NAVARRETE CANALES, Julio (Departamento de Cauquenes, Provincia de Maule, Chile, c. 1895 – Provincia de Santiago, Chile, 1936, sin más datos de nacimiento y fallecimiento).
Profesor, conferencista y propagandista de orientación anarquista.
Hijo de Pedro Navarrete Salgado, agricultor, y Escolástica Canales Ilufi. Familia que además integraban sus hermanos Armando, Juana María (1894, fallece a las pocas horas de nacer), Luis (1897), Óscar (1899) y Gilberto (1901-1961). Según señalara este último en 1936, Julio Navarrete sería oriundo de Cauquenes, localidad del sur de Chile. Por otro lado, las partidas de nacimientos disponibles apuntan a la familia como residente en Coronel del Maule, pueblo rural al suroeste de la mencionada ciudad, aunque dentro del mismo departamento de Cauquenes.
Julio Navarrete asiste a la Escuela Normal de Chillán, ubicado en calle Deuco (hoy avenida O’Higgins) frente a la Plaza La Victoria. Allí se titula como profesor primario en 1914, labor que desempeñará hasta que es expulsado en 1922, mientras realizaba clases en Santiago, en medio de las movilizaciones docentes que tienen lugar entonces.
La crisis económica y social que afectó a Chile tras la Primera Guerra Mundial agudizaron problemas que el magisterio arrastraba de años anteriores, como las demoras en los pagos de los salarios y las gratificaciones, además de las precarios medios disponibles para la enseñanza en escuelas y liceos. A esto se suma la promulgación en 1920 de la ley de instrucción primaria obligatoria: un proyecto de reorganización del sistema educativo a nivel nacional que contemplaba mejoras en la calidad de la enseñanza, así como posibilidades de ascensos y beneficios económicos para los profesores. Promesas que, no obstante, se vieron interrumpidas y restringidas en muchos casos a raíz de las decisiones del Consejo de Educación Primaria, entidad nombrada por el parlamento a cargo de la nueva ley, el cual sería objeto de continuas críticas por parte del profesorado.
Las movilizaciones docentes durante los años de posguerra se caracterizaron por la presencia de un grupo de avanzada, entre los que se incluye Navarrete, que impulsaron una renovación en la identidad profesional y organizativa del magisterio. Este grupo estaba compuesto principalmente por jóvenes profesores de provincias, así como de otros vinculados a la universidad, formalmente como estudiantes, que buscaron dotar a su profesión de una mayor compenetración social, además de un carácter autónomo con respecto a partidos políticos y autoridades gubernamentales; conceptos fomentados por las ideas, sensibilidades, proyectos y formas de acción política y social de otros actores por entonces: estudiantes universitarios, organizaciones obreras, movimientos civiles y populares, además de diferentes intelectuales.
Mientras era profesor, en junio de 1922, Julio Navarrete forma parte de la comisión que tiene por finalidad redactar los estatutos para la creación del Sindicato de Profesores. Cometido que comparte con Víctor Troncoso Muñoz, Santiago Tejías Fuenzalida, Miguel Ruz González y Candelario Sepúlveda Fuentes, entre otros (Iván Núñez Prieto, Gremios del magisterio, p. 50). Instancia que será precursora para la fundación, a fines de ese mismo año, de la Asociación General de Profesores (AGP), primera organización docente de orientación sindical, de amplio alcance político, social y territorial durante los años veinte.
Al mes siguiente, en julio de 1922, Navarrete actúa como representante de la Asamblea del Profesorado Primario de Santiago en la reunión para tratar la unificación del profesorado, además del establecimiento de un local social propio para el magisterio, cita que tiene lugar en los salones de El Diario Ilustrado de Santiago (“Profesorado primario”, La Nación, Santiago, 10 de julio de 1922, p. 11).
