CHAMORRO AZÓCAR, Juan Onofre (apodo: “Chamorro”) (Talcahuano, provincia de Concepción, región del Bio Bio, Chile, 1885 – Valparaíso, Chile, 23/06/1941).
Obrero mecánico, periodista y organizador obrero de Valparaíso de orientación anarcosindicalista, secretario general de la Federación Regional Obrera Chilena (FORCH) y fundador de la Unión Local de la Industrial Workers of the World (IWW).
Hijo de María Celia Azócar Burgos y Juan de Dios Chamorro Hernández. Su padre fue un activo militante del Partido Demócrata (PD) durante los años de la Coalición Liberal, conformada por liberales, radicales y demócratas, director del periódico La Industria (Talcahuano, 1900) y miembro de la “Agrupación Democrática Reorganizada”, que disputaba en Talcahuano la hegemonía en el seno del partido con el grupo liderado por Daniel Navarrete, primer alcalde de la ciudad de tendencia más conservadora. Juan Onofre tuvo una hermana un año mayor, Emilia Chamorro Azócar (n.1884).
En 1905, a la edad de 20 años, Juan Onofre se trasladó a Valparaíso en busca de un mejor porvenir. Allí ingresó a la Escuela de Artes y Oficios, donde se tituló como mecánico profesional. Cuando tenía 25 años, un 28 de marzo de 1910, contrajo matrimonio con la costurera Flora Soza Velásquez, en Almendral, Valparaíso. Con ella tuvo su primer hijo, el que, según sus propias palabras, murió junto a su madre “por falta de alimentación sana y medicamentos” (Zig Zag, Santiago, 19 de febrero de 1921), debido a su vida acechada desde 1907 bajo constante persecución. Hacia 1920, sin embargo, contaba con esposa e hijos pequeños, por lo que suponemos reconstruyó su vida en este plano (El Chileno, Valparaíso, 18 de enero de 1921).
Siendo hijo de un miembro del Partido Democrático (PD), Chamorro adquirió tempranamente conocimientos sobre política y sociología, comenzando a militar en ese espacio político. Todo hace suponer que su formación asumió los caracteres autodidactas predominantes en el mundo de la sociabilidad obrera de aquellos años. En estos espacios fue forjando su carácter y puliendo sus capacidades, convirtiéndose en un hombre de “espíritu culto”, que ha “leído y estudiado a fondo los problemas sociales objeto de sus ideas” (Zig Zag, Santiago, 19 de febrero de 1921). Difundió sus ideas tanto por la tribuna como a través de la prensa obrera. En este último ámbito, colaboró en los periódicos Libertad (Viña del Mar, 1909-1910), La Defensa Obrera (Valparaíso, 1913-1915) y La Batalla (Santiago, 1912-1916 y Valparaíso, 1916-1926). Fundó el periódico Mar y Tierra (Valparaíso, 1907, 1911, 1913, 1917, 1920-1921), órgano oficial de la Unión de Estibadores y Gente de Mar.
Ya para 1907, teniendo 22 años, sus cualidades como orador y organizador obrero se hicieron públicas, asumiendo el cargo de Secretario General de la Unión de Estibadores y Gente de Mar, uno de los gremios más poderosos de Valparaíso. Según sus propias palabras, ahí comenzaría su vida pública. Ese mismo año, dicha organización se plegó a la huelga general de julio de 1907, siendo uno de los últimos gremios en bajarse del movimiento. En el transcurso de la huelga, Chamorro fue encarcelado y posteriormente atacado por parte de algunos demócratas que lo calificaron como “petardista”, un agitador de profesión de esos “que no trabajan ni se les conoce profesión ni domicilio, sino son simples parásitos” (La Defensa, Viña del Mar, 29 de septiembre de 1907). Así fue que comenzó su acercamiento a la militancia anarquista.
