ABAL MEDINA, Fernando Luis (Buenos Aires, Argentina, 1948 – William Morris, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 7/9/1970).
Dirigente de la Juventud Estudiantil Católica (JEC), fundador y primer jefe de Montoneros.
Hijo de Antonio Abal, empleado público, y de Carmen Medina, ama de casa, comparte con sus cinco hermanos (Antonio, Juan Manuel, Mario, Pablo y María) una intensa vida familiar que gira en torno a la militancia en agrupaciones cristianas promovida por sus padres, siendo ambos dirigentes de Acción Católica. Como en otras familias de clase media y nivel cultural considerable, los Abal Medina cursan el secundario en el Colegio Nacional de Buenos Aires. De carácter introvertido, a Fernando le apasionarían el cine y la literatura. Desde los 12 años se integra a la Juventud Estudiantil Católica (JEC) del colegio, aliada en las elecciones del Centro de Estudiantes con el grupo de derechas Tacuara. Diversas fuentes lo vincularían a este grupo derechista o bien a Guardia Restauradora Nacionalista. Lo cierto es que mientras se foguea como dirigente estudiantil influenciado por el nacionalismo, hacia los 15 años de edad comienza a realizar trabajo social en “villas miseria” de la Capital y el Gran Buenos Aires en el marco de la JEC, bajo la asesoría espiritual del padre Carlos Mugica y acompañado de sus amigos Carlos Ramus y Mario Firmenich. Por entonces la militancia católica laica se da en el marco de la renovación institucional e ideológica de la Iglesia a nivel mundial a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), reforzada luego por la encíclica social Populorum Progressio (marzo de 1967). El activismo cristiano se convierte en una plataforma desde la que muchos jóvenes hacen el pasaje a la política y a una concepción de ésta como acto de servicio, tendencias que en América Latina adquieren el tono específico de la teología de la liberación y de la radicalización ideológica. En 1965 ingresa en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA para estudiar Economía Política. Manteniendo su militancia social en la Villa 31 dentro de la Juventud Universitaria Católica (JUC), va afinando su definición política al fundar con otros compañeros el Movimiento Universitario Popular (MUP), de inclinación peronista, participando de acciones de apoyo a conflictos gremiales como el de los trabajadores cañeros de Tucumán y el de los portuarios (1966-1967), ya bajo la dictadura del Gral. Onganía (1966-1970). A partir de entonces deja la facultad y se vincula primero a Acción Revolucionaria Peronista (ARP), el grupo orientado por John W. Cooke donde conoce a quien sería su pareja, Norma Arrostito, a la que desde entonces lo une un proyecto político común. A través de ARP pasa a integrarse al núcleo que en torno a la revista Cristianismo y Revolución (1966-1971) agrupa el ex seminarista Juan García Elorrio como foro de oposición al régimen militar y de encuentro de las organizaciones armadas. Sobre su antigua formación nacionalista, enriquecida ahora con la lectura de J. J. Hernández Arregui y Arturo Jauretche, se articulan las ideas del peronismo revolucionario de Cooke y la versión guevarista del cristianismo de Camilo Torres, así como las de Marx y Mao según Marta Harnecker. En los últimos meses de 1966 es detenido en dos oportunidades, la primera cuando intentaba asistir a una conferencia del obispo tercermundista Helder Cámara y la segunda mientras participaba de la huelga portuaria. Desde 1967, se distancia del Padre Mugica y se retira de la actividad política “de superficie” cuando se concentra en la organización del Comando “Camilo Torres”, grupo que bajo el impulso de García Elorrio forjaba su identidad política entre el cristianismo tercermundista, el peronismo y el guevarismo. El 1º de mayo de 1967 participa de la primera “acción” pública del “Camilo”, llevada a cabo durante el Tedéum en la Catedral metropolitana a cargo del arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Antonio Caggiano, del ala conservadora de la Iglesia.
Mimetizados entre el público de la misa, varios jóvenes arrojan volantes en los que se denunciaba la situación de los trabajadores bajo el Onganiato y se los convocaba a organizarse para la lucha por sus derechos. Entre los doce detenidos por esa acción están García Elorrio y Abal Medina, siendo este último condenado a un mes de prisión. Ya en libertad, en julio de 1967 viaja por el país para convocar a un plenario nacional de Cristianismo y Revolución a realizarse en Quilmes, Pcia. de Buenos Aires. Como vocero del “Camilo”, defiende contra posiciones insurreccionalistas la vía foquista como alternativa para derrotar a la dictadura y acceder a la toma revolucionaria del poder. La declaración final de ese encuentro recogía tales posiciones, interpretando que la instauración del socialismo en su versión argentina suponía profundizar las conquistas alcanzadas por el peronismo. Hacia fines de 1967 Abal Medina viaja a Cuba para recibir instrucción militar junto a Norma Arrostito y Emilio Maza, líder cordobés del “Camilo”, permaneciendo cerca de seis meses en el contexto de entusiasmo creado por la conferencia de la Organización Latinoamericana por la Solidaridad (OLAS). En la isla se produce la ruptura con García Elorrio. Quienes constituirían el núcleo fundador de Montoneros, cuestionan la demora de aquél en concretar la dimensión militar del foco revolucionario. A su regreso al país Abal Medina se instala con su novia en un departamento del barrio porteño de Chacarita, abocándose ambos al proyecto de creación de una célula político-militar. Avanzado el año 1968 tienen un contacto con Envar El Kadri (a punto de lanzar sin éxito las Fuerzas Armadas Peronistas —FAP— en el monte tucumano), pero sin alcanzar una integración orgánica. Hasta entrado 1969 el grupo que se nuclea alrededor de Abal Medina y Maza mantiene la idea de guerrilla rural. Aquél habría poseído una férrea confianza en las potencialidades del “foco armado” como generador de conciencia en el pueblo y como método de lucha.