Sin embargo, y a pesar de su colaboración en el movimiento docente, Julio Navarrete publicará durante estos meses una serie de volantes y manifiestos de forma independiente. Estos expresaron críticas al estado político y social, así como a la acción de sus propios pares en medio de las movilizaciones, entre los que destaca su “Manifiesto a los Profesores de Chile”, “grito vibrante de llamado a la conciencia del magisterio esclavo, [que] causó asombro por la audacia de sus conceptos y su tono cálido y sincero” (Gilberto Navarrete Canales, “Breves palabras sobre el autor de estas páginas”). Prácticas que por lo demás, le valieron la atención y seguimiento de las autoridades, las que dictaminarían su expulsión como profesor primario hacia octubre de 1922. Hecho que será reprochado por los estudiantes universitarios a través de las páginas de la revista Claridad (Santiago, 1920-1932), así como objeto de debate por la Asamblea del Profesorado Primario de Santiago (“Un pequeño drama”, Claridad n °75, Santiago, 28 de octubre de 1922, p. 4; “Asamblea del Profesorado Primario”, La Nación, Santiago, 28 de octubre de 1922, p. 17).
Su separación como docente, al parecer, incidió de manera significativa en su práctica militante. Entre 1923 y 1924 se constata una intensa actividad en círculos obreros y revolucionarios, especialmente anarquistas. Dinámica que, sin embargo, se verá interferida en los años siguientes a raíz de la tuberculosis que contraerá.
Los periódicos Verba Roja (Valparaíso/Santiago, 1918-1927), administrado entonces por la “Agrupación Anarquista de Santiago”, núcleo que integraron Luis Armando Triviño Velasco, José Santos González Vera y Vicente Amorós Pozo, entre otros; y Tribuna Libertaria (Santiago, 1923-1926), órgano de los Centros de Estudios Sociales de Santiago que dirigía Gregorio Ortúzar; serán sus principales medios de exposición y debate: sobre contingencia, teoría y praxis anarquista, así como de educación. Tema este último, sobre el que elaborará una postura radical, incluso dentro del mismo anarquismo (Rojas Flores, p. 249).
Sus trabajos aparecieron también en los periódicos El Productor (Iquique, 1921-1923), órgano de la Unión Local de Iquique, integrante de la sección chilena de la International Workers of the World (IWW) y El Ideal Obrero (Santiago, 1925), vocero del gremio de estucadores de Santiago, a cargo de Sixto Lobos.
En junio de 1923, oficia como conferencista en las veladas a beneficio de Verba Roja en Santiago. Una, en el local del Centros de Estudios Sociales “José Domingo Gómez Rojas”, en la calle Maipú 840; y la otra, en el salón teatro de la IWW, en Nataniel 1057 (“Centro de Estudios Sociales ‘José D. Gómez Rojas’”, La Nación, Santiago, 9 de junio de 1923, p. 18; “Agrupación Anarquista”, Claridad n° 93, Santiago, 23 de junio de 1923, p. 5).
Será en este mismo mes que tiene lugar en el Senado del Congreso Nacional la discusión en torno a la posible restitución al servicio docente de Julio Navarrete, junto al otrora profesor y anarquista Manuel Márquez. Iniciativa propiciada por la Sociedad de Profesores que, sin embargo, será intensamente pugnada por los parlamentarios liberales y conservadores, en particular por el ex ministro de guerra del presidente Sanfuentes y uno de los responsables de la maniobra represiva de 1920, conocida popularmente como la “Guerra de don Ladislao”, Ladislao Errázuriz Lazcano:
“Es en manos de energúmenos sanguinarios como éstos en las que se encuentra la formación de la juventud. De estos cerebros criminales fanáticos depende la suerte de la patria, a la que dejan como horrible herencia la mente y el corazón de la juventud, cuyos sentimientos y cuyas ideas amasaron con el fango de sus materialistas y la sangrienta prédica de sus utopías anárquicas”.
“Congreso Nacional. Cámara de senadores. Sesión 4.a ordinaria en 7 de junio de 1923”, La Nación, Santiago, 8 de junio de 1923, p. 9.
