BARRERA, Apolinario (apodo: El Indio Barrera) (Buenos Aires, Argentina, 23/7/1877 – Buenos Aires, Argentina, 29/11/1945).
Militante del anarquismo argentino, administrador durante más de una década del diario La Protesta.
Era suboficial artillero de la Marina de Guerra argentina cuando a principios del siglo XX se vinculó al movimiento obrero y abandonó su carrera naval para consagrarse a la militancia anarquista. Según el testimonio de Diego Abad de Santillán:
Se había educado para la carrera militar, y su temperamento le habrá inclinado seguramente a esa elección. De talla gigantesca, de aspecto enérgico, de carácter duro, habría podido tener un magnífico porvenir en la marina: pero la lectura de El Perseguido, de La Protesta, de nuestros libros y folletos de propaganda le pusieron en contraste con el oficio de las armas y un día, siendo condestable, dejó el el uniforme y colgó el sable de ordenanza. Se lanzó con toda su energía y su pasión a las luchas sociales, sin más ambición que la de la justicia. Mientras Ghiraldo mantenía en sus revistas célebres la nota literaria y lírica, Barrera, hombre de acción, daba al movimiento obrero la tónica combativa, revolucionaria. Difundía nuestra prensa valientemente y estaba en todas aquellas actividades que requerían espíritu de sacrificio, energía, acción contundente.
Diego Abad de Santillán, «Apolinario Barrera. Medio siglo de lucha por la libertad y la justicia», en La Protesta n° 7931, Buenos Aires, noviembre 1945, pp. 1 y 3.
Está entre los fundadores de la Sociedad de Obreros Carpinteros de Buenos Aires el 29 de junio de 1902, creada para disputar el predominio socialista en el gremio. Integrante del grupo editor de La Protesta, fue durante años su administrador y uno de los artífices de su sostenimiento y su regularidad. Siempre según el testimonio de Santillán: «las represiones policiales y judiciales de 1902 sirvieron de acicate a ta combatividad de Barrera y aunque su nombre no aparezca ante el gran público en todos aquellos años, su presencia combativa se hizo sentir entre los grupos anarquistas y en los gremios obreros. Inspiraba confianza su bravura y sabía animar con su ejemplo, donde quiera que había que afrontar un peligro estaba él, y el peligro era superado. Este gigante de ascendencia india, que tomaba la vida como un combate perenne, tenía un gran parecido con Buenaventura Durruti, el luchador leonés. Se parecían hasta en el lenguaje franco y rudo» (Ibid., p. 1).
En el marco de la represión del Centenario (1910), logra editar algunos números clandestinos de La Protesta, pero es uno de los detenidos y deportados al penal de Ushuaia, en la provincia austral de Tierra del Fuego. Liberado un año después, funda, con Rodolfo González Pacheco y Teodoro Antillí el periódico Alberdi (1911), pero acontecimientos posteriores lo enfrentarán gravemente con ellos.
En 1912 integra la Comisión técnico administrativa de la Liga de Educación Racionalista, junto a Alicia Moreau, Julio R. Barcos, Enrique del Valle Ibarlucea, Urbano Rodríguez, Juan Emiliano Carulla, Luis Magrassi, Vicente Fonda, Baldomero Herrero y Miguel Cabrera.
En noviembre de 1912 preside el III Congreso de Unidad Sindical que quiso unificar a la FORA anarco-comunista (del V Congreso) con la CORA sindicalista.
En 1913 son condenados a prisión el director de La Protesta Teodoro Antillí y su administrador Apolinario Barrera, acusados de «apología del delito», por la publicación de un artículo del primero en defensa de Simón Radowitzky («Radowitzky», en La Protesta n° 2094, Buenos Aires, 14/11/1913). La apelación en su defensa llegó hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación, fallando en contra de su libertad.
En mayo de 1915, una vez cumplido un año y medio de prisión, se incorpora a la redacción de La Protesta en calidad de administrador. A mediados de octubre de 1915 está en Río de Janeiro, Brasil, para participar como delegado de la FORA del V Congreso (anarco-comunista) en el Congresso Internacional da Paz que había convocado la Confederação Operária Brasileira (COB) para los días 14, 15 y 16 de octubre de 1915. Allí mismo participó inmediatamente después en el Congresso Anarquista Sul-Americano (17, 18 y 19 de octubre de 1915).
