AYALA, Prudencia (seudónimo: Sibila Santaneca) (Sonzacate, Departamento de Sonsonate, El Salvador 28/4/1885 – San Salvador, El Salvador 11/7/1936).
Promotora del unionismo centroamericano entre 1910 y 1936, luchadora anti-imperialista y anti- dictatorial, feminista y sufragista que se postuló como candidata presidencial a El Salvador en los comicios de 1931.
Prudencia nació en el pueblo de Sonzacate, departamento de Sonsonate, en el seno de una familia indígena humilde. Su madre, Aurelia Ayala, era de origen hondureño y su padre un comerciante mexicano de nombre Vicente Chilel. Ayala misma llegó a identificarse como indolatina mostrando con ello su orgullo étnico en un país donde tener sangre indígena era menospreciado. Contó apenas con instrucción de segundo grado en un colegio de Santa Ana, ciudad adonde la familia se había trasladado siendo aun pequeña. Mientras ayudaba a su madre en la costura fue adquiriendo conocimientos a través de la lectura de periódicos. En sus años adolescentes empezó a tener visiones y descubrió una afinidad por la adivinación, lo que llamó la atención del director del Diario de Occidente, Rosendo Díaz, quien le publicó desde 1898 sus visiones y predicciones bautizándola con el seudónimo de Sibila Santaneca. Así fue como Ayala se inició en el campo del periodismo donde sostendría acaloradas polémicas por sus publicaciones, en particular las que se referían a los derechos políticos femeninos. Sus críticos la catalogaron de loca y demente no solo por su dedicación al arte de la adivinación, que constituyó una fuente de ingresos a lo largo de su vida, sino también por sus avanzadas ideas feministas que no cabían en el molde de conducta femenina de la época. Tuvo dos hijos fuera del matrimonio a los que sacó adelante con el fruto de su trabajo en la costura, el periodismo y la adivinación. El otro eje que se destaca en su vida y obra, entrelazado con sus ideas feministas, fue su lucha por la unión centroamericana. Una mujer con un fuerte sentido de sí misma, orgullosa de su clase social y etnia indolatina, Prudencia Ayala puso su vida y obra al servicio del unionismo en Centro América.
En la ciudad de Santa Ana, El Salvador, Prudencia Ayala se empapó de las ideas del unionismo que difundían los grupos de obreros y estudiantes que venían cobrando influencia política en la segunda década del siglo veinte. En respuesta a las fuerzas imperialistas de Estados Unidos, que ya desde la vuelta del siglo 20 habían marcado su presencia en el istmo centroamericano con la construcción del canal de Panamá y la ocupación militar en Nicaragua entre 1912 y 1922, se aglutinaron diversos actores sociales entre ellos estudiantes, obreros, mujeres e intelectuales, para defender la soberanía de la región frente al “Gigante del Norte” y promover la paz y unión de los pueblos del istmo. En las páginas del Diario de Occidente, dirigido por el intelectual unionista el Dr. Miguel Estupinián, dio a conocer desde 1913 sus ideas que versaban sobre el unionismo así como sus profecías políticas donde pronosticaba la caída de gobiernos tiránicos, entre otras predicciones. Por sus fogosas y audaces proclamas se dijo en aquella época que era “el caballo de batalla” de los unionistas de Santa Ana, cuna de dicho movimiento en el país. Todo su pensamiento tocante al unionismo es testimonio de su aportación a la causa anti-imperialista que abanderaron las redes de obreros, estudiantes e intelectuales unionistas centroamericanos de la época.
Fue en el marco del unionismo, donde mediante clubes femeninos, Ayala vio abrirse una brecha para convocar a las mujeres a que participaran en la patriótica labor de reconstruir la patria grande centroamericana. Para ello, se amparó en los ejemplos de mujeres como su madre, Aurelia Ayala, quienes habían militado en el Partido Unionista santaneco (Santa Ana, El Salvador) llegando incluso a defender con armas su ciudad de la tiranía de los hermanos, Carlos y Antonio Ezeta.
Ayala también dejaría su huella como ardiente luchadora en pro del unionismo participando en acciones subversivas en torno al derrocamiento del dictador guatemalteco, Manuel Estrada Cabrera en 1919, por lo cual sufrió prisión y expulsión del vecino país. A partir de esta experiencia publicó el folleto, “Escible, aventuras de un viaje a Guatemala”. En El Salvador, asimismo, fue encarcelada durante meses por denunciar la tiranía y corrupción de un político en el pueblo de Atiquizaya, departamento de Ahuachapán, El Salvador, en el mismo año. Una “cronología” de su vida indica que en marzo de 1920 se ordenó una inspección de su casa en búsqueda de armas por creerse que estaba conspirando contra el gobierno de turno. La persecución de la que fue víctima Ayala dejó comprobado que había que combatir no solo el imperialismo sino también el autoritarismo interno para lograr la unión regional.