Ese mismo año comenzaron también las persecuciones en su contra. Debido a los fallidos intentos de parte de las autoridades por sobornarlo, comenzaron una escalada de venganzas que le llevaron a perder su trabajo y no poder ejercer su oficio de mecánico, debiendo convertirse en “un verdadero enciclopedista en esta materia para poder alimentar a mi familia”. De ahí entonces que haya tenido que buscar empleo en las Compañías marítimas como carpintero a bordo en la Casa Gibbs, oficio que nuevamente debió dejar debido a las persecuciones, instalando un pequeño negocio en el Cerro Cordillera, una carnicería.
Hacia 1911, después de un período de receso, se reactivó la Unión de Estibadores y Gente de Mar, dando inicio a una escalada organizacional. La entidad sindical contaba entonces con un amplio salón social, un periódico (Mar y Tierra), una biblioteca y una escuela nocturna que para ese año contaba con más de 70 niños y hombres matriculados. Su profesor era el mismo Chamorro, quién como la gran mayoría de los obreros ilustrados, trataba de extender sus ideas no sólo a través de la tribuna y la pluma, sino también fundando alrededor de siete centros de estudios sociales.
Chamorro fue el presidente del comité organizador de la manifestación del 1º de Mayo de 1913, reunión que convocó inusitadamente a unos 15.000 asistentes y donde luego de serios altercados con la policía, fue detenido. Al calor de una intensa actividad propagandística, de capacitación y educación popular, Chamorro, junto a incidentes dirigentes de las sociedades de resistencia como Modesto Oyarzún Marín (mecánico tornero, n. Santiago 1885, desde 1919 establecido en Buenos Aires, firmando bajo el seudónimo de Víctor Marín), Pedro Ortúzar (zapatero), Luis A. Pardo (carpintero a bordo), Luciano Roma Nápoli (peluquero, Italo argentino), lograron rearticular varias de las sociedades de resistencia porteñas, coordinándolas en la Federación Regional Obrera Chilena (FORCH). El primer Consejo directivo de la FORCH quedó compuesto con Chamorro como Secretario General, Juan A. Velilla como secretario de notas, Santiago Ramírez como tesorero y Eleuterio Arce, José S. Pizarro, Manuel Catalán y Ángel C. Calderón como vocales. Esta entidad, conformada al reflejo de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), tuvo su prueba de fuego durante la huelga general de octubre de 1913. Este movimiento se inició en el seno del gremio de los Trabajadores a Jornal de los Ferrocarriles del Estado como respuesta al decreto de fotografía forzosa de sus trabajadores, motivo por el cual fue conocido este movimiento, como la “huelga del mono”, la cual recibió el apoyo solidario de importantes gremios porteños y de Santiago, quienes a la vez hicieron demandas propias. Desde un comienzo, la Intendencia de Valparaíso quiso terminar con este movimiento encerrando a Chamorro, pero ello más bien pareció avivar más aún la unión y solidaridad obrera.
Por esos mismos meses, Chamorro recibió la visita del delegado representante de las sociedades de resistencia del Perú Eulogio Otazú secretario general de la Federación Obrera de la Región Peruana (FORP), de gran participación en Lima en la gran huelga del año 1911. En Chile realizó no sólo una labor organizativa y agitacional, sino sobre, estrechó lazos fraternales entre los obreros chilenos y peruanos. En Valparaíso el delegado peruano fue recibido fraternalmente por los obreros liderados por Chamorro y el secretario general de la Unión y Resistencia de Zapateros, Pedro Ortúzar González (1887-1944). Luego de variadas actividades en los gremios porteños, una comisión de obreros porteños, encabezada por el mismo Chamorro y Ortúzar, acompañó a Otazú a Santiago, presentándose en distintos espacios, realizando conferencias e intervenciones públicas en plenas festividades de fiestas patrias. Una de estas presentaciones terminó en una batalla campal entre los obreros patriotas (mutualistas y demócratas) y los anarquistas. Como todo ello transcurría durante el periodo de la huelga general porteña (la ya nombrada “Huelga del mono”), las autoridades encontraron pretexto para expulsar fuera del país al delegado de las tierras incaicas a quien se le creía “inspirador del Comité huelguista”. De este modo, mientras se celebraba una reunión en el salón de los panaderos, la policía irrumpió fuertemente armada, secuestrando al delegado, mientras Chamorro logró escapar por la ventana. Con Chamorro buscado y Otazú secuestrado, fue José Araneda Bravo quien, a la cabeza de la Liga de Acción Cívica Popular, organizó una serie de protestas por los atropellos. En una de estas manifestaciones, a sabiendas los obreros que Otazú se encontraba prisionero en el blindado O`Higgins, fueron hacia éste en sus lanchas, llamando a los marinos a abandonar el barco y sumarse a la huelga. Por este motivo, Araneda Bravo y la comisión obrera que le acompañaba fueron encerrados acusados de sedición.
