MOSCOSO, Manuel (Seudónimo: Iván) (Cuevas de San Marcos, Málaga, Andalucía, España, sin fecha conocida de nacimiento – Buenos Aires, Argentina, 12/03/1912).
Zapatero, linotipista y periodista de origen andaluz, de destacada actuación en la prensa anarquista de Brasil y Argentina entre los años 1904-1912.
Nació en el seno de una humilde familia campesina de Cuevas de San Marcos, Málaga, Andalucía. Asustada por los terremotos de 1884 y 1887, seguidos por la epidemia de cólera, su familia resuelve emigrar al Brasil. En el año 1890 sus padres y sus hermanas se instalan en el barrio de Brás, en São Paulo, Brasil. Según el testimonio de una de las hijas del matrimonio, la migración no se debió a motivos económicos sino al deseo de su padre de criar a su hijos en una “gran ciudad”.
Manuel se crió con sus hermanas en São Paulo, donde comenzó a trabajar como zapatero, pero enseguida aprendió las complejidades del oficio de linotipista, y se involucró de lleno en el movimiento anarquista del país. La “casa de los Moscoso” se convirtió en un lugar de encuentro de los anarquistas que activaban en la capital paulista. Su padres y sus hermanas, educados en la religión católica, fueron compartiendo las ideas ácratas, al punto que cuando nació la quinta hermana de Manuel, Aurora, sus padres decidieron no bautizarla. Años después, tres de sus hermanas se unieron a líderes anarquistas: Mercedes se casaría en 1905 con el portugués Neno Vasco, Aurora con Adriano Botelho y Carmen con Antônio Orellana.
En 1904 Moscoso se instaló en Río de Janeiro, desempeñándose como linotipista en la Gazeta de Noticias. El 9 de octubre de 1904 Manuel lanzó junto al tipógrafo Carlos Dias el periódico O Libertário (Río de Janeiro), en cuya redacción participaron los anarquistas de origen italiano Luigi Magrassi y su madre Matilde Magrassi. Simultáneamente, Manuel colaboró desde Río con el periódico paulista O Amigo do Povo (São Paulo, 1902-1905), que dirigía Neno Vasco. Moscoso asume la dirección de dicho periódico en 1903. En 1905 participa —junto a Neno Vasco y al paulista Edgard Leuenroth, destacados referentes anarquistas— en la creación del periódico A Terra Livre (São Paulo / Rio de Janeiro, 1905-1910). Fue su administrador entre abril de 1908 y junio de 1908 durante el tiempo en que el periódico se editó en Río por un acuerdo con el grupo «Novos Rumos».
Entre los días 15 y 22 de abril del año 1906 asiste como delegado de la Federação Operária de São Paulo al congreso de fundación de la Confederação Operária Brasileira (COB) reunido en la sede del Centro Gallego de Río de Janeiro. Participó en los debates que se suscitaron entre reformas, anarquistas y sindicalistas revolucionarios, defendiendo los métodos de lucha obrera del boicot, el sabotaje, la huelga parcial y la huelga general. El congreso aprobó la creación de un periódico federal, capaz de unificar las voces de los diversos grupos dispersos a lo largo de vasto territorio brasileño y le confió la dirección. El nuevo medio, A Voz do Trabalhador (1908-1915), comenzó a publicarse en Río de Janeiro el 1º de febrero de 1908 en forma quincenal, llegando a alcanzar un tiraje de 4.000 ejemplares. En sus páginas aparecieron sus primeras notas firmadas bajo el seudónimo “Iván”.
Pero a poco de andar, A Voz do Trabalhador comenzó a padecer el problema histórico de la prensa anarquista en todo el mundo: la falta de recursos económicos, que acarrea la discontinuidad de las publicaciones y las consiguientes acusaciones de “incompetencia” formuladas contra los editores. Es así que en 1909 renunció a su cargo en la redacción.
En agosto de ese mismo año aparece como redactor de un nuevo órgano anarquista en formato tabloide, Liberdade (Río de Janeiro, 1909), del que aparecieron tres números (agosto, septiembre y octubre). Fue redactado, compuesto e impreso por Manuel Moscoso en una pequeña tipografia existente en la sede de la Federação Operária do Rio de Janeiro, en la rua do Hospício, 144. La administración indicaba la «rua Camerino 140, quarto, Rio de Janeiro».