Al entrar la década de 1920, se reavivó el longevo proyecto de unión centroamericana en vísperas del centenario de la independencia y el ascenso al poder del Partido Unionista guatemalteco, vía el gobierno de Carlos Herrera (1920-1921). Ayala aprovechó esta coyuntura para lanzar su campaña en pro de los derechos políticos femeninos desde el foro público que le brindaba el Partido Unionista de El Salvador. En una conferencia pronunciada en el Teatro Nacional de Santa Ana en octubre de 1920, conmovió a la audiencia hablando del patriotismo femenino y la necesidad de incorporar a la mujer al quehacer político. Su discurso fue posteriormente publicado en El Unionista, periódico santaneco fundado para apoyar dicha causa. Más tarde, en febrero de 1921 durante la Convención Unionista de Santa Ana, a la que asistió en calidad de delegada por el barrio de San Miguelito, presentó una moción a favor del sufragio femenino, empleando el ideario unionista para hacer hincapié en la fraternidad y la armonía sin distinción de sexo ni nacionalidad.
El pensamiento feminista de Prudencia Ayala, anclado en el unionismo, postulaba que sin una ciudadanía más amplia que incluyera a la mujer con plenitud de derechos ciudadanos no se podría asegurar la defensa política de los ideales del movimiento. El voto femenino se debatió ampliamente cuando el Consejo Federal Provisional Centroamericano se reunió en Honduras entre julio y septiembre de 1921 para redactar una nueva constitución que terminó otorgándoles, aunque con restricciones, el derecho al voto a las centroamericanas. No obstante, el largo sueño de unión no habría de realizarse pues un golpe de estado en Guatemala derrocó al recién formado gobierno unionista y la Federación Centroamericana se disolvió meses más tarde. El unionismo como ideal, sin embargo, seguiría vigente a lo largo de la década y figuras como Prudencia Ayala mantendrían viva esa llama, así como la lucha por los derechos políticos femeninos.
En torno a nuevas elecciones presidenciales que buscaban perpetuar a la dinastía de los Meléndez Quiñones en El Salvador se desató en 1922 la persecución de los opositores políticos, muchos de ellos unionistas. Es muy probable que esta represión alcanzó a Prudencia Ayala. Algunas fuentes la ubican en la manifestación de mujeres que en el 25 de diciembre de 1922 marcharon por las calles de San Salvador a favor del candidato de la oposición, Miguel Tomás Molina. Por esta acción, que denotaba una apropiación de derechos ciudadanos que por su género no les correspondía, decenas de mujeres capitalinas, entre ellas vendedoras del mercado, así como mujeres de clase media, perdieron la vida tras ser brutalmente atacadas por el aparato represivo del estado: la Guardia Nacional y La Liga Roja. Ayala relata que debido a sus acciones en pro del unionismo sufrió persecución.
De hecho, las lagunas que existen sobre su activismo en la década de 1920, podrían indicar que estaba en la lista negra de la dinastía que se afianzó en el poder hasta febrero de 1927.
El último período de la oligarquía de los Meléndez Quiñonez entre 1923 y 1927 coincide con la publicación de las dos obras conocidas de Prudencia Ayala, Inmortal, amores de loca (1925) y Payaso literario en combate (1927). Ambas obras representan recopilaciones heterogéneas de artículos publicados a lo largo de su carrera, folletos, poemas, cartas postales, y profecías que revelan elementos biográficos de la autora, su afinidad por la adivinación, su militancia a favor de la unión centroamericana, y sus planteamientos sobre el unionismo y el feminismo. En estos escritos también sostiene polémicas con sus detractores, muchos de los cuales consideraban sus ideas disparates, producto de una persona demente. Su prolífica actividad periodística la posicionó para lanzar en 1930 su semanario, Redención Femenina, desde Guatemala donde se encontraba a fines de la década organizando gremios de mujeres aliados al unionismo.
Ayala aprovechó la coyuntura política que se abrió con el gobierno de Pío Romero Bosque (1927-1931), para irrumpir nuevamente en la escena política salvadoreña. El gobierno de Romero Bosque, surgido de la oligarquía, dio un inesperado giro prometiendo una mayor participación de los sectores populares obreros y comprometiéndose a respetar el sufragio. Hacia esta apertura política respondió Ayala cuando anunció en los medios periodísticos sus intenciones de ser candidata en las elecciones electorales de enero de 1931 bajo la bandera del Partido Unionista. En julio de 1930 se realizó una Convención Unionista con el fin de explorar la labor de propaganda y reorganización del partido que había cesado desde 1922.
Como parte de su plataforma Ayala elaboró un programa de reivindicaciones femeninas, de apoyo a los sindicatos y en contra de corrupción en la administración pública, limitaciones a la distribución y consumo del alcohol, el respeto por la libertad de culto y de prensa; el intercambio comercial y el reconocimiento legal de los hijos denominados “ilegítimos”. Su candidatura fue respaldada por varios comités, entre ellos el Comité Ayalista de Santa Ana y el de San Vicente que reportó 729 firmantes con presencia de propagandistas en varias ciudades del país. No obstante, la prensa prestó poca atención al interés político que despertaban sus planteamientos y en vez creó un ambiente sensacionalista en torno al hecho que siendo mujer aspiraba al máximo cargo político. Desde las páginas del periódico Patria, el escritor Alberto Masferrer, no obstante, exhortaba a la población a escuchar la causa “justa y noble” de Prudencia Ayala, aunque él mismo se unió al Partido Laborista.
