BARRETT VIEDMA, Soledad (nombres de guerra: Julia, Lourdes, Sol, Lita; seudónimo: Lourdes del Sol) (Tacuruty, Paraguay, 6/1/1945 – Recife, Brasil, 8/1/1973).
Comunista paraguaya, militante de la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR) de Brasil.
Soledad Barrett es hija de Deolinda Viedma, ama de casa e integrante de la Unión de Mujeres Paraguayas, y de Alejandro Rafael Barrett, militar, profesor de matemáticas, miembro del Partido Comunista de su país y del Frente Unido de Liberación Nacional (FULNA), promovido por los comunistas paraguayos para luchar contra la dictadura del general Stroessner. Es nieta del escritor español Rafael Barrett, cuya obra, compromiso y ética personal marcaron la identidad de toda la familia.
Como la mayoría de sus nueve hermanos, Soledad acompañó las mudanzas que las luchas políticas impusieron a los Barrett. En la adolescencia se exilió en Montevideo donde se reunió la familia huyendo de la persecución en su país. Se afilió a la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) del Uruguay y trabajó en la denuncia de la dictadura paraguaya. La precariedad de la vida de desterrados y el atentado que sufrió un año después de llegar a Montevideo le impidieron terminar los estudios secundarios y la obligaron a un nuevo exilio. El 6 de julio de 1962 un grupo de extrema derecha la secuestró a la salida de la casa donde trabajaba cuidando a un niño. La subieron a un auto y pretendieron obligarla a gritar “Viva Hitler y muera Fidel”. Como se negó, le tajearon svásticas en los muslos.
El atentado contra Soledad no fue el único ocurrido en esos días en Montevideo. Hubo otros similares, de agrupaciones que rivalizaban en nacionalismo, anticomunismo, antisemitismo y disposición al uso de la violencia. Sin embargo solo el suyo se convirtió en un caso, el caso Soledad Barrett. La joven de 17 años se volvió símbolo de la izquierda uruguaya. La foto de sus muslos marcados apareció en los diarios, la televisión cubrió su comparecencia en el juzgado penal, el caso se trató en el Parlamento, recibió expresiones de solidaridad y habló en decenas actos callejeros.
La Policía puso en duda la autenticidad de los hechos y la prensa de derecha sembró la sospecha de que se trataba de un acto fraguado con fines de propaganda. Soledad identificó a uno de los agresores, un joven llamado Pedro Andrade Arregui, conocido como Carlos Rojo, cantante y bailarín de cabaret, vinculado al grupo nacionalista argentino “Tacuara”. El caso quedó impune pues pocos meses después la justicia archivó el expediente.
En diciembre de 1962 el Partido Comunista Paraguayo (PCP) la eligió para asistir con su hermana Norma, “Beba” (Yabebyry,1936 – Caracas, 2018) a la Escuela Superior del Komsomol Leninista. Al fin de los cursos, Soledad se quedó en Moscú donde recibió entrenamiento militar. Su objetivo era sumarse a la lucha armada en su país pero la represión estatal junto a las discrepancias surgidas en el Partido Comunista Paraguayo, que terminaron en fractura y escisión, postergaron el plan. Con sus hermanos mayores se integró a una nueva agrupación llamada “Comité Juan Carlos Rivas”, en memoria del secretario general de la Juventud Comunista Paraguaya, secuestrado y desaparecido. Más tarde el Comité tomó el nombre “Comuneros”.
