ANDERSON PACHECO, Mario (apodo: El Negro) (Uruguay, década de 1880 – La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina 04/01/1933).
Obrero tipógrafo, periodista, orador y actor de orientación anarquista.
Aunque nació en la década de 1880 en el Uruguay, algunas crónicas lo ubican en 1907 participando de la sociabilidad anarquista de la Ciudad de Buenos Aires, vinculado a la bohemia, próximo a la Federación Obrera Regional Anarquista (FORA) y al grupo editor del diario La Protesta (Buenos Aires, 1897-2015). Ese mismo año aparece, junto con Juana Rouco Buela, como uno de los oradores que en nombre de la FORA despiden los restos de Miguel Pepe, una de las víctimas de las balas policiales durante la huelga de inquilinos de la ciudad de Buenos Aires.
En 1918 participa en una controversia con el socialista Jerónimo Della Latta sobre el significado de la Revolución Rusa. Según el testimonio de Juana Rouco: “El público fue muy numeroso y Anderson Pacheco defendía los principios y finalidad del comunismo anárquico y Della Latta, el socialismo y la integridad del Partido Socialista” (Rouco Buela, 1964, op. 52). Domingo Varone lo recuerda hablando desde el palco del Teatro Nuevo la noche de noviembre de 1918 en que José Ingenieros dio su conferencia “Significación histórica del movimiento maximalista”: “Desde uno de los palcos altos nos dirigía su palabra Mario Anderson Pacheco, el Negro Pacheco. A él le sucedió Rodolfo González Pacheco, periodista y autor teatral, quien en el medio del alboroto lanzó un grito que recordaríamos por mucho tiempo: ‘Comunismo anárquico sí, bolchevismo no, carajo!’” (Varone, 1989, p. 38).
Juan Rouco también lo recuerda como uno de los redactores del diario La Protesta que durante los sucesos de la Semana Trágica (Buenos Aires, enero de 1919) formaba parte de la guardia que pernoctaba en la imprenta del diario para evitar el asalto de las fuerzas parapoliciales de la Liga Patriótica Argentina (Rouco Buela, p. 59-60). Entre 1919 y 1921 aparece como uno de los docentes de la “Escuela Moderna” de Rosario, una experiencia de educación inspirada en la pedagogía libertaria de Francisco Ferrer.
Durante la década de 1920 aparece vinculado al grupo editor del periódico periódico La Antorcha (Buenos Aires, 1921-1932) que dirige Alberto S. Bianchi. Por entonces reside en la localidad de Tigre, Pcia. de Buenos Aires, pero realiza innumerables giras de propaganda por todo el territorio argentino en las que era escuchado y reconocido como un encendido orador. Sus giras más frecuentes fueron a la ciudad de Rosario y otras localidades de la Provincia de Santa Fe, a Bahía Blanca y el sur de la provincia de Buenos Aires, pero lo llevaron como parte de La Antorcha a provincias argentinas del norte como Salta o del sur, como Río Negro.
Fernando Quesada lo retrataba en 1974 en estos términos: “el ‘Negro’ Pacheco, el incansable conversador; el orador infatibable; el bohemio impenintente; el tantas veces ‘delegado en gira’, que viajaba en tren de pasajeros cuando podía… pero que la mayoría de las veces lo hacía en tren de carga, hablando con los linyeras o dialogando con eventuales pasajeros…”. Lo describió como “…el primer orador autóctono, con su morocha cara pampa, su cabello lacio y ennegrecido, sus ojos negros y profundos. Cuando hablaba en la tribuna cerraba los ojos levantando los brazos al cielo, como buscando los mejores vocablos para afirmar sus anatemas contra la ignoracia, la superstición, la injusticia… Sabía decir, con sentido poético, su dolor de proletario ante la miseria que sufría el pueblo, y pregonaba con voz dulce y persuasiva su ideario de justicia y de libertad.
Fue orador obligado en todas las campañas populares: por la libertad de Sacco y Vanzetti, Radowitzky; Ascaso, Durruti y Jover; Mañasco, Barrera y Antillí, etc. Participó a lo largo y ancho del país, organizando y dirigiendo diversos cuadros filodramáticos de teatro vocacional. El escenario era su fuerte: recitaba, monologaba, disertaba…” (Quesada, 1974, pp. 92-93). Humberto Correale también recuerda las giras por el interior del país en las que —relata— “viajábamos como crotos, en los trenes de carga”. Los intelectuales bohemios anarquistas, como Anderson Pacheco y González Pacheco, les habían enseñado a los militantes gremiales que “las personas contraemos un gran responsabilidad con la palabra”. Florindo Moretti lo recordaba de gira por Casilda, una localidad de la Provincia de Santa Fe: “A la zona llegaba Anderson Pacheco, el gran orador anarquista, artista de la tribuna, con su melena lacia” (Lozza, 1985, p. 199).
Además de los discursos y los cuadros filodramáticos, desarrolló una intensa actividad periodística, colaborando en los periódicos libertarios Tribuna Obrera (Buenos Aires, 1920-1921), Bandera Negra (Buenos Aires, 1920-1923), Nueva Era (Buenos Aires, 1924), Tribuna Proletaria (Buenos Aires, 1919-1930), Brazo y Cerebro (Bahía Blanca, 1922-1923; 1924-1930), Pampa Libre (General Pico, 1922-1930), La Antorcha (Buenos Aires, 1921-1932), Superación (Buenos Aires, 1925) y Voluntad (Mendoza, 1930).
En mayo de 1930 viajó a Montevideo junto con Horacio Badaraco, su compañero del equipo de La Antorcha, para entrevistarse con Simón Radowitzky, que debió exiliarse en esa ciudad después de ser indultado por el presidente Hipólito Yrigoyen. Tras el golpe de estado de septiembre de 1930 fue detenido, junto a numerosos militantes anarquistas, en momentos en que se encontraba en Bahía Blanca. El 14 de enero de 1931 fue confinado al presidio de Ushuaia, adonde llegó a bordo del buque “Chaco” con centenares de presos anarquistas y comunistas. Encerrado en esas duras condiciones, el frío, la mala alimentación y la ausencia de medicamentos hicieron que contrajera tuberculosis. Liberado una vez concluido el estado de sitio, llegó a Buenos Aires desde Tierra del Fuego en el buque “Pampa” el 2 de marzo de 1932, junto con otros compañeros de prisión como Horacio Badaraco, César Balbuena y Domingo Varone. Gravemente enfermo y sin recursos, sus compañeros de La Protesta, que por entonces relanzaban Diego Abad de Santillán, Manuel Villar y Jacobo Maguid, le ofrecieron el trabajo de corrector de pruebas, que su amigo Antonio Casanova debía hacerle llegar hasta su casa. Falleció en un hospital de la ciudad de La Plata el 4 de enero de 1933.
En 1952 Juan Palmeiro y otros foristas crearon en Avellaneda, Pcia. de Buenos Aires, la Biblioteca “Mario Anderson Pacheco”, que funcionó hasta 1963 como un centro de sociabilidad anarquista.
Obra
- Mario Anderson Pacheco y Siberiano Domínguez, Sierra Chica y sus horrores, Buenos Aires, La Antorcha, 1925.
- “Presentación”, en: Teodoro Antillí, Seamos rebeldes, Buenos Aires, ¡Libertad!, 2014.
Cómo citar esta entrada: Domínguez Rubio, Lucas (2020), “Anderson Pacheco, Mario”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org