A comienzos de octubre de 1909 es designado por el Consejo Federal de la Federação Operária do Rio de Janeiro, junto a Luigi Magrassi y Carlos Dias, para integrar la Comissão de Solidariedade Pró-Ferrer, en defensa del educador racionalista español Francisco Ferrer y Guardia condenado en Barcelona a la pena de fusilamiento. Moscoso fue el autor del Manifiesto de la Comisión, titulado “Contra a reação espanhola: Apelo a todos os amantes da Liberdade”.
El 17 de octubre de 1909 es uno de los oradores en el acto de protesta que tuvo lugar en el Centro dos Sindicatos Operários de Río de Janeiro. Aparece asimismo como destacado orador en el mitin de protesta por el fusilamiento que se llevó a cabo en la ciudad de Santos. Por entonces su nombre aparece como responsable de la distribución en Río de Janeiro del periódico anarquista anticlerical A Lanterna (1909-1916) que se editaba Leuenroth en São Paulo.
En 1911, previo paso por Porto Alegre, Iván decidió viajar a Buenos Aires, Argentina, para visitar a “una pareja amiga”, Luigi Magrassi y su mujer; pero una vez llegado a destino, quiso quedarse por un tiempo en el país. Consiguió trabajo como linotipista en la capital porteña, se alojó en casa de un camarada de origen ruso-judío (José Nathan) y su mujer en la localidad bonaerense de Ramos Mejía, y se conectó con el movimiento anarquista local. Este se encontraba en un momento de completo descalabro debido a la represión de la huelga general de 1910 contra el Centenario de la Revolución de Mayo. La Protesta, vocero del movimiento, había cesado de publicarse en julio de 1910.
Ante tal situación, Iván resolvió sacar el periódico adelante. Para dedicarse a tiempo completo debió renunciar a su empleo de linotipista, que por entonces era muy bien pagado, para aceptar la escasa asignación de cien pesos mensuales que el movimiento pagaba a los redactores. No era tarea sencilla, en absoluto. Apenas se contaba con un par de personas, que debían hacerse cargo de un periódico de alcance nacional e internacional. Eso significaba lidiar con la redacción de las notas, la corrección de las pruebas de galera, entenderse con la tipografía, contestar la correspondencia, hacerse cargo de la expedición, llevar los paquetes del diario a su destino; y todo ello en una imprenta clandestina, esquivando a la policía, y caminando las más de las veces diez cuadras para ahorrarle al periódico los diez centavos que costaba boleto del tranvía.
El primer número que logró salir a la calle bajo su dirección apareció en junio de 1911; la edición anterior, preparada para el 1° de Mayo, fue secuestrada por la policía cuando estaba compaginada y lista para entrar en imprenta. En aquellos primeros meses la salida del periódico fue muy irregular, pero ya para noviembre se logró la ansiada frecuencia semanal, saliendo puntualmente todos los martes.
La vida de Iván era por entonces, podría decirse, agradable. Dedicado por completo al ideal anarquista, vivía en un ambiente de bohemia revolucionaria, que le satisfacía: sus esfuerzos por asegurar la reaparición de La Protesta habían rendido nobles frutos. Además, seguía colaborando con la prensa anarquista brasileña, enviando artículos para el periódico carioca A Guerra Social (1911-1912), fundado por el grupo “Guerra Social” de Río de Janeiro.
Pero a principios de 1912, todo se empezó a desmoronar. Hacia enero las cosas no marchaban demasiado bien en el periódico: se repetía el problema histórico de la falta de fondos, y las críticas comenzaron a llover sobre los editores. Por ello, el día 22, Iván publicó el suelto “Cosas nuestras” en el que hacía un llamado a tomar conciencia de que la represión había asestado un duro golpe al movimiento;
el cual adolecía de “desorientación y falta de sentido práctico”, de “fanfarronería y audacia”, y que no había “dado pruebas de su capacidad de resistencia frente a la reacción”, para finalizar convocando a “realizar obra constante y seria” uniendo todas las fuerzas para mantener y sustentar, al menos por el momento, a La Protesta.