Para entonces Chamorro se había convertido en un verdadero dolor de cabeza para las autoridades. Cada vez que había agitación social, la policía seguía sus pasos y enviaba a la Intendencia informes respecto de sus actividades. Hacia octubre de 1914, en el marco de la agitación producto de la crisis económica generada por el estallido de la Primera Guerra Mundial, la Intendencia había contratado un infiltrado que daba cuenta de las actividades de Chamorro día a día. Las malas relaciones con la policía se agravaron cuando, ésta, enviada por la misma Intendencia, fue a repartir víveres al local de la Federación Obrera dirigida por Chamorro, recibiendo de parte de éste “una serie de improperios”, debiendo el Prefecto Montt salir corriendo. En la ocasión, Chamorro al ver cómo algunos obreros aceptaban dichos víveres, se indignó, reprendiéndoles bruscamente, “diciéndoles a los que lo rodeaban que no aceptaran tal ofrecimiento por ser humillante recibir víveres de la policía y que con esto pretendían atraerse al pueblo obrero para convertirlo después en instrumento de sus voluntades”. Este episodio sus constantes intervenciones públicas hicieron de Chamorro el personaje más odiado del puerto por parte de la policía, al punto de ser amenazado de muerte.
Por el año 1916, el decreto de fotografía forzosa afectó directamente a los obreros marítimos, respondiendo la FORCH con una serie de manifestaciones en los principales puertos de Chile. Como consecuencia de la agitación, la aplicación del decreto fue aplazada para julio del año siguiente. Ya para esa fecha, Chamorro había convocado a un Congreso Marítimo en Valparaíso, al que asistieron organizaciones marítimas de todo el país. Dicho Congreso se pronunció por la jornada laboral de 8 horas y votó por la huelga general ante la aplicación de este decreto, que “afectaba la dignidad de los trabajadores”. El movimiento (conocido como la “segunda huelga del mono”) alcanzó los caracteres de una huelga general que paralizó los principales puertos del país. Su principal gestor, una vez más fue perseguido y encarcelado, orquestándose en la prensa conservadora una verdadera campaña de desprestigio contra su persona. Debido a las amenazas de sus enemigos, Chamorro siempre tenía dos revólveres sobre el mostrador de su carnicería para asegurar su autodefensa: “Si alguien venía por él, tenía cómo disparar primero” (Fry E. C. (record and edit.), Tom Barker and the IWW. Oral History, Queensland, Australia, Industrial Workers of the World, 1996, p. 42).
Seguramente fueron los malos resultados de esta huelga (que finalmente no alcanzó su objetivo central de impedir el retrato forzoso), los que precipitaron en Chamorro su apuesta por una nueva forma de organización, ya no federalista como la que proponía la FORCH, sino centralista y por industria, siguiendo los postulados de la norteamericana Industrial Workers of the World (IWW), cuyas influencias llegaron a los trabajadores portuarios por intermedio de los contactos con los tripulantes de los barcos pertenecientes al Marine Transport Worker`s Industrial Union. Hacia abril de 1918 comenzó a dictar las primeras conferencias dando a conocer las propuestas de organización desarrolladas por esta corriente, logrando fundar el primer bastión de la IWW en Chile al conformarse la Gran Unión del Transporte Marítimo, a cuya cabeza marchó Juan O. Chamorro, elegido su Secretario General. De esta base, se organizó posteriormente la Unión Local de la IWW de Valparaíso. Y hacia diciembre de 1919, la Unión Local de la IWW en Santiago. Por aquellos meses de propaganda de los métodos IWW, los obreros porteños recibieron la visita del wooblie australiano Tom Barker (1887-1970) deportado a Chile en 1918, país de donde también sería expulsado a fines del mismo año en virtud de la reciente Ley de Residencia. Se instaló entonces en Buenos Aires.
