ÁLVAREZ, Serafín (Guadix, Pcia. de Granada, España, 23/5/1842 – Rosario, Pcia. de Santa Fe, 3/11/1925).
Abogado de origen español, juez, ensayista, periodista, docente, autor de un proyecto de reforma “utopista” en España, uno de los precursores del socialismo en la Argentina.
Hijo del médico Serafín Álvarez Cabezas y de María Teresa Peral, viuda de un juez de origen catalán. Trasladado con su familia a Fiñana, concluyó a los once años sus estudios primarios. Cursó sus estudios secundarios en Granada, graduándose como bachiller en artes. En la Universidad de esta ciudad se graduó en Filosofía y Letras en 1862, donde gana luego por concurso un premio sobre Historia Universal. Unos años más tarde completa brillantemente sus estudios de abogacía en la Universidad Central de Madrid. Según el testimonio recogido por su hijo, el historiador Juan Álvarez, cuando comenzó sus estudios de Derecho en Madrid enfermó y se vio obligado a retornar por un tiempo a Granada. En 1865 retomó sus estudios en la universidad madrileña en el contexto de renovación ideológica y agitación política que acompañaron los últimos años de reinado de Isabel II y el advenimiento de la primera república. El estudiante de derecho se vincula entonces a los intelectuales republicanos —como Francisco Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón y Pedro Antonio Alarcón— y ejerce el periodismo político, colaborando en el diario madrileño El Nacional. En 1867, habiéndose diplomado como abogado en Madrid, al igual que sus correligionarios, renuncia a la docencia cuando se establece en España la obligación de no apartarse públicamente el dogma católico y mantener una fidelidad incondicional a la corona. Este fracaso profesional, sus ideas socialistas y la elección de su esposa —la joven madrileña Felipa Arqués— por fuera del mandato paterno, determinaron la ruptura con su familia. Sin duda, esta traumática experiencia será determinante de las reflexiones de Álvarez sobre temas como la autoridad paterna, la libertad de la elección matrimonial, la dote y la herencia. En un clima político hostil contra la intelectualidad liberal o socializante de fines de la década de 1860, el joven abogado y su esposa buscan otros horizontes: luego de una breve incursión en Francia, el matrimonio se traslada a la Argentina. Apenas desembarcado en Montevideo, Álvarez colabora en El Correo Mercantil de esa ciudad, y una vez en Buenos Aires escribe para el periódico La España. Pero en 1869 la caída de la Reina Isabel y las reformas liberales que trajo aparejadas motivan el regreso a la patria, donde abre un instituto de segunda enseñanza en Baeza (Jaén) y otro en Vélez (Málaga). Producido el interregno republicano de 1873, se instala en Madrid donde dirige dos diarios de orientación republicana: La Fraternidad y El Reformista, los cuales serán objeto de censura y persecución por parte del gobierno, dado su nivel de radicalización. Asimismo, se le atribuye el haber intervenido activamente en la redacción del periódico revolucionario El Cantón murciano y haber sido miembro de la sección española de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), aunque es poco probable, ya que siempre se manifiesta opuesto a la organización gremial así como a la político-partidaria. Entre tanto, se lo elige diputado por Ronda y publica su obra principal, de inspiración socialista utópica: Credo de una religión nueva (Bases de un proyecto de reforma social). La crisis de la República, la difícil situación económica que atraviesa el matrimonio y el nacimiento del primogénito, Clemente, los decide a emigrar, esta vez definitivamente, a la Argentina, adonde arriban en 1873. Tal certeza tenía Serafín Álvarez de que este exilio era el definitivo, que no tardó en ciudadanizarse argentino, lo que constituía un suceso insólito para los parámetros de la época. Tanto es así que Enrique Romero Jiménez, principal exponente de la colectividad ibérica y editorialista de El Correo español lo calificó, en las páginas de este periódico, de “renegado”. Álvarez, aficionado a la polémica, respondió desde este mismo medio, abriéndose la primera de las polémicas públicas de Serafín Álvarez en su etapa argentina. Durante un periplo entrerriano de pocos años se desempeñó como director de la Escuela de Varones n° 1 de Concepción del Uruguay, al mismo tiempo que asumía el cargo de redactor de El Diario Español y componía el manuscrito de El destino del hombre, obra que hasta hoy permanece inédita. En 1877 se traslada a Gualeguaychú —donde la familia ha crecido: además de Clemente y Luis, los dos hijos nacidos en España, nacen aquí otros dos, Domingo y Juan; mientras la última, Estela, nacerá años después en Buenos Aires—, funda y dirige el Colegio Nacional y revalida su título de abogado. En 1879, concluido el trámite de homologación, abre su estudio jurídico en la ciudad de Gualeguaychú, pero un año después otro emigrado político, José Paúl Angulo, lo entusiasma para que se traslade a Buenos Aires, para ejercer en esta ciudad su profesión con mejor provecho y para compartir, además, la experiencia de un nuevo periódico: La España moderna.
