BLANCO GALDÓS, Hugo (Cuzco, Perú, 15/11/1934 – Upsala, Suecia, 25/6/2023).
Hugo Blanco Galdós, el menor de tres hermanos, nació en Cuzco en 1934, hijo de un abogado y de una pequeña hacendada del pueblo Huanoquite, en el distrito de Paruro. En la hacienda trabajaban campesinos quechuahablantes y sus padres hablaban a menudo quechua entre sí, de modo que Hugo fue desde su niñez bilingüe castellano-quechua. Vivió su infancia en Huanoquite y cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Ciencias de Cuzco.
Terminado el bachillerato, en 1954 partió a Argentina para estudiar agronomía en la Universidad Nacional de la Plata (UNLP). En esa ciudad su hermano mayor dirigía una célula aprista y activaba en el Centro de Estudiantes Peruanos. Fue allí donde descubrió el trotskismo, a través del peruano Carlos Salguín, amigo de su hermano, y se unió al Partido Obrero Revolucionario (POR) dirigido por Nahuel Moreno. Siguiendo las prácticas de proletarización que por entonces llevaba a cabo esta corriente, abandonó sus estudios universitarios e ingresó a trabajar como obrero en el frigorífico Swift de la localidad de Berisso, en la Provincia de Buenos Aires, donde pudo vivir la experiencia del sindicalismo industrial de masas. Acompañó entonces la resistencia de los obreros de Berisso al golpe militar que en septiembre de 1955 derrocó al gobierno de Juan D. Perón.
En 1956 sus compañeros le ofrecen regresar al Perú para intentar reorganizar el Partido Obrero Revolucionario (POR) en Lima. Su tarea era consolidarse entre la clase obrera industrial, de modo que él mismo ingresó como obrero, primero en una fábrica textil, luego en una metalúrgica y finalmente en una fábrica aceitera, pero los sindicatos obreros eran por entonces muy débiles o inexistentes, y no tardó en advirtir que las principales luchas se libraban en el campo. Así, a partir de 1958, reinstaló la sede del POR en el Cuzco, su ciudad natal. Inicialmente se integró a la Federación Departamental de Trabajadores del Cuzco como delegado del Sindicato Único de Vendedores de Periódicos, pero enseguida se incorporó como campesino al Sindicato de Campesinos de Chaupimayo, que formaba parte de la Federación Provincial de Campesinos de la Convención y Lares. Se sumó entonces a las luchas campesinas en los Valles de la Convención y de Lares, contribuyendo a la formación de sindicatos campesinos, con el apoyo de su organización, el Frente Revolucionario de Izquierda (integrado por el POR en alianza con otras organizaciones). Hugo Blanco fue elegido delegado del Sindicato de Campesinos de Chaupimayo a la Confederación Campesina del Perú. Ocupó diversos cargos en la Federación Provincial de La Convención, llegando en abril de 1962 a ser elegido secretario general.
Tomando la delantera del movimiento, Hugo comenzó a poner en marcha una “reforma agraria desde abajo”, bajo el lema “¡tierra o muerte!” (años después, volviendo sobre este período, se percató de que lo que entonces llamó el “sindicato” era en realidad otra cosa: “habíamos resucitado el ayllu, la comunidad campesina”). Ante las amenazas de los terratenientes y la Guardia Civil, los sindicatos campesinos instruyeron a Hugo para organizar una autodefensa armada. En varios escritos de este período así como en su libro ¡Tierra o muerte!, explica la profunda diferencia entre su concepción de la autodefensa como expresión directa de la lucha de las masas campesinas y el foco guerrillero propuesto por otros grupos revolucionarios peruanos, como el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) de Luis de la Puente Uceda o el ELN (Ejército de Liberación Nacional) de Héctor Béjar, inspirados en la experiencia cubana. Tras algunos enfrentamientos con la Guardia Civil, sus autodefensas fueron derrotadas y Hugo capturado en enero de 1963 en la selva de Mesacancha, llevándolo la policía a pie hasta la ciudad de Quillabamba.
