sus hermanos a trasladarse a la pampa salitrera, instalándose en el pueblo de Unión.
Fue allí donde comenzó su aprendizaje político, primero en los núcleos mutualistas y luego en la Federación Obrera de Chile (FOCh). Una de las primeras referencias que tenemos de ella data del año 1917, en el periódico antofagastino El Socialista, donde la señalan entre las figuras destacadas en el marco de la huelga en la pampa, cuando cientos de mujeres se recostaron sobre los rieles para frenar el avance del tren que traía soldados o krumiros (rompehuelgas). Por aquellos años servía de corresponsal para el periódico socialista con sede en Antofagasta. Y militaba en la Sociedad “Protección y Cultura de la Mujer” del pueblo de Unión.
Hacia abril de 1919 la misma Isabel Díaz llamaba a ponerse en campaña para activar dicha sociedad:
“Vivimos una época de dolor trascendental, yo me angustio y me apeno pensando en el triste porvenir que la suerte nos depara a la mujer no diré solamente de esta tierra candente del salitre, sino en Chile entero. En Unión, en este pueblo, aunque chico que es un reducto obrero, se fundó hace tiempo una Sociedad de Mujeres que lleva por título Sociedad ‘Protección y Cultura de la Mujer’. Al principio todas las mujeres que la fundamos estábamos animadas del mejor propósito y entusiasmo para hacer surgir la sociedad, pero después ha venido un enervamiento tal que apena el alma”.
De ahí llamaba:
“Queridas compañeras y hermanas, miremos hacia la vieja Europa, fijemos una mirada a esas valientes mujeres de allende los mares y veamos con cuanto entusiasmo y decisión se entregan a luchar juntas con sus compañeros en demanda de justicia, de bienestar económico y ¿porqué no decirlo?, de reivindicación social.
El Socialista, Antofagasta, 12 de abril de 1919.
“Hay necesidad compañeras, que todas vengan a reforzar las escuetas filas de la Sociedad ‘Protección y Cultura de la Mujer’ si queremos que alguna vez nos respeten y nos miren, no como a mujeres esclavas, sino como a mujeres conscientes, capaces de ir a la lucha junto a los hombres, cuando éstos, que son o serán compañeros, reclamen con justicia un pedazo de pan para el triste y desmantelado hogar.
“Mujeres, si tenéis consciencia de vuestros actos, si comprendéis claros los beneficios que os reportará la asociación, venid a nuestras reuniones para que os asociéis!”.
Posteriormente, a comienzos de noviembre del mismo año, desde la misma Sociedad “Protección y Cultura de la Mujer” se echaron las bases para formar la Federación Femenina, adherida a la FOCH, pues “nuestro ánimo y energía ha sido siempre ir a la lucha a la par de nuestros compañeros de infortunio y sacrificio”, aunque reconocía que “algunos compañeros no reconocen nuestro ideal y quieren cohartar la libertad que tenemos nosotras las mujeres, lo que no es justo”. En consecuencia, señalaba la Secretaria de la Federación Femenina, Isabel Díaz, “no queremos nosotras vivir bajo el dominio de los hombres, queremos que nuestra obra sea netamente de la mujer, como sucede en otros pueblos, que la mujer se está haciendo acreedora dando a conocer el desarrollo de su inteligencia” (El Socialista n° 433, Antofagasta, noviembre 1919).
En la ocasión, quedó constituida la Federación Femenina en el pueblo de Unión, con Isabel Díaz a la cabeza, secundada por 250 mujeres reunidas en el local de la Sociedad “Protección y Cultura de la Mujer”.
Junto a los socialistas antofagastinos —entre los cuales descollaban Luis Víctor Cruz Steghmanns (1892-1947) como militante comunista, electo diputado por Tarapacá y Pisagua, período 1921-1924; Luis Polanco Navarro (n. Curicó 1886, activo organizador obrero, miembro de la FOCH), Pedro Reyes Díaz (n. Copiapó 1885, militante comunista, electo diputado por la Segunda Circunscripción Departamental Tocopilla, El Loa, Antofagasta y Taltal, período 1926-1930), Juan Luis Carmona (como militante comunista obtuvo cupo senatorial por la Primera Agrupación Provincial de Tarapacá y Antofagasta, periodo 1926 a 1934)—, tuvo gran cometido en el marco del movimiento promovido por la Asamblea Obrera de la Alimentación Nacional (AOAN), destacando como oradora y activa organizadora femenina. En Unión fue hacia 1918 una de las impulsoras de la Liga de Arrendatarios, desempeñando un papel destacado en distintos movimientos huelguísticos de la región, impulsando a sus compañeras a plegarse en masa a los movimientos y convirtiéndose las mujeres organizadas en una fuerza fundamental en la lucha social.
