DEMARCHI ENRIETTI, Juan / Giovanni Giacomo (Piamonte, Turín, Italia, 1864 o 1866 – Valparaíso, Santiago de Chile, Chile, 5/4/1943).
Obrero carpintero italiano, fundador de la Liga de Arrendatarios de Antofagasta (1919), militante histórico de la Federación de Carpinteros y de la IWW de Valparaíso, organizador del Comité Pro Abaratamiento de la Carne (Valparaíso), incidente en la formación política de juventud de Salvador Allende.
A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX llegaban a desde Europa a América, mezclados con la migración de carácter económico, cientos o miles de espíritus inquietos, deseosos de explorar el mundo y difundir un ideal. Fueron los tiempos de las grandes gestas obreras, en los cuales el anarquismo se perfilaba como la promesa de la sociedad futura para muchos oprimidos. Muchos militantes sentían la urgente necesidad de dar a conocer la buena nueva, predicando valores y favoreciendo prácticas como la fraternidad, la solidaridad, la ayuda mutua y el internacionalismo entre los pueblos y las razas del mundo. Así llegaron a Chile del otro lado de Los Andes o en barcos desde el Atlántico, verdaderos apóstoles de las ideas de liberación. El italiano Juan Demarchi fue uno de éstos. Su vida, rica en experiencias por diversas regiones del orbe, bien podría alguna vez convertirse en rico material para un libro de aventuras, de gestas heroicas en tiempos peligrosos, pero pletóricos de actividad y esperanzas para quienes se presentaban como los revolucionarios de entonces.
Juan Demarchi Enrietti nació en Turín en el año 1864 o 1866 como Giovanni Giacomo Demarchi Enrietti. En su tumba aparece 1864 como su año de nacimiento, pero artículos realizados con motivo de su deceso señalan que tenía 75 años. Por otra parte, un prontuario realizado en Antofagasta en 1919, indica que había nacido en Turín en 1866; y el Prontuario realizado en Argentina señala como fecha de nacimiento un 10 de junio de 1866. Sus padres fueron Santiago Demarchi y María Enrietti, de quienes no manejamos mayores datos, aunque es muy probable que Santiago se haya desempeñado en alguna fábrica de las tantas que había por entonces en esa ciudad que ya era entonces una de las más industrializadas y ricas de Italia, capital de la región de Piamonte y sede de la Casa de Saboya.
Nada sabemos de su infancia en Turín, pero seguramente el niño Demarchi y su familia fueron una de las tantas víctimas de la pobreza y la explotación capitalista. Y muy seguramente fueron estas injusticias que tuvo que presenciar desde niño las que finalmente gatillaron en su encuentro con las ideas anarquistas.
Según un Prontuario elaborado luego de su detención por la policía política en Buenos Aires en junio de 1929, físicamente Demarchi era baja estatura (medía apenas 1,60 m), compostura delgada, complexión natural, cabello canoso, ojos hundidos de color marrón claro, frente ancha, nariz recta, boca mediana, bigote gris inclinado, barba afeitada, barbilla, orejas y labios regulares (Archivio Centrale dello Stato, Roma: 324 Ministero dell´Interno, Direzione Generale di Pubblica Sicurezza, Prontuario n° 32652, De Marchi Giovanni Giacomo, 26 de junio de 1929).
De su vida personal, llaman la atención los diversos intentos de Demarchi por consumar una vida marital. Hacia 1897 se encontraba en Buenos Aires emparejado con la argentina Hipólita Lizera, con quien concibió tres hijos: Juan Carlos (1897-1899), María Victoria e Irene. Por el año 1910 volvemos a tener noticias en este ámbito, esta vez, con motivo de su casamiento con la chilena Etelvira Mardones, en la viñatera Provincia de Colchagua ―específicamente en el pueblo de Santa Cruz. Todo hace suponer que no había logrado consumar una buena relación con Hipólita, la cual muy posiblemente regresó a Argentina con sus niñas. No obstante, para sorpresa nuestra, el acta de matrimonio señala que Demarchi era entonces viudo de Ana Santander Fernández. Es decir, después de Hipólita, ¿se había casado nuevamente? No lo sabemos, pero sí sabemos que fue con Etelvira con quien finalmente hundió raíces en Valparaíso. En 1926, según declaraciones del propio Demarchi, había formado legalmente dos familias sucesivas con mujeres chilenas, y cuya procreación consta de 6 hijos vivos, de los cuales 5 son mujeres, y un varón que aún no tenía 15 años. Este último, el hijo mayor, Juan Segundo Demarchi Mardones, nació el 8 de junio de 1912.