En 1966, luego de tres años de prisión, su juicio tuvo lugar en la ciudad de Tacna. En 1967, tras una apelación, el fiscal del Tribunal Supremo de justicia militar exigirá la pena de muerte contra el peligroso revolucionario. Se lanzó entonces una vasta campaña internacional de solidaridad con Hugo Blanco liderada por la Cuarta Internacional, pero con el apoyo de diversas personalidades como Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Bertrand Russel. Luego, el tribunal lo condenó simplemente a “solo” 25 años de prisión, la pena máxima en ese momento, y lo envió a la siniestra penitenciaría colonial de la isla de El Frontón.
En 1970, con el establecimiento del régimen militar nacionalista de Velasco Alvarado, los presos políticos, incluido Hugo, fueron amnistiados. El gobierno de Velasco le propuso a Hugo Blanco participar en la reforma agraria en marcha. Pero a diferencia de Héctor Béjar, también liberado en esta ocasión, que había aceptado con entusiasmo esta propuesta, Hugo prefirió mantener su independencia y su distancia crítica frente a este tipo de reformas “desde arriba”, con todos sus aspectos burocráticos y autoritarios. En consecuencia, fue expulsado del país y tuvo que vivir en el exilio siete años más…
Primero en México (donde editó su libro ¡Tierra o muerte!) y luego en Argentina (donde estuvo preso) y más tarde en Chile, donde vivió los intesos años de la Unidad Popular de Salvador Allende —participando directamente de la experiencia de “poder popular” de los cordones industriales interfabriles (Hugo integró del cordón de Vicuña Maquena de octubre de 1972)—, tras el golpe de Estado de Pinochet culminó el periplo de su exilio en Suecia. Una vez que llegó a la capital sueca, inició una gira de conferencias por varios países europeos (y que se extendió a Canadá y Estados Unidos) para denunciar el golpe de Estado en Chile. En Escolomo trabajó en la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional como profesor de castellano y quechua para los jóvenes que se preparaban para viajar a América Latina, y luego como obrero industrial.
En 1978 regresó al Perú, siendo electo diputado a la Asamblea Constituyente en representación de una coalición radical, el Frente Obrero Campesino, Estudiantil y Popular (FOCEP), siendo el tercer candidato con más votos en el país. En 1980 fue elegido nuevamente diputado, esta vez por la ciudad de Lima, representando al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) del Perú. En 1985 optó por no presentarse a las elecciones, asumiendo hasta 1990 la secretaría general de la Confederación Campesina del Perú (CCP).
Durante estos años también participó en las luchas de las comunidades indígenas de la Amazonía, en Pucallpa (1999), donde fue brutalmente agredido por la policía y encarcelado. Fue liberado gracias a una campaña nacional —impulsada por el Partido de Unificación Mariateguista (PUM)— y una campaña internacional, no solo de la Cuarta Internacional, sino también de Amnistía Internacional, la Central de Trabajadores de Suecia, las Comisiones Obreras de España, el Partido de los Trabajadores de Brasil (PT) y el Frente Farabundo Martí de El Salvador, entre otras organizaciones.
En 1990 Hugo Blanco fue elegido senador de la República por la colación Izquierda Unida. Su actividad en el Parlamento peruano duró poco: en 1992, el presidente Fujimori dio un “autogolpe” y disolvió las dos cámaras. Hugo nuevamente se vio obligado a exiliarse, esta vez a México, donde se unió al EZLN del Subcomandante Marcos en 1994. Finalmente, regresó a Perú a fines de 1997 y se instaló definitivamente en el Cuzco, colaborando con la Federación Departamental Campesina de Cuzco, que lo eligió presidente de honor. En noviembre de 2006 lanza desde esa ciudad la revista mensual Lucha Indígena.