Posteriormente, en 1920, la encontramos en Santiago, actuando en el Consejo Femenino de esa ciudad. No sabemos qué motivo esta decisión, pero la hallamos convertida en una experimentada militante socialista, realizando una labor sin precedentes entre las agrupaciones obreras femeninas de la ciudad.
En el barrio Mapocho, por el año 1922, reunió un grupo de mujeres organizándolas en un consejo femenino. A través de las páginas de La Federación Obrera, Isabel llamaba a “todas las femeninas que sufren hoy la puñalada de los abusos y ven ceñirse sobre sus hogares la silueta del hambre y la miseria, contemplan sus hijos descalzos e ignorantes, deben acudir al llamado que le hacen sus compañeras de dolor, para que todas unidas, conquisten mejores días para sus hogares…Acudid pues compañeras del barrio a organizarse en la sección femenina que tiene su local en Andes # 2146” (La Federación Obrera, Santiago, 21 de diciembre de 1922).
En otra ocasión, esta vez en el marco de una campaña pro-sindical entre las mujeres tejedoras de Santiago, hacía un llamado en “A mis compañeras” a organizarse:
“¿Has pensado alguna vez en tu emancipación y en los derechos que te corresponden? Jamás: sois siempre la eterna esclava, desde que naces hasta que mueres, y no haces nada por emanciparte y buscar tu mejoramiento.
La Federación Obrera, Santiago, 19 de mayo de 1923.
Si tienes deseos de mejorar tu vida, porqué no recurres a la organización? Anda, apresúrate a ingresar a la Federación Obrera de Chile, en donde se defiende a la mujer proletaria, a la mujer que sufre las explotaciones y vejámenes de la clase capitalista.
Compañeras de sacrificio: ven a la organización, te espera el Consejo Femenino para que estudies y te des cuenta de que debes ser más considerada y que el hombre por cuanto eres la que crea la humanidad.
Nuestra secretaría está en calle Andes 2146 en donde se encuentra el libro de registro para que firmes tu ingreso. Las reuniones del Consejo se efectúan los domingos a las 3 de la tarde en el local del Consejo de Tabacaleros, Maipú, 830”.
En septiembre de 1923, en el marco de una gran asamblea de los cuerpos directivos de la Junta Provincial de Santiago de la FOCH (a la que asistieron comités directivos, mesas administrativas, delegados de los consejos, secciones y sindicatos únicos), Isabel Díaz destacó, junto a Esther Rodríguez, representando al Consejo femenino.
Según cuenta Elías Lafertte, Isabel Díaz, junto a los dirigentes comunistas Pablo López, Roberto Pinto y Castor Vilarín Marín (1895-1928), formaron un grupo que se hacía llamar “Maximalistas”, “un grupo fraccional minúsculo, pero muy prepotente”. Funcionaban en un local de calle Maipú y “se creían depositarios de toda la sabiduría política del mundo…
Un día de 1923, cuenta Lafertte, fueron “a discutir con Recabarren y porque éste no concordó con sus planteamientos, llegaron a escupirlo en la cara. Recabarren los arrojó violentamente de su oficina” (Elías Lafertte, Vida de un comunista, p. 224).
Posteriormente, hacia marzo de 1926, en momentos en que existía mayor interés de parte de la FOCh de potenciar la propaganda femenina, se organizó la Primera Semana Femenina, antesala de lo que se convertiría luego en el Día de la mujer en Chile. En esta organización se encontraba Isabel Díaz, una de sus mayores referentes, junto a Humilde Figueroa, Teresa Flores, Virginia Carvajal, María Ramírez, Amanda Moscoso Mujica y Eulogia Román. Todas estas mujeres luego se convirtieron en pilares de la Comisión Femenina del Partido Comunista.
Con la Dictadura de Carlos Ibáñez del Campo en 1927, el 6 de junio de 1931 Isabel Díaz Albornoz fue detenida por comunista y relegada a la región de Aysén, por orden del Gobierno. Según Lafertte, en Aysén había más de cincuenta relegados, entre los que se contaban, junto a Isabel, Carlos Contreras Labarca, Justiniano Sotomayor, Ramón Sepúlveda Leal, Humilde Figueroa, Quintana Burgos, Neut Latour, Humberto Mendoza (conocido como Jorge Levín) y muchos otros. Ya caída la dictadura, durante el viaje de retorno a Santiago, hicieron escala en Temuco, en donde el grupo comunista fue recibido con grandes muestras de cariño, debiendo Isabel Díaz ocupar la tribuna tras la insistencia de los obreros locales.