Poco sabemos aún del joven Demarchi y de su encuentro con las ideas anarquistas. Según alguna vez le contó Demarchi a su compañero Federico Serrano Vicencio (1893-1953), siendo muy joven desertó del Ejército Italiano ya sintiendo palpitar en su espíritu el verbo impetuoso de Garibaldi y Malatesta. Por esos años, las ideas de Malatesta ya circulaban por las calles de las principales ciudades italianas, y desde entonces éste se convirtió en su gran referente.
Pasó luego a Francia en los tiempos en se encontraba en todo su apogeo “la propaganda por el hecho” (1884-1886) y de ahí siguió rumbo a España, instalándose en Barcelona. En esta última, según los recuerdos del propio Demarchi, además de ser parte de una clase obrera unida y vigorosa, conoció a exponentes libertarios de la talla de Anselmo Lorenzo, uno de los primeros anarquistas españoles de proyección indiscutible en el campo internacional. La aparición de Francisco Ferrer i Guardia, y su célebre manifiesto sobre la Escuela Moderna renovaron en él sus energías y abrieron a su espíritu amplias y luminosas perspectivas. Fue en España donde Demarchi adquirió un rico venero de enseñanzas que le permitieron difundirlas en América con vivo y clamoroso interés en las multitudes. España entonces fue su cuna intelectual y formativa. Allí afinó sus ideas en torno al federalismo y la organización obrera como bases fundamentales para la emancipación humana.
Queriendo extender sus ideales por el mundo, se instaló posteriormente en Portugal, donde logró conformar un círculo de camaradas dispuestos a materializar los ideales libertarios. Y cuando advirtió que su presencia era un peligro para los poderosos de esa tierra, se marchó a África, específicamente a Marruecos. Para entonces ya ejercía el oficio de carpintero, el que —según le dijera a Federico Serrano—, le cautivó desde pequeño, por considerarlo “utilísimo y saludable”. Su vida, como siempre, oscilaba como el péndulo, entre su trabajo y su idea, pues trabajando lograba captar simpatizantes que lo escuchaban silenciosamente. Luego, a la salida del trabajo, en los cafés y tabernas frecuentadas por los obreros, Demarchi reafirmaba sus ideales hasta lograr conquistar cierto número de adeptos. En una ocasión, según contara a Serrano, se atrevió a hacer uso de la palabra en un paseo público, con la consiguiente extrañeza de los marroquíes, quienes consideraban un sacrilegio hablar en contra del régimen establecido. Fue así como logró conformar en ese país un grupo de seguidores y amigos, los que, al saber que Demarchi partiría al Brasil, se entristecieron profundamente, rogándole que no les abandonara. Demarchi accedió, pero, al poco tiempo después, sin aviso alguno, enfiló su ruta hacia las selvas impenetrables del Brasil.
No sabemos cuándo llegó al Brasil, pero suponemos que fue durante la última década del siglo XIX, cuando la inmigración de obreros italianos a dicho país estaba en pleno auge. Allí, según contara el mismo Demarchi a Federico Serrano, quedó maravillado ante la belleza de sus paisajes y el encanto de sus mujeres, y sobre todo de las virtudes nativas de su pueblo, acogedor y solidario por excelencia. Así, a pesar de que añoraba su adorable y luminosa tierra italiana, el Brasil lo retenía en su seno cálido y su paisaje exuberante.
Ya conocedor avezado de las costumbres de este pueblo y poseedor absoluto de su idioma, la tarea de divulgación doctrinaria le fue de fácil y provechosa penetración. Demarchi se estableció en Río de Janeiro, donde, debido a su oficio de carpintero, alternó con muchos trabajadores a quienes exhortaba a la organización y fundación de