A fines de 1967 cinco hermanos Barrett participaron del entrenamiento que el gobierno cubano daba a organizaciones guerrilleras latinoamericanas en el llamado “Punto Cero”, en las afueras de La Habana, y en Pinar del Río. Ellos fueron Soledad, Gáspar, “Pacho” (Yabebyry, 1931 – Caracas, 2000), Alberto (Areguá, 1934 – Buenos Aires, 2018), Fernando (Yabebyry, 1938 – Caracas, 2013) y Rafael (Laureles, 1942). En Cuba, Soledad conoció al ex marino José María Ferreira de Araújo (Fortaleza, 1941 – San Pablo, 1973) que usaba los seudónimos “Bôemio”, “Aribóia” o “Araribóia”. Soledad se hacía llamar “Lourdes” o “Sol”. José María había integrado la Asociación de Marineros y Fusileros Navales de Brasil (AMFNB), fundada en marzo de 1962 para luchar por los derechos políticos, sociales y culturales de los marineros. La AMFNB tuvo un papel destacado en el apoyo a las reformas de base del presidente João Goulart y en la agitación política previa al golpe de Estado que lo derrocó el 31 de marzo de 1964.
Concluido el entrenamiento Soledad permaneció en Cuba. Se casó con José María y trabajó como redactora en Radio Habana con el nombre de Lourdes del Sol. El 4 de abril de 1969 dio a luz a su hija Ñasaindy, “luz de luna” en guaraní, a quien inscribió como Ñasaindy Sosa del Sol. Pidió integración a la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR) a la que pertenecía su marido. Como parte de la estrategia revolucionaria, la VPR había instalado un campamento, base de un futuro foco guerrillero, en el Valle del río Ribeira, zona rural al sur del Estado de San Pablo. José María entró a Brasil clandestino con documento falso a nombre de Edson Cabral Sardinha. El 23 de septiembre de 1970 el Destacamento de Operaciones de Información-Centro de Operaciones de Defensa Interna (DOI-CODI) lo secuestró. Muerto en la tortura pocas horas después, lo enterraron como indigente en un cementerio paulista con identidad falsa. Tras su desaparición, y por más de veinte años, no se supo nada de él hasta que los trabajos de Comisión Especial de Investigación de las fosas de Perus lograron identificarlo a fines de 1990.
El 16 de diciembre de 1970 Soledad salió de La Habana. Dejó a su hija al cuidado de Damaris de Oliveira Lucena (Codó, 1927) a quien le entregó una carta para Ñasaindy, en caso de que ella no volviera. Damaris también integraba la VPR y era madre de cuatro hijos, uno de ellos preso en San Pablo. Había llegado a Cuba luego del asesinato de su marido y de haber sufrido ella misma la tortura y la cárcel.
Soledad hizo escala en Chile, donde se había establecido la Dirección de la VPR. Allí se decidió su entrada a Brasil. En los primeros meses de 1971 llegó a Montevideo. Tenía 26 años, el marido desaparecido y una hija pequeña a la que no volvería a ver. Se reunió con la familia e hizo nuevas amistades políticas, sobre todo de militantes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros MLN-T). En Montevideo se enteró del asesinato del líder de la VPR, el ex capitán del Ejército Carlos Lamarca y de las detenciones de compañeros de la organización. Para ese entonces las caídas y la muerte de militantes eran continuas y la sospecha de que había delatores e infiltrados entre ellos, tema de debate entre los militantes. Los hermanos mayores trataron de persuadirla de la inconveniencia personal y política de ir a Brasil pero Soledad no desistió. Por el contrario, sumó al proyecto al hermano menor, Jorge (Areguá, 1951), un joven de 20 años sin militancia política. El objetivo era montar bases de la VPR a partir del ingreso a Brasil de militantes que estaban en el exterior.
A principios de 1972 Soledad se encontró en San Pablo con un militante de la organización que se presentó como “Daniel”. Él le propuso mudarse a Olinda, pequeña ciudad del Estado de Pernambuco. Darían cobertura a las actividades clandestinas de la VPR simulando que eran una pareja dedicada a la producción y venta de artesanías. Antes de reunirse con ellos en Olinda, Jorge hizo el primero de tres viajes a Chile para recibir dinero, documentos e instrucciones de la Dirección.
“Daniel” era el ex marino José Anselmo dos Santos (Itaporanga d’Ajuda, 1942) conocido como “cabo Anselmo”, último presidente de la AMFNB, y uno de los hombres más buscados por la dictadura. También usaba el seudónimo “Jadiel” y “Américo”. El cabo Anselmo es una de las figuras más controvertidas y repudiadas de la izquierda revolucionaria brasileña.