Este suelto provocó una oleada de reacciones indignadas por parte de un sector de los lectores, quienes argumentaban que si el periódico tenía déficit, era porque el salario de los editores era demasiado elevado. Por tal motivo, Iván resolvió renunciar a su cargo en el periódico, decisión que hizo pública en la edición del 6 de febrero de 1912, titulada: “Por qué dejo la redacción de La Protesta”, en la cual reseñó la historia de su paso por el periódico y los esfuerzos desplegados para conseguir su reaparición, y deslizando una amarga queja, acusando a sus detractores de practicar “sordas y desleales murmuraciones” en su contra, sin ofrecer una franca ayuda para mejorar aquellos aspectos que le criticaban.
A pesar de todo, Iván resolvió no dejar al periódico a la deriva hasta que alguien ocupara su puesto, y siguió colaborando, actitud que aplaudieron sus compañeros de La Protesta en un artículo publicado en la edición del 6 de marzo de 1912, titulada “El compañero Iván”.
Pero a los pocos días, sobrevendría una tragedia de índole personal. Iván se había enamorado perdidamente de la joven rusa que, junto a su marido, lo había hospedado en su casa. Y ella, fatalmente, también se enamoró —perdidamente— de Iván. La historia de este infortunado amor fue abordada desde lo ficcional por Horacio Quiroga en su cuento “El compañero Iván”, publicado en la revista Fray Mocho en 1916, y re versionado en Babel en 1921. El relato llegó a sus oídos de boca del pintor anarquista Carlos Giambiagi en la selva misionera, cuando este viajó a San Ignacio en 1915 para ayudar a Quiroga en sus intentos de fabricar carbón vegetal y producir vino de naranjas. Por su parte, también se ocupó de ella el historiador portugués Edgar Rodrigues en su obra de cinco volúmenes Os companheiros, un extenso diccionario biográfico dedicado a los militantes anarquistas que actuaron en Brasil.
Según Quiroga-Giambiagi, Iván era un hombre profundamente sensible ante el sufrimiento humano, incapaz de concebir ninguna clase de odio, y mucho menos de cometer una traición. Al principio, tanto él como la joven rusa intentaron renunciar a su amor y resistieron cuanto pudieron, hasta que no aguantaron más. Llegado ese punto, se sinceraron ante el marido de ella. La reacción de él fue acusar recibo del golpe, y comprender. Aceptó la situación, convino en que la pareja partiría al día siguiente, e incluso les dio algo de dinero para comprar muebles en su nueva vivienda.
Siempre según el relato de Giambiagi a Quiroga, aquella misma noche ella se suicidó; no podía empezar a vivir feliz su nueva vida, habiéndole partido el corazón a un hombre de la talla de su esposo. Iván, asimismo, no pudo soportar el derrumbe de su incipiente felicidad. Con la amargura de lo sucedido en el periódico, debió haber depositado todas sus esperanzas en el amor de ella, y se mató a los pocos días. Según Edgar Rodrigues, Iván y la mujer habian planeado escapar juntos; pero ella le contó la situación al marido y, ante su reacción y el panorama que vislumbraba, ella se quitó la vida.
Antes de suicidarse, Iván escribió una carta a su antiguo compañero Neno Vasco —quien, a la sazón, se había convertido además en su cuñado—, en la cual explicaba los motivos de su determinación. Le decía que estaba “tranquilo y sereno”, y que había tomado la decisión de matarse después de largas reflexiones, por la profunda convicción de que, a raíz de lo ocurrido, su vida sería “eternamente infeliz”. Decía la carta:
Meu Caro Neno:
Um fato terrível e doloroso impede que eu possa conservar por mais tempo a minha existência. Não sei como julgarás o meu ato, passado o primeiro momento de dor e de surpresa. Não procedo como um desesperado ou incapaz de encarar a realidade das coisas, não. Estou calmo e sereno e a minha resolução é meditada e filha da convicção profunda de que não pode ser de outra maneira. Amei intensamente e fui correspondido do mesmo modo pela mulher que devia unir-se comigo brevemente e que de fato já era a minha companheira. Morreu em circunstâncias tão dolorosas e trágicas que eu não poderia esquecer nunca e que tornariam eternamente infeliz a minha vida. Disso estou certo. Há 9 dias que ela se matou. Tive, pois, tempo de refletir. Nela estavam todas as aspirações da minha vida. Era-me demasiado cara para poder viver sem ela!