Su deseo de ser candidata a la presidencia llevó a Prudencia Ayala a solicitar su inscripción en el registro de votantes de San Salvador y más tarde a presentar un recurso de amparo ante la Corte Suprema para que se le reconociera su derecho a votar y ser elegida. La constitución de 1886, vigente hasta la fecha, no hacía mención explícita de sexo al declarar en su artículo 51 que «son ciudadanos todos los salvadoreños mayores de 18 años, los casados y los que hayan obtenido algún título literario aunque no hubiesen llegado a esta edad”. La mayoría de magistrados, no obstante, llegó a la conclusión que el recurso de amparo, no la protegía en cuestión de derechos políticos. Solo Reyes Arrieta Rossi, uno de los diputados redactores de la Constitución Federal de 1921, registró una opinión contraria. Fue así como descartaron el caso por motivos procesales, por lo que Ayala se vio obligada a abandonar su hazaña.
En el sector obrero fueron valiosas las contribuciones de las mujeres al triunfo político del Partido Laborista en 1931 por medio de las redes unionista-vitalistas lideradas por Alberto Masferrer y asociaciones como Esfuerzo Femenil y Comité Paz y Concordia que hicieron campaña a favor del candidato laborista, Arturo Araujo. Aunque Ayala emprendió su propia campaña había declarado su afinidad con el sector laboral. “Soy amiga del proletariado porque amo al obrero pero no tengo ideas comunistas. Me gustaría que al obrero se le tratase mejor y se le subiesen los sueldos pero no que se destruya el capital” dijo en una entrevista al diario La Epoca. De hecho, en las páginas de Redención Femenina había declarado que respaldaría al candidato que acogiera su Programa de Gobierno. Dado el desempeño de las mujeres en apoyo del laborismo, Ayala albergaba grandes esperanzas que el nuevo gobierno favoreciera cambios jurídicos en pro de los derechos femeninos. Con este propósito, presentó ante la Asamblea reunida en junio de 1931 una petición para que se enmendara el Código Civil y penal que mantenía a la mujer salvadoreña en una posición subordinada.
La efervescencia política tras la victoria del Partido Laborista no duraría más de unos meses pues ya pesaba la crisis económica mundial y esto vino a dificultar el desarrollo de una agenda de cambios sociales. El primer año de gestión del Partido Laborista terminó con el golpe de estado de Maximiliano Hernández Martínez cuyo régimen se inauguró en enero de 1932 con la masacre de miles de campesinos alzados en el occidente del país. No se han encontrado datos de cuál pudo haber sido la respuesta de Ayala ante estos hechos sangrientos. Años más tarde, no obstante, alzaría su voz de protesta abogando por la liberación de jóvenes militantes injustamente detenidos en San Salvador y en Santa Ana. La carta de protesta fechada 5 de junio de 1935, que dirigió a la Asamblea Nacional, y a Martínez, se cierra con el lema, «por la patria, la justicia y la libertad.» Ayala tampoco olvidó las causas unionistas que la unían a los países hermanos. Así pues, en 1933 denunció la intervención de los marinos estadounidenses en Nicaragua, como lo había hecho en 1925 cuando le escribió una carta abierta al expresidente, Bartolomé Martínez, en la que exigía el retiro de los marinos y el pago de reparaciones. En respuesta a la muerte del líder libertador, Augusto César Sandino en 1933, impugnó severamente las acciones del General Anastasio Somoza García quien se ufanaba de haberlo matado. En una nota al pie de esta carta Ayala explica que no pudo publicarla anteriormente en Santa Ana debido a la censura. Claramente la indignación expresada por Ayala ante estos hechos representaba una forma de lucha, haciendo uso de su pluma aun cuando ponía en evidencia sus posturas oposicionistas.
Prudencia Ayala murió prematuramente en julio de 1936, año en el que Martínez empezaba un supuestamente legítimo período presidencial tras haber sido el único candidato.
Obra
Bibliográfica:
- Inmortal, amores de loca, San Salvador, Imprenta Arévalo, 1925.
- Payaso literario en combate, San Salvador, Imprenta Arévalo, 1928.
- “Escible, aventuras de un viaje a Guatemala”, enero 1920, folleto.
Hemerográfica:
- Artículos y notas en: Redención Femenina, junio de 1930, semanario de Guatemala.
- “Programa de Gobierno”, Redención Femenina, n° 1, junio de 1930, p.1.
- “Conferencia de los Derechos Políticos de la Mujer”, Diario del Salvador, 29 de octubre, 1930, p. 3.
- “En Pro de los derechos individuales de la mujer ante el mundo civilizado en la Augusta Asamblea Legislativa Nacional de la República de El Salvador en la América Central”
Cómo citar esta entrada: Ticas, Sonia (2021), “Ayala, Prudencia”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org