En la década siguiente los Álvarez se instalarán en Buenos Aires. En 1880 Serafín y su amigo el abogado Rafael Calzada fundarán la Revista de los Tribunales, un verdadero banco de datos sobre resoluciones, fallos, dictámenes y sentencias adoptadas por tribunales de Buenos Aires, donde colaboraron las figuras más progresistas del campo jurídico de la época, como Juan Bialet i Masé, José María Rosa, Amancio Alcorta, E. M. Larroque, entre otros. Desde 1882 Serafín Álvarez se desempeña exitosamente al frente de su bufete de abogado en esta ciudad, sin abandonar la actividad periodística: por entonces colabora en La República española (que dirigen Carlos Malagarriga y Miguel Daufy) y en la revista Bética. También pertenece a los años de su estadía en Buenos Aires el volumen de Notas sobre las instituciones libres en América (1886), en polémica con Alejo Peyret. En la segunda mitad de la década, lo encontramos ingresando en la carrera judicial en la ciudad de Santa Fe. En 1887, el mismo gobernador de Santa Fe, el modernista José Gálvez, le ofrece el cargo de Juez en Primera Instancia en lo Civil y Comercial. Dos años después ocupa la Fiscalía de Cámara de Santa Fe, siendo finalmente designado ministro de la Suprema Corte Provincial (1892). Álvarez prefirió trasladarse a la más próspera y secularizada ciudad de Rosario, donde juró, en noviembre de ese año, como Juez de Primera Instancia en lo Civil, y también allí nació su última hija: Eva. Ese mismo año, su fugaz experiencia como empresario de colonización fue un fiasco: compró diez mil hectáreas de tierras al norte de la provincia con vistas a la fundación de la Colonia Lastenia, pero la crisis económica terminó por desvalorizarlas abruptamente. El único rédito de la aventura colonizadora fue la publicación de La crisis en la República Argentina (1891). En forma paralela a su carrera judicial, Álvarez sigue activo en la publicística socialista y en el periodismo. En 1893 funda el periódico El Rosario, desde donde combate los excesos del poder ejecutivo, la ingerencia eclesiástica en el ámbito escolar y propugna el traslado de la capital de Santa Fe a Rosario. Cuando el golpe radical de 1893 desemboca en el llamado “gobierno de los veintiún días”, Álvarez intensifica su campaña desde El Rosario de cambio de la capital provincial con vistas a sustraer a la Junta Revolucionaria de las presiones del patriciado santafesino. Pero desde ElMunicipio, el periódico rival, es acusado de impulsar una maniobra que buscaba dejar de lado a la ciudadanía del centro y norte de la provincia. “Tras la detención de uno de sus redactores, El Rosario fue clausurado por orden del gobierno en agosto de 1893”. El traspié en la labor periodística no le impide culminar su carrera judicial en la magistratura, siendo nombrado en 1894 Juez de Sentencias, cargo que desempeñó hasta 1904. Paralelamente, desde Rosario envía a Buenos Aires sus colaboraciones al diario socialista La Vanguardia y a la Revista Argentina de Ciencias Políticas (en 1915 y en 1919) que dirige Rivarola. Sus últimas obras aparecen en la segunda mitad del siglo y en la primera década del siguiente: en 1895 publica “El programa del socialismo en la Argentina. Carta al Dr. David Peña” y un año después “La teoría moral del socialismo”; en 1903 dirige una “Carta al Inspector de Escuelas, Sr. Luis Calderón” que lleva por título: “Programa de un curso complementario de moral privada para uso de educadores”; en 1903 escribe “Fragmentos de un curso complementario de moral privada” para el Almanaque socialista de “La Vanguardia” para 1904; y, finalmente, en 1910 aparece su “Cuestionario para un estudio sobre orientación moral. Tesis: eludir la alabanza”. Estos ensayos breves, así como sus obras de mayor envergadura —fragmentos de El credo de una religión nueva y las totalidad de sus Notas en polémica con Peyret— fue recopilada en 1916 por su hijo, el historiador Juan Álvarez, en un volumen que denominó Cuestiones sociológicas. Del socialismo utópico de los años de El Credo, Serafín Álvarez se había orientado crecientemente hacia un socialismo de corte cientificista. Desconfiando tanto del sufragio universal como de la revolución, entendía en cambio que el camino de socialismo se fundaba en el progresivo desarrollo de la ciencia, la técnica y la racionalidad modernas. Murió en la ciudad de Rosario a la edad de 83 años.
Obra
- El credo de una religión nueva (Bases de un proyecto de reforma social en todas las manifestaciones de la vida: en la religión, en la familia, en la propiedad, en la política, en las instituciones administrativas y en la educación), Madrid, 1873 (reed. por Fundación Banco Exterior, Madrid, 1987, introducción de José Esteban).
- Notas sobre las instituciones libres en América. Carta a M. Alexis Peyret, Buenos Aires, sin indicación de editor, 1886.
- “La crisis en la República Argentina”, Buenos Aires, sin indicación de editor, 1891. “El programa del socialismo en la Argentina”, Rosario, Imprenta La Comercial, 1895.
- “La teoría moral del socialismo”, Buenos Aires, sin indicación de editor, 1896.
- “Programa de un curso complementario de moral privada para uso de educadores. Carta al Inspector de Escuelas, Sr. Luis Calderón”, 10 de agosto de 1903.
- “Cuestionario para un estudio sobre orientación moral. Tesis: eludir la alabanza”, 1910.
- Cuestiones sociológicas, Buenos Aires, Juan Roldán Librero-Editor, 1916.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2019), “Álvarez, Serafín”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org