A minha pobre mãe e minhas irmãs só terão d’ora avante o teu apoio. É uma carga demasiado pesada e agora já é definitiva…
Desculpa-me, meu bom irmão!
Adeus! Abraça por mim a Matilde e beija os teus filhinhos!
Fundo Neno Vasco, Arquivo Histórico-Social, Évora (Portugal), trasnscripta en Edgar Rodrigues, Os companheiros, pp. 102-103.
Según el testimonio de José Romero, “Moscoso murió en casa del compañero [Apolinario] Barrera o de la familia Borobio” (Romero, 1955). Los atribulados compañeros de La Protesta, a quienes el suicidio de Iván tomara por sorpresa, dieron la triste noticia en la edición n° 1929, hoy inhallable. Allí se explicaba vagamente que la fatal determinación se debió a “un puro amor”, “un grande afecto”. Pero esto no resultó suficiente para los lectores, dado que en el número siguiente, publicado el 26 de marzo de 1912, se aclaraba: “…Iván se ha suicidado por amores contrariados. Amaba a una mujer, que según datos no confirmados, tronchó el idilio con un balazo en la sien, acción que por desgracia, poco tardó en imitar nuestro infortunado compañero”.
Los restos de Iván recibieron sepultura en el cementerio de la Chacarita. El 2 de abril de 1912, en su edición n° 1931, La Protesta publicó un suelto titulado “A los compañeros”, en el cual se lee:
“Queda abierta una suscripción para sufragar los gastos que abajo detallamos y que el entierro de Iván hubo ocasionado. GASTOS. Por entierro, según cuenta — $ 210.- Gastos varios — $ 5.80 Total — 215.80”.
“A los compañeros”, en: La Protesta n° 1931, Buenos Aires, 2/5/1012, p. 1.
Esos fueron los egresos del periódico en el mes de marzo. En el mismo suelto, se consignaban las entradas de dinero del mismo mes: entre los aportes de los tapiceros, cigarreros, panaderos y otros, se habían colectado apenas 132 pesos con 30 centavos. La Protesta, una vez más, había cerrado su contabilidad con los números en rojo.
Informado Edgar Leuenroth de la tragedia por carta de Neno Vasco, resolvió vender las pertenencias que Moscoso había dejado en Río de Janeiro, sobre todo su biblioteca, para costear la edición de un folleto con sus artículos, que lamentablemente nunca alcanzó a publicar.
Obra
(algunos de sus artículos aparecidos en la prensa obrera)
- “¡Vergüenza! ¡Vergüenza!”, artículo sobre los intelectuales que falsean en la práctica sus convicciones, en La Protesta n° 1900, Buenos Aires, 1/6/1911, p. 1. Disponible en americalee.
- “O 1 de Maio no Rio”, en: O Amigo do Povo, año 3, nº55, São Paulo, 14/5/1904, p. 1.
- “Os condenados”, en: Liberdade n° 1, Río de Janeiro, agosto 1909.
- “O Poder das Trevas”, en: Liberdade nº 2, Río de Janeiro, 8/9/1909.
- “Contra a reação espanhola: Apelo a todos os amantes da Liberdade”, Comissão de Defesa de Francisco Ferrer, Río de Janeiro, 13/10/1909.
- “O órgão da Confederação”, en: A Voz do Trabalhador. Órgão da Confederação Operária Brasileira, año I, nº 10, Rio de Janeiro, 1/5/1909, p. 3.
- “No, no hay contubernios”, artículo respondiendo acusaciones de sectarismo anarquista, en La Protesta n° 1919, Buenos Aires, 2/1/1912, p. 1. Disponible en americalee.
- “Cosas nuestras”, en La Protesta n° 1922, Buenos Aires, 22/1/1912, p. 1. Disponible en americalee.
- “Por qué dejo la redacción de ‘La Protesta’”, en La Protesta n° 1924, Buenos Aires, 6/2/1912, p. 1. Disponible en americalee.
Cómo citar esta entrada: Silva, Horacio Ricardo , Tarcus, Horacio (2021), “Moscoso, Manuel”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org