Una vez de regreso en Santiago, y como integrante de la Comisión femenina del Partido Comunista, formó juntos a sus compañeras una Federación de Mujeres, organismo que buscaba aunar la lucha de clases con las de género. Representando a esta organización la vemos en el marco de una “Conferencia Regional de la FOCh”, entidad sindical ya muy disminuida. Se informaba al respecto:
“La delegada de la Federación de Mujeres, Isabel Díaz, se quejó de la indiferencia que se tenía para con la mujer, no comprendiéndolas para nada en sus luchas, siendo que la mujer es un elemento precioso en la obra revolucionaria y ya se vio en Rusia que hubo regimientos de mujeres también que fueron a poner su pecho al frente al campo de batalla por el triunfo de la causa. La mujer, agregó, cuando se le enseña el cariño a la lucha, es mucho más valiente que el hombre hasta en la pelea callejera y cuando el marido está en huelga, por ejemplo, no lo va a urgir, como lo hace una mujer indiferente, sino que se contenta con lo que hay y ayuda a sobrellevar las estrecheces y por ende al triunfo de los movimientos”.
AHN, FMI, Vol. 8679, Memorándum-sociedades, n° 162: 11 junio 1934.
De este modo, gracias a mujeres como Isabel Díaz, el Partido Comunista contribuyó con un pilar firme en el marco de la posterior formación del Movimiento Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH). Y ello no era menor, pues en este movimiento había distintas posturas, como señala Edda Gaviola existían divergencias al interior de la organización expresadas en dos tendencias principales: una que proponía la transformación de la organización en el principal referente de las mujeres obreras; y otra, que sugería mantener la amplitud social, política y religiosa que había caracterizado al MEMCH desde su fundación.
Aún así, los problemas con el Partido se hicieron sentir en razón de que no siempre gustaban sus posturas, pues era una mujer muy directa y frontal, y ello muchas veces molestaba a sus pares hombres quienes la señalaban como “ahombrada” o como lesbiana. Aludiendo a estas distancias, la recordaría Elena Pedraza: “Isabel Díaz era una obrera, pantalonera, vestonera. Y esta mujer yo no sé si había conocido a Recabarren, esta mujer era una vieja, de pelo blanco, muy grande. Le faltaban los dientes parece, pero para hablar era una feminista tremenda. Y por ser feminista, cómo les peleaba a los hombres, de igual a igual, esto es algo que yo pienso, podría hasta haberle pegado un puñete a un hombre, maciza. Me acuerdo que le corrieron, que era maricona… Estaba en el Partido y ella los enrostraba, la impresión que tengo, sobre todas las cosas de los hombres, la política del partido, de considerar a la mujer, de mirarla en un segundo plano” (Elena Pedraza, entrevista con Karin Rosemblatt, 1993, en: Gendered compromises: political cultures and the State in Chile, 1920-1950, University of North Carolina Press, 2000).
A pesar de estas diferencias, Isabel Díaz militó hasta los últimos días de su vida en el Partido Comunista, partido que le reconoce como una de sus fundadoras. Murió un 28 de enero de 1963 a las 19 hrs en su tierra natal, Molina. Según Certificado de Defunción, la causa de su muerte fue una hemorragia cerebral (arterioesclerosis cerebral). Tenía 88 años.
El diario comunista El Siglo dio aviso de su deceso en apenas 10 líneas, donde se la reconocía como luchadora siempre entregada a la causa de los y las trabajadoras. Militaba entonces en la Base N° 9 de la segunda comuna de Santiago. Lamentablemente no se ofrece una reseña biográfica ni se brinda noticia de sus logros o de su legado, lo que revela la invisibilización de las mujeres predominante en las huestes obreras de esa época, en donde en contrapartida se ha destacado a las figuras masculinas. Tampoco figuras como Micaela Troncoso, de ardua labor en la zona del carbón durante los años 20’ del siglo pasado, han encontrado en la memoria obrera el merecido reconocimiento.
Cómo citar esta entrada: Lagos Mieres, Manuel Andrés (2020), “Díaz, Isabel”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org