En 2008 fue encarcelado nuevamente, acusado de “violencia y resistencia a la autoridad”. Tras su liberación, organizó en 2009 una campaña de protesta contra la masacre, por parte del gobierno de Alan García, de una manifestación indígena en la región amazónica de Bagua. En 2009, Hugo Blanco firmó la Declaración Ecosocialista de Belém y participó en el Encuentro ecosocialista internacional realizado poco después del Foro Social Mundial de Belém. “Nosotros, los pueblos indígenas —declaró en esta ocasión— luchamos por el ecosocialismo desde hace 500 años”.
Murió en Suecia, donde residían sus hijos, a los 88 años. Pocas biografías de militantes son tan impresionantes por su tenacidad, su valentía, la constancia de su compromiso de lucha por la emancipación de los explotados y oprimidos, enfrentando contra viento y marea el poder de las clases dominantes y sus instrumentos de represión, sin dejarse intimidar por las derrotas, las palizas, el encarcelamiento, el exilio.
Para entender la lucha de Hugo Blanco, es importante captar sus raíces históricas y culturales. En su Introducción a la economía política, Rosa Luxemburg —interesada en el comunismo primitivo como formación social universal—, cita el ejemplo de la comunidad rural inca precolombina, expresando su admiración por “la increíble resistencia de la población indígena y las instituciones del comunismo agrario” que, a pesar de las condiciones desfavorables, se prolongó hasta el siglo XIX. Y en La acumulación del capital (1913), evoca la lucha de las poblaciones indígenas de las colonias contra las metrópolis imperiales —España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos— como la tenaz resistencia de las viejas tradiciones comunistas contra “la brutal ‘europeización’ capitalista impuesta por el colonialismo”. Un siglo después, América Latina asiste a un nuevo episodio de esta lucha ancestral: en el Perú de Hugo Blanco, se trata de la lucha del ayllu, la antigua estructura comunitaria indígena, contra las infamias de la “modernización” capitalista. No sólo en el siglo XIX, sino aún hoy, en el siglo XXI, tenemos, escribe Hugo Blanco, “una vieja organización colectivista, el ayllu, la comunidad campesina, que, a pesar de las distorsiones del entorno individualista desigual e impuesto por la ley, conserva su fuerza”.
Opuesto al discurso neoliberal y reaccionario de Vargas Llosa, quien denunciaba el “arcaísmo” de las tradiciones indígenas, Hugo defendía la vitalidad del ayllu, que no es solo un fenómeno económico, sino un espíritu de solidaridad colectiva presente en amplios sectores del campesinado. La importancia de esta tradición es también política —trayendo elementos de democracia comunitaria, democracia directa, desde abajo— y ecológica: implica respeto por la naturaleza, por la “Madre Tierra” (Pachamama).
Hugo Blanco estaba profundamente arraigado en la cultura andina; no solo hablaba quechua, sino que se identificaba con la larga historia de resistencia indígena al colonialismo hispano, desde la epopeya de Tupac-Amaru en el siglo XVIII. Su correspondencia con José María Arguedas (1969) es un testimonio conmovedor de la amistad de dos rebeldes que compartían esa profunda “raíz india”. Pero su punto de vista es mucho más amplio; por ejemplo, en los últimos años de su vida, Hugo se entusiasmó con las luchas de los indígenas de la selva amazónica —ajenos a la cultura quechua— contra las multinacionales petroleras y la agroindustria. Una lucha de vital importancia, no solo para aquellas comunidades indígenas que nunca aceptaron la “civilización” occidental, sino para toda la humanidad: la Amazonía, que los capitalistas y los grandes terratenientes tratan de destruir en su ciega búsqueda de ganancias, es el mayor reservorio de carbón del planeta, y por tanto uno de los últimos obstáculos al catastrófico proceso de calentamiento global provocado por los gases de efecto invernadero emitidos por el modo de producción capitalista. Cabe agregar que los entusiasmos de Hugo Blanco por esta problemática no fueron teóricos: se expuso, en primera línea, en las luchas indígenas, siendo víctima, con sus compañeros, de la golpes de represión.