Años después el propio Barker recordaría su paso por Valparaíso aludiendo a la calidez y cordialidad de sus anfitriones, especialmente de Chamorro. En el relato de Tom Barker, a la vez se vislumbran rasgos de la personalidad del mismo y se aceptación de la vida sindical con todo lo que ello implicaba, sus fiestas y costumbres populares, así,
Chamorro solía invitarnos a comer todas las noches, era un gran amigo. El primer domingo luego de que llegamos, había tanto comentario al respecto, que el sindicato de trabajadores portuarios, afiliados a la IWW, hizo una fiesta para nosotros, un picnic al otro lado del cerro. Recuerdo caminar por esos cerros –eran bastante inclinados, como suelen serlo en esas partes de América del Sur– con un burro frente a mí. Él cargaba dos pesados barriles de vino, uno de cada lado, y yo llevaba un pollo debajo de cada brazo. Ellos iban a ser sacrificados. Lo pasamos de maravillas, nunca supe cómo los chilenos podían bailar tan bien sobre vidrio roto y piedras. Eran esplendidas personas.
Fry E. C. (record and edit.), Tom Barker and the IWW. Oral History, Queensland, Australia, Industrial Workers of the World, 1996, p. 42.
La historia posterior de Chamorro y esta organización da para un buen libro de intrigas y maquinaciones por parte del Estado y enemigos de Chamorro. En vista del protagonismo que la IWW adquirió en las luchas sociales a nivel nacional, las autoridades urdieron un burdo montaje para hacerla pasar por una asociación ilícita y subversiva. Utilizando como brazo ejecutor al Prefecto de Policía de Valparaíso, infiltraron dinamita y armas en sus instalaciones, para posteriormente —en el marco de una de las tantas manifestaciones patrióticas que se desarrollaban entonces—, allanar su local. Comenzó entonces una verdadera razzia sobre esta organización calificada de “terrorista”, siendo encerrados cientos de obreros de distintas militancias e ideologías, iniciándose entonces lo que se llamó el “Proceso a los Subversivos” de julio de 1920. Como varios de sus compañeros, Chamorro debió permanecer más de ocho meses encarcelado, mientras la farsa seguía su curso, sirviendo como juez sumariante el indolente y corrupto José Astorquiza Líbano.
Pero ni aun encerrándolo la oligarquía gozó de tranquilidad. Chamorro era un individuo peligroso aun estando tras las rejas. Mientras afuera el Comité Pro Presos hacía presión por su pronta liberación, en el interior de la cárcel Chamorro se fue convirtiendo en un reo respetado y popular. Esto, sumado a su natural carácter solidario y voluntarioso, repercutieron en la organización en la cárcel pública del “Centro Pro Regeneración y Apoyo Mutuo de Reos”, cuyo fin principal era lograr la solidaridad entre los presos y su unión en pro de su regeneración moral. Además de organizar una biblioteca, el Centro Pro Regeneración llamó a todas las entidades obreras, anarquistas y socialistas, a colaborar en la tarea y conmemoró el 1° de Mayo en el patio carcelario, mientras los obreros libres lo hacían en las afueras de la cárcel. Esta demostración de fuerza generó un escenario propicio para denunciar las inhumanas condiciones en que se encontraban miles de presos en la cárcel porteña y del resto del país. De forma inédita en la historia de Chile, los presos fueron objeto de reportajes de periódicos obreros y revistas de actualidades, y la inhumanidad parecía darse a conocer por primera vez.