Según su concepción política, se trataba de gestar las condiciones para la formación de un Ejército Peronista que posibilitara el regreso de Juan D. Perón al país y al poder, reservando para éste el rol indiscutido de líder estratégico del Movimiento, el cual no haría sino ver profundizado su sentido revolucionario, siendo arrasados naturalmente los sectores “burocráticos” o “traidores”. Como parte del entrenamiento de la célula porteña realizan “expropiaciones” a bancos y destacamentos policiales para pertrecharse de dinero y armas. El 26 de diciembre de 1969 Abal Medina participa junto a otros siete militantes del asalto al Banco de Córdoba de la localidad de La Calera. Tras un intenso tiroteo a cara descubierta logra escapar. Entre fines de 1969 y principios de 1970, junto a Emilio Maza encabezan conversaciones para converger en una misma organización nacional con miembros de otros grupos político-militares de Córdoba (Lealtad y Lucha liderado por Elvio Alberione), de Capital (Sabino Navarro), y luego de Santa Fe (Mario Ernst), los que proviniendo de un mismo origen de militancia en círculos cristianos no han relegado totalmente el trabajo de base. Los grupos de Córdoba y de Buenos Aires participan conjuntamente en dos operativos de asalto a destacamentos policiales durante el mes de abril, firmados respectivamente con los nombres de “Comando Eva Perón” y “Comando Juan José Valle”. El 29 de mayo de 1970 protagoniza junto a Maza, luego de haber conducido su planificación, el secuestro seguido de muerte del Gral. Aramburu con que hace su espectacular aparición pública la nueva guerrilla peronista “Montoneros”. El nombre de la organización habría sido propuesto por Abal Medina a principios de 1969, recogiendo la tradición del revisionismo histórico y de reivindicación de los caudillos federales tan cara a su formación nacionalista. Las razones aducidas para la elección de Pedro E. Aramburu como blanco de la acción guerrillera cuando en 1970 se lo mencionaba como posible sucesor del Gral. Onganía y como portador de un proyecto “integracionista” del peronismo que se proponía dar una salida política a la dictadura militar —herida de muerte desde el Cordobazo (29/5/1969)— fueron las siguientes: como segundo presidente de facto de la “Revolución Libertadora” (1955-1958) que derrocara al gobierno de Juan Perón (1946-1955), es señalado como el artífice de las medidas más represivas contra el peronismo y antipopulares de ese gobierno, entre ellas el secuestro del cadáver de Eva Perón y los fusilamientos de militares y civiles tras el frustrado levantamiento del Gral. Valle en junio de 1956. Ya en marcha el denominado “Operativo Pindapoy” (preparado y ensayado desde comienzos de 1970), Abal Medina y Maza se presentan disfrazados de oficiales del ejército en la casa de Aramburu, simulando ofrecerle custodia para acceder al departamento y secuestrarlo sin despertar sospechas. El propio Abal Medina habría encabezado el “juicio revolucionario” que se le sigue al militar en la estancia de la familia Ramus en Timote, Pcia. de Buenos Aires, donde es llevado para su cautiverio previo a ser “ejecutado”. Buscado por las fuerzas de seguridad tras conocerse las identidades de la célula porteña luego de la toma de la localidad cordobesa de La Calera en julio de 1970, permanece refugiado en una casa de miembros de las FAP. A pesar de ello y del oscuro panorama que sigue a la muerte de Maza y la multiplicación de allanamientos y detenciones de miembros de la organización, mantiene el empeño en reorganizar la agrupación con reuniones de militantes de Capital y Gran Buenos Aires. El 1° de septiembre participa de la “expropiación” a la sucursal Ramos Mejía del Banco de Galicia, obteniendo una cuantiosa suma. Su siguiente plan era rescatar a uno de los montoneros herido en La Calera y detenido en el Hospital San Roque de Córdoba. El 7 de septiembre, durante una reunión en la pizzería La Rueda de la localidad bonaerense de William Morris, es descubierto por la policía y tras un intenso tiroteo, muere al intentar salir del bar, corriendo la misma suerte su amigo Ramus quien montaba guardia en un automóvil. Entre los asistentes a esa cita, Rodeiro es detenido mientras que Carlos Capuano Martínez y Sabino Navarro logran huir. Rodolfo Ortega Peña y Eduardo L. Duhalde, abogados con quienes Abal Medina tenía relación desde años atrás, reconocieron los cuerpos junto a los familiares antes de la realización de la autopsia en el Hospital de Haedo. Sus restos y los de Gustavo Ramus fueron despedidos por los padres Adur, Carlos Mugica y Hernán Benítez, entre otros, quienes durante la ceremonia religiosa reivindicaron a los guerrilleros muertos con nombre y apellido —en un gesto inédito aún bajo la dictadura del Gral. Onganía. El 7 de septiembre pasaría a formar parte del calendario memorial de la organización armada como “Día del Montonero”.
Cómo citar esta entrada: Ehrlich, Laura (2019), “Abal Medina, Fernando Luis”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org