Pero la perspectiva de Hugo no era solo peruana y latinoamericana: como participante activo de los Foros Sociales Mundiales, su visión de la lucha era internacionalista, universal. Por ejemplo, en la conclusión de uno de sus libros, escribió: “No somos solo los pueblos indígenas de las Américas”, mencionando luchas en Oceanía, África, Asia. La lucha es la misma, y el enemigo es el mismo: las multinacionales, los latifundios, el agronegocio, las políticas neoliberales, el sistema capitalista occidental. No hay nada de “regresivo” o “arcaico” en su enfoque, estaba tratando de salvar una preciosa herencia del pasado. Señalaba que sería saludable volver a nuestra moral originaria, lo que no significa volver a la vida primitiva: la profunda solidaridad humana, los entrañables lazos con la naturaleza, vivir sin las presiones de la sociedad de consumo, pensar en nuestros descendientes.
Uno de los capítulos de su libro ¡Tierra o muerte! se inicia con una cita de un célebre poema de Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Pocos luchadores en América Latina han contribuido tanto a allanar el camino que un día nos puede llevar a un futuro diferente, a un nuevo mundo posible. En un hermoso aforismo, Bertold Brecht dijo: “Hay hombres que luchan un día, y son buenos. Otros pelean un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida: ésos son los imprescindibles”. Hugo Blanco es uno de esos imprescindibles…
La desaparición de Hugo Blanco el 25 de junio de 2023 es una pérdida no sólo para los indígenas y campesinos de América, sino para toda la humanidad. Porque Hugo, luchador incansable, contribuyó decisivamente al surgimiento del ecosocialismo internacional. Su vida es un ejemplo inigualable de valentía, dignidad, integridad política y moral. Una vida de combate permanente por la causa de los explotados y oprimidos, y por la defensa de la Pachamama, nuestra Madre Tierra.
Sin miedo, sin retroceder, resistió a los imperialistas, terratenientes, oligarcas, dictadores, policía y ejército. Soportó años de prisión, amenazas de muerte, exilio, pero nunca se rindió. Aprendió mucho de León Trotsky, de los campesinos del Perú, de los zapatistas de Chiapas… Siempre estuvo abierto a nuevas ideas revolucionarias.
Hugo Blanco fue un revolucionario, un opositor intransigente al sistema capitalista, destructor de la vida humana y de la naturaleza. Nunca dejó de aspirar a una sociedad nueva, sin explotación, sin dominación, en armonía con todas las formas de vida. En su llamativa bandera rojinegra está inscrito, en letras de fuego, la consigna que legó Emiliano Zapata: ¡Tierra y Libertad!
Hugo Blanco, este hombre con “corazón de piedra y de paloma” –piedra indestructible contra los opresores, humilde paloma en manos de los oprimidos– como tan bien lo definió el gran escritor peruano José María Arguedas, fue un personaje legendario en Latinoamérica. Luchador incansable, recorrió el Perú de norte a sur, de la sierra a la costa, “y por donde iba ayudaba a los caídos a levantarse y a los mudos a hablar”. Encarna como pocos la lucha milenaria de los indios, los pueblos originarios del continente —que el gran marxista peruano José Carlos Mariátegui llamó Indoamérica— contra sus opresores, colonialistas, imperialistas, oligarcas. Su biografía es, desde sus inicios, una sucesión ininterrumpida de luchas, derrotas, victorias (algunas), represiones, encarcelamientos, golpes de estado, torturas, exilios. Militante por muchos años de la Cuarta Internacional —con la que siempre mantuvo relaciones fraternales—. se identificó con los zapatistas de Chiapas y con las luchas indígenas del mundo.
Hugo Blanco tuvo dos hijas mujeres y cuatro hijos varones. Con su compañera Vilma Valer Mercado tuvo su primera hija, Carmen Blanco Valer, dirigente ambientalista.
Obra
- El camino de nuestra revolución, Lima, Revolución peruana, 1964.