A raíz de un conflicto laboral producido en 1916 en la empresa cervecera Quilmes, la FORA decreta el boycot a los productos de la empresa. Barrera será el artífice de la campaña que lleva adelante La Protesta, publicando numerosos anuncios que decían: «Boycott a la Cerveza Quilmes». El grupo dirigido por González Pacheco y Antillí, que editará años después el periódico anarquista La Antorcha, lo acusará de haber recibido dinero de otra empresa cervecera (Palermo) para financiar dicha campaña de boycot, pero Barrera es respaldado por la FORA y el grupo editor de La Protesta.
En noviembre de 1918 protagoniza una novelesca aventura para liberar a Simón Radowitzky del penal de Ushuaia. Llegó a la ciudad en una pequeña lancha a motor tripulada por dos hombres, cargaron a Radowitzky y cruzaron el Estrecho de Magallanes en dirección a Chile. La lancha sufrió un desperfecto técnico y debió detenerse durante ocho horas. Cuando logró reanudar su marcha, fue perseguida por un escampavía de guerra chileno. Cuando desembararon en Punta Arenas, fueron finalmente detenidos y entregados a las autoridades argentinas. Radowitzky fue devuelvo al penal de Ushuaia y Barrera sufrió por el intento fallido más de un año de prisión en Río Gallegos. Cuando regresó a Buenos Aires un año y medio después, «sus amigos pudieron abrazarle en uno de nuestros grandes pic-nics de la Isla Maciel» (Santillán, op. cit., p. 1).
En diciembre de 1919, una vez en libertad, vuelve a la administración de La Protesta. En marzo de 1920 el local de La Protesta fue allanado y Barrera detenido nuevamente, en el marco de las razzias policiales que siguieron a la llamada “huelga de las bombas”, atribuidas a los anarquistas durante el intento frustrado de huelga general. Permaneció detenido por cinco meses, hasta agosto de 1920.
De regreso en la administración de La Protesta, sostiene posiciones favorables al anarco-comunismo y contrarias a la unificación de las dos FORA. Dirige desde el diario verdaderas campañas contra la Unión Sindical Argentina (USA), de orientación sindicalista, y también contra el «antorchismo». La virulencia de sus intervenciones es denunciada por el periódico anarquista rival La Antorcha, lo que termina generando tensiones en el seno de la redacción de La Protesta, por lo que Barrera termina alejándose definitivamente de la administración del diario anarquista en 1926. Durante sus años como administrador de La Protesta mantuvo una nutrida correspondencia como camaradas de Europa y América Latina (su correspondencia con Diego Abad de Santillán y con Ugo Fedeli se conserva en el Fondo Santillán y en el Fondo Fedeli del Instituto de Historia Social de Amsterdam).
Ingresará entonces como intendente del edificio del diario Crítica, llegando a convertirse en hombre de confianza de su director, Natalio Botana. A principios de 1926 se produce un conflicto con la Federación de Vendedores de Diarios y en circunstancias poco claras es muerto de un tiro en la cabeza el canillita anarquista Raúl Pintos y herido otro, siendo Barrera acusado nuevamente por La Antorcha, ahora como autor del crimen. Testigos del hecho informan que la actuación de Barrera consistió en sacar el cadáver a la calle para no comprometer al diario, aunque el disparo lo habría realizado otro distribuidor.
Tuvo dos hijos con su compañera Lola. Uno de ellos murió pocos días después que su padre, a los 21 años, a causa de una tuberculosis.
Luego de una larga enfermedad que lo tuvo postrado los últimos meses de su vida, murió a los 68 años el 29 de noviembre de 1945 (y no de 1944, como se suele señalar erróneamente). Un puñado de compañeros de La Protesta y del diario Crítica acompañaron sus restos hasta el Crematorio del Cementerio de la Chacarita. Pronunciaron discursos el escritor Pablo Rojas Paz, su camarada de ideas libertarias Diego Abad de Santillán y un compañero de trabajo del diario. Según la crónica de La Protesta, una vez terminados los discursos, uno de los integrantes del cortejo se acercó al féretro y con voz sentida gritó: «Salud, compañero Barrera, en nombre de Simón Radowitzky»(«Ecos de la muerte de Apolinario Barrera», en La Protesta n° 7931, Buenos Aires, noviembre 1945, p. 3).
Cómo citar esta entrada: TARCUS, Horacio (2020), “Barrera, Apolinario”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org