Acusaciones que Navarrete contestará a través de su “Respuesta a los fariseos”, texto publicado por la revista Claridad y que incluso será reproducida en parte por el periódico anarquista uruguayo La Tierra (Salto, 1920-1925):
“Pasó por el Senado la voz de la Verdad, azotando a los orondos mercaderes, y las túnicas se plegaron sobre los rostros, en un fingimiento de pudor, y los representantes de la ley, despedazaron sus vestiduras, poseídos por todos los visajes, de todas las indignaciones. […] ¿Quiénes me dicen sanguinario?… /Los mismos que han aplaudido las matanzas de San Gregorio, de Lota, de Magallanes, de la Alameda de las Delicias, de Iquique… /Los mismos que han movilizado ejércitos para matar;… /Los mismos que mantienen un régimen nefando, en donde los niños, las mujeres y los hombres, mueren a pausa, mordidos por la serpiente de la miseria…”.
Julio Navarrete, “Respuesta a los fariseos”, Claridad n° 93, Santiago, 23 de junio de 1923, pp. 6-7.
En setiembre de 1923, Julio Navarrete crea la Editorial Rebelión, con la que publica el folleto “Hacia la Anarquía”, de su propia autoría. Texto breve de propaganda, de positiva recepción, por ejemplo, como reseña el periódico anarquista Campana Nueva (Valparaíso, 1924-1926), que administraba Emilio Meza P. (“Por Julio Navarrete C., Hacia la Anarquía”, Campana Nueva n° 1, Valparaíso, 1ª quincena de mayo de 1924, p. 3).
En julio de 1924, se anuncia a través del periódico y órgano de la AGP Nuevos Rumbos (Santiago, 1922-1927/1931-1932) la próxima publicación del folleto “La inmoralidad del sufragio” de Navarrete (“Un nuevo libro”, Nuevos Rumbos n°22, Santiago, 24 de julio de 1924). El periódico Nuevos Rumbos es importante para las actividades del magisterio, ofreciendo colaboraciones de Sébastien Faure, Errico Malatesta, Julio R. Barcos, Gabriela Mistral, José Carlos Mariátegui, Carlos Sepúlveda Leyton o los educadores Adolfo Ferriére y Angelo Patri.
Entre octubre de 1924 y marzo de 1925 se registran las últimas colaboraciones de Navarrete en los medios anarquistas, particularmente en Tribuna Libertaria. Allí abordará el establecimiento de la junta militar en el gobierno chileno desde setiembre de 1924. Su artículo “Los tiranos y las garras” será censurado por la dicha junta (Julio Navarrete Canales, “Los tiranos y las garras”, Tribuna Libertaria n°20, Santiago, 2ª quincena de marzo de 1925, p. 3).
La tuberculosis afectó severamente a Julio Navarrete en este periodo. Para junio de 1926 se encuentra en Vicuña, ciudad en medio de los valles precordilleranos, a 380 kms. al norte de Santiago, para tratar la enfermedad (Zenón Labarca, “Julio Navarrete Canales”, Nuevos Rumbos n°51, Santiago, 1° de junio de 1926).
Julio Navarrete Canales fallece “en un preludio de primavera” en el año 1936, aquejado por la tuberculosis y la pobreza. Muerte, al parecer, acontecida en la ciudad de Santiago.
Su hermano Gilberto se encargará de publicar de forma póstuma, ese mismo año, la obra “¿Educación? El mundo es escuela. La experiencia educación”, texto en el que sigue elaborando un concepto radical sobre la educación, que a su vez forma parte de un conjunto de obras inéditas (novelas sociales, estudios pedagógicos, cartas, comentarios a la actualidad) que su hermano editaría por expreso encargo de Julio Navarrete.
Obras
- “Hacia la Anarquía”, Santiago, Editorial Rebelión, 1923.
- “La inmoralidad del sufragio”, s.d., 1924.
- “¿Educación? El mundo es escuela. La experiencia educación”, Santiago, Imprenta Alfa, 1936.
Cómo citar esta entrada: Martínez Maldonado, Felipe Antonio (2021), “Navarrette Canales, Julio”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org