- “Estructura económico-social del Perú. Devolución libre de la tierra para el pueblo”; Buenos Aires, Fichas de la cátedra de Sociología Económica, Universidad de Buenos Aires, sin fecha (c. 1970).
- Tierra o muerte. Las luchas campesinas en Perú, México, Siglo Veintiuno, 1972.
- (con Ernesto González, Silvia Díaz y otros autores), La tragedia chilena, Buenos Aires, Pluma, 1973.
- (con Peter Camejo, Joseph Hansen, Aníbal Lorenzo y Nahuel Moreno), “Argentina y Bolivia: un balance”, Buenos Airs, Partido Socialista de los Trabajadores, 1973.
- “Cuatro
- El camino de nuestra revolución, Lima, Revolución peruana, 1964.
- “Estructura económico-social del Perú. Devolución libre de la tierra para el pueblo”; Buenos Aires, Fichas de la cátedra de Sociología Económica, Universidad de Buenos Aires, sin fecha (c. 1970).
- Tierra o muerte. Las luchas campesinas en Perú, México, Siglo Veintiuno, 1972.
- (con Ernesto González, Silvia Díaz y otros autores), La tragedia chilena, Buenos Aires, Pluma, 1973.
- (con Peter Camejo, Joseph Hansen, Aníbal Lorenzo y Nahuel Moreno), “Argentina y Bolivia: un balance”, Buenos Aires, Partido Socialista de los Trabajadores, 1973.
- “Cuatro caminos al poder”, Edición Popular Chaupimayo, 1987.
- “La insurrección, el arte olvidado”, 1987.
- “Lucha campesina”, 1987.
- “Luchas campesinas en La Convención y Lares. Chaupimayo-Quillabamba”, 1987.
- “Asamblea Nacional Popular: de la democracia burguesa a la democracia popular”, 1987.
- “Comunidad campesina: SL, PUM, Patria Roja”, 1987.
- “Significado y proceso de la Reforma agraria”, Lima, 2002.
- Nosotros los indios, Centro Bartolomé de las Casas y Lucha Indígena, 2003.
- “Alan, el terrorista”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “Alan García, asesino de Bagua”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “La verdadera historia de la reforma agraria”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “¡Agua, sí»! ¡Mina, no!”, Lima, Lucha indígena, 2010.
- “Lucha indígena. En defensa de la Madre Tierra y la construcción del autogobierno”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “Salvemos a la humanidad. Retomemos las raíces indígenas”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “Cartas entre José María Arguedas y Hugo Blanco”, Lima, Lucha indígena, sin fecha.
- “La primera reforma agraria del Perú. 1961-1963: La Convención y Lares, Cusco”, Lima, Lucha indígena, 2014.
- caminos al poder”, Edición Popular Chaupimayo, 1987.
- “La insurrección, el arte olvidado”, 1987.
- “Lucha campesina”, 1987.
- “Luchas campesinas en La Convención y Lares. Chaupimayo-Quillabamba”, 1987.
- “Asamblea Nacional Popular: de la democracia burguesa a la democracia popular”, 1987.
- “Comunidad campesina: SL, PUM, Patria Roja”, 1987.
- “Significado y proceso de la Reforma agraria”, Lima, 2002.
- Nosotros los indios, Centro Bartolomé de las Casas y Lucha Indígena, 2003.
- “Alan, el terrorista”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “Alan García, asesino de Bagua”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “La verdadera historia de la reforma agraria”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “¡Agua, sí»! ¡Mina, no!”, Lima, Lucha indígena, 2010.
- “Lucha indígena. En defensa de la Madre Tierra y la construcción del autogobierno”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “Salvemos a la humanidad. Retomemos las raíces indígenas”, Lima, Lucha indígena, 2009.
- “Cartas entre José María Arguedas y Hugo Blanco”, Lima, Lucha indígena, sin fecha.
- “La primera reforma agraria del Perú. 1961-1963: La Convención y Lares, Cusco”, Lima, Lucha indígena, 2014.
Cómo citar esta entrada: Löwy, Michael (2023), “Blanco, Hugo”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.