Chamorro abandonó la cárcel en febrero de 1921, pero el “Centro Pro Regeneración y Apoyo Mutuo de Reos”, se mantuvo vigente a lo largo de todo el año. El anarcosindicalista siguió visitando la cárcel, manteniendo el contacto directo con los reos. A fines de 1921, Chamorro volvió a ser noticia en la prensa porteña. La causa: “Fenomenal desorden en la cárcel pública”. La prensa culpaba al “Centro Pro Regeneración y Apoyo Mutuo de Reos” por un intento de motín.
A causa de las tantas persecuciones desarrolladas en su contra, a su regreso a la sociabilidad obrera, Chamorro guardó un bajo perfil. No asumió ningún cargo en la organización gremial, destacándose en su lugar dirigentes como Porfirio Soto Escobar (1890-1947) y Luis A. Toro Iglesias (1894-1961). A ello contribuyeron también las divisiones que desde 1923 comenzaron a aparecer al interior del anarquismo local entre los partidarios del retorno al federalismo como método de organización sindical obrera y los que apoyaban el centralismo industrialista de la IWW. Chamorro no participó de este debate, aunque se mantuvo fiel a los postulados de la organización que había fundado en el puerto en 1918. Tampoco se conocen sus referencias respecto de la Revolución Rusa, aunque desde 1917 fue atacado por los sectores socialistas. Y cuando daba los primeros pasos para organizar la IWW, recibió ásperas críticas de éstos que controlaban la Federación Obrera de Chile (FOCH), la otra gran central sindical predominante en la sociabilidad obrera de la región chilena.
Hacia 1925 participó activamente en la organización de la Convención Marítima de Valparaíso y al año siguiente en la Convención Marítima en la ciudad de Coquimbo, que pretendía conformar la Gran Unión Marítima del Litoral Chileno.
Durante la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931), Chamorro desapareció de escena. Muy posiblemente, ante la inminencia de su persecución, salió del país o se mantuvo en la clandestinidad. Durante la década de 1930 su presencia pública disminuyó ostensiblemente. Sólo de vez en cuando se le visibiliza en algunos mítines donde hace uso de la palabra como legendario miembro de la IWW, organización que había perdido incidencia en el mundo obrero después de la dictadura.Juan Chamorro Azócar, el “agitador” del puerto, falleció el 23 de junio de 1941 en el desaparecido Hospital Alemán de Valparaíso. Tenía 56 años. Según el certificado de defunción, la causa de su muerte fue una insuficiencia cardíaca provocada por una hidropesía que padecía desde hacía años y que había ido deformando su cuerpo. Según relato de quien fuera uno de sus grandes amigos en el puerto, el periodista obrero, naturista y esperantista, José Encarnación Novoa Orellana (1890?-1942), falleció sólo con la única compañía de una humanitaria enfermera. No le rodeaban ni los hombres por los cuales sacrificara su bienestar y horas de descanso, ni familiares convencionales o espirituales. El hombre que en las épicas jornadas del movimiento obrero porteño pusiera en jaque a los industriales navieros, comerciantes inescrupulosos y autoridades, murió completamente sólo, con sus recuerdos, sus glorias pasadas, sus reflexiones, quizás “haciendo un inventario de las acciones llamadas buenas o malas” (La Opinión, Valparaíso, 24 de junio de 1941).
Obra
Artículos dispersos en la prensa obrera:
- Libertad (Viña del Mar, 1909-1910).
- La Defensa Obrera (Valparaíso, 1913-1915).
- La Batalla (Santiago, 1912-1916 y Valparaíso, 1916-1926).
- Mar y Tierra (Valparaíso, 1907, 1911, 1913, 1917, 1920-1921), órgano oficial de la Unión de Estibadores y Gente de Mar.
Cómo citar esta entrada: Lagos Mieres, Manuel Andrés (2020), “Chamorro, Juan O.”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org