Para algunos fue un agente de inteligencia militar infiltrado en la AMFNB, un provocador que alentó la radicalización que aceleró el golpe de Estado, trabajo que continuó en las organizaciones guerrilleras a las que perteneció. Según otras versiones es un militante que se quebró en la tortura, delató a sus compañeros y cambió de bando. Lo cierto es que cuando tomó contacto con Soledad, aunque ella lo ignoraba, Anselmo ya era un activo ejecutor de los planes del hombre fuerte del DOPS, el comisario Sérgio Paranhos Fleury. Siguiendo sus órdenes llevó a la muerte a decenas de compañeros de militancia y a amigos que le habían dado refugio. La ficción de la pareja, pronto, se hizo real. “Daniel” y “Lita”, como se hacía llamar ahora Soledad, viajaron a Recife en un vehículo comprado por el DOPS y alquilaron un apartamento, con dinero que Fleury había entregado a Anselmo.
Abrieron la boutique “Mafalda” donde intentaron vender tapices y blusas artesanales. Poco después se mudaron a un apartamento en Recife. Anselmo compró un predio amplio y apartado en un lugar conocido como Sitio o Chácara de São Bento, en el municipio de Abreu e Lima, a unos kilómetros de Recife, destinado a reuniones y entrenamiento. El núcleo central de la VPR en Recife lo constituían Pauline Reichstul (Praga, 1947 – Recife, 1973), Eudaldo Gomes da Silva (Salvador, 1947- Recife, 1973) y el ex marinero Evaldo Luiz Ferreira de Souza (Pelotas, 1942 – Recife, 1973), recién llegados de Cuba, y dos muchachos que vivían legalmente en Brasil, Jarbas Pereira Marques (Recife, 1948 – Recife, 1973) y José Manoel da Silva (Toritama, 1940 – Recife, 1973), también ex marinero y viejo amigo del cabo.
Las sospechas sobre “Daniel” crecían entre los militantes de la VPR que estaban en el exilio; también otras organizaciones empezaron a señalarlo como infiltrado. La base de Recife, en cambio, le renovó la confianza. Según el testimonio de Jorge, convencida de que la acusación nacía del sectarismo y las luchas internas de la organización, Soledad nunca desconfió de él. Cuando la situación se tornó insostenible, Anselmo envió a Jorge a Chile con documentos que probarían su inocencia. El joven volvió con dos cartas de Onofre Pinto (Jacupiranga, 1937 – Foz do Iguacu, 1974), de la Dirección de la VPR y sostén de Anselmo casi hasta el final. La primera estaba dirigida a este y la segunda debía entregarla a alguno de los militantes de la base de Recife, sin que Anselmo supiera. Si pasada una semana no había podido tomar contacto con nadie del grupo, Onofre lo autorizó a darle la carta a Soledad con la instrucción expresa de que no la compartiera con quien, ahora no había dudas, trabajaba para el DOPS. Finalmente Jorge entregó la carta a Soledad y ella se la mostró a Anselmo. Al día siguiente se puso en marcha el operativo, largamente preparado por el DOPS, que liquidó la base de la VPR en Recife. El episodio es conocido como la Masacre de la Chácara de São Bento.
El domingo 7 de enero de 1973 secuestraron a José Manoel da Silva. A medianoche Pauline Reichstul y Eudaldo Gomes da Silva huyeron de São Bento, convencidos de que los estaban vigilando. El 8 de enero Soledad, Anselmo, Jorge, Pauline y Eudaldo salieron para el Centro de Recife. Soledad y Pauline bajaron en la boutique “Chica boa”, el resto siguió viaje. Minutos después, según el testimonio de la dueña del negocio Sonja Cavalcanti, hombres armados vestidos de civil entraron al local con violencia. Golpearon, ataron y separaron a las muchachas y las cargaron en dos vehículos. Pauline salió de la boutique muy lastimada por los culatazos que recibió en la cabeza. Llegados al Centro, Anselmo le pidió a Eudaldo que cambiara dinero en un hotel. Allí lo esperaban Fleury y sus hombres. Rato después, Fleury secuestró a Jorge en un pequeño restaurante adonde lo había conducido Anselmo. A Jarbas lo fueron a buscar al trabajo, una librería de Recife. Poco se sabe del secuestro de Evaldo. Es posible que haya ocurrido tiempo antes que el de sus compañeros pues él tenía fuertes sospechas, que había expresado en el grupo, de la traición de Anselmo.
