ALMADA, María Saturnina (apodo: “Tina”) (Benjamin Aceval, Paraguay, 30/11/1926 – Asunción, Paraguay, mayo de 2017).
Dirigente obrera textil y compañera de ruta del Partido Comunista Paraguayo.
Hija de Plácida Almada, madre soltera. Quedó huérfana tempranamente y fue criada por su abuela. Poco tiempo después fue enviada a Asunción, donde llegó a cursar hasta el segundo grado del ciclo primario.
En 1946, momento en el que se llevaba a cabo la apertura política de la dictadura de Higinio Morínigo (1940-1948), Saturnina contaba con 20 años. Trabajaba entonces en la empresa Textilia Gomero situada en el barrio Mariscal López de Asunción. En una entrevista ofrecida en 1982 informó que al principio eran unos 25 empleados, pero que la producción creció rápidamente y el número se duplicó. Según su testimonio, luego de los primeros meses de trabajo advirtió que los trabajadores/as de la empresa eran estafados, ya que la remuneración era por metro de tejido fabricado y no por hora o jornada de trabajo. Relató que había comprendido el proceso de explotación cuando fue a comprar un metro de tela a un negocio y el precio era equivalente a lo que le pagaban por la producción de un día entero (aproximadamente entre 42 y 44 metros). Inició así su trayectoria gremial en el trasfondo de la Guerra civil paraguaya de 1947. Se reconocía entonces como simpatizante del Partido Colorado.
En julio de 1949 se casó en la parroquia de Las Mercedes con Honorio Gómez . Durante la década de 1950 seguirá como empleada y gremialista de la mencionada empresa textil. Saturnina tuvo repetidos enfrentamientos con los directivos de la empresa y con sus compañeros del Partido Colorado por la explotación a la que estaban sometidas sus compañeras, la mayoría madres solteras. Pese a su actitud combativa, la pertenencia a los comités de barrio del partido le permitió mantener su puesto.
Hacia 1948 lideró varias huelgas dentro de la empresa que permitieron una mejor situación de las empleadas. Desde ese momento se comenzó a señalarla como “comunista”, pese que todavía no tenía ningún tipo de relación con aquel partido. Una vez que el sindicato de la fábrica fue cooptado por militantes del Partido Colorado que respondían a la dictadura de Stroessner (1954-1989), Saturnina renunció como delegada y fue despedida de la empresa en el año 1958.
Luego de un tiempo trabajando en casa, viajó a Sao Paulo, Brasil, donde existía una gran comunidad de paraguayos. Allí estuvo un año y medio y participó de reuniones de exiliados políticos. Recordaba estas reuniones por el lenguaje a su entender “difícil” de izquierda, no comprensible para el trabajador paraguayo promedio. Allí también conoció a quien tiempo después sería su nuevo esposo, Alfonso Silva►, militante del Partido Comunista Paraguayo (PCP).
Volvió al Paraguay pero al no encontrar trabajo partió hacia Buenos Aires. Allí trabajó como empleada doméstica y comenzó a militar en el PCP junto a su compañero que se había trasladado desde Sao Paulo a Buenos Aires. Como manifestó en varias entrevistas, nunca militó en el partido de manera orgánica.
Durante la primera mitad de la década de 1960, el PCP siguió la línea de la lucha armada combinada con las luchas legales y semilegales. En este tiempo, “Tina” permaneció en Buenos Aires. Alfonso Silva fue destinado por el partido a Sao Paulo para integrar un núcleo de militantes que reorganizarían el aparato militar del PCP, destruido en las luchas guerrilleras de 1960-61. Este trabajo estaba compartimentado y Saturnina no estaba al tanto del mismo.
Entre 1964 y 1965, se desarticularon los campamentos de instrucción guerrillera del PCP en territorio brasileño. Alfonso Silva volvió a Buenos Aires. En 1966 Saturnina viajó junto a él a la Unión Soviética. A su vuelta a Asunción, en 1968, fueron detenidos por la policía. Estarían diez largos años en prisión, repartidos en varias comisarías y centros de detención. A Saturnina la fueron a buscar a su domicilio agentes de civil y la llevaron al Departamento de Investigaciones donde vio a su esposo ensangrentado, al que habían detenido horas antes. La torturaron y continuamente le preguntaban por el paradero de Carmen Soler.
Luego de un mes en Investigaciones fue trasladada a la comisaría de la Chacarita, donde estuvo un año, para luego trasladarla a la comisaría de Fernando de la Mora. Allí sufrió condiciones inhumanas de encierro junto a otras compañeras como Idalina Gaona, Oilda Recalde ►, Isabel Ortíz ► y Lina Rodas ►. Las condiciones de detención sólo mejoraron levemente en 1970 luego de una visita de una delegación de la Cruz Roja. En 1976 fue trasladada al penal de Emboscada, donde volvió a ver a su esposo luego de ocho años. Allí permanecieron hasta el año 1978 en que fueron dejados en libertad. Inmediatamente la volvieron a detener por llevarle medicamentos a la cárcel a un compañero, Virgilio Bareiro. Por esta acción, pasó dos años y medio más en prisión.
El suyo fue uno de los casos monitoreados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos. Este seguimiento le ayudó a recobrar la libertad junto a su esposo en 1982, luego de sufrir 14 años de prisión. Fue expulsada del país y se radicó brevemente en Sao Paulo. Aquí denunció al régimen de Stroessner en una entrevista publicada en la revista Nosso Tempo. Luego viajó junto a su marido a Suecia donde fue recibida como asilada política. En 1989 retornó al Paraguay junto a Silva, quien falleció en c. 1997 y Saturnina, veinte años después.
Cómo citar esta entrada: Montero, Mariano Damián (2023), “Almada, ‘Tina’”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.