El 11 de enero la prensa difundió la versión oficial de los hechos que encubrió el secuestro, la tortura y el asesinato de seis personas tras la fachada del enfrentamiento armado: “Seis terroristas muertos en Paulista”, “Seguridad acaba con el terror en la Gran Recife”, “Desarticulan reducto terrorista en Pernambuco”. Los diarios informaron que un hombre de la célula subversiva, cuyo nombre no se difundió, había logrado escapar.
El parte policial de levantamiento de los cuerpos consigna que Soledad tenía cuatro tiros en la cabeza y dos en el cuello. Las fotos la muestran tendida en la cocina de la chacra, con un arma al costado, y marcas en las muñecas. La enterraron sin nombre, como indigente, en el cementerio de Várzea, en Recife. Sus restos no fueron encontrados. Los seis muertos tenían lesiones características de la tortura y múltiples disparos en la cabeza y en la nuca. La Policía, en cambio, no tuvo bajas. No ha podido saberse cuándo y dónde ocurrió la masacre, si en São Bento o en otro lado y luego trasladaron hasta allí los cuerpos para la escenificación del enfrentamiento.
La mayoría de las semblanzas y reseñas biográficas de Soledad subrayan tres hechos: la condición de nieta de Rafael Barrett, los muslos tajeados por svásticas y la delación del cabo Anselmo. Desde hace veinte años también circula la versión de que estaba embarazada, lo que vuelve más abyecta la traición de Anselmo y trágico el final de Soledad. Esta versión nace del testimonio de la abogada Mércia Albuquerque quien declaró haberla visto en la morgue, dentro de un barril, donde a sus pies yacía un feto. La autopsia, sin embargo, no consigna el embarazo. Por otro lado el médico forense Pedro Franca, convocado para el levantamiento de los cuerpos, pero que no estuvo en el examen posterior, sostiene que no observó nada que evidenciara esa condición. El testimonio de Jorge Barrett es terminante respecto a negar el embarazo: Soledad nunca le dijo que esperaba un hijo y en la casa donde vivían juntos no se mencionó el asunto ni había preparativos para la llegada de un niño.
Cuando llegó al Uruguay la noticia de su muerte, Mario Benedetti le dedicó un poema (“Ahora acribillaron en Recife / Tus veintisiete años / De amor templado y pena clandestina”…) y Daniel Viglietti una canción (“En algún sitio del viento o de la verdad / Está con su sueño entero la Soledad./ No quiere palabras largas ni aniversarios; / Su día es el día en que todos digan, /Armas en la mano: patria, rojaijú”. El escritor y periodista brasileño Urariano Mota escribió una novela basada en su vida, Soledad no Recife (2009), y la actriz y directora paulista Malú Bazán una obra de teatro: Soledad. A terra é fogo sob nossos pés (2015).
El 11 de diciembre de 2015 la Comisión de Amnistía del Ministerio de Justicia de Brasil la amnistió post mortem: “Su cuerpo todavía está desaparecido y hasta hoy no fue expedido su certificado de defunción. Declarada oficialmente muerta y desaparecida por responsabilidad del Estado brasileño, Soledad ahora también es una amnistiada brasileña por todas las persecuciones que sufrió en vida”, declaró el presidente de la Comisión Paulo Abrão en la ocasión.
Cómo citar esta entrada: Martínez, Virginia (2020), “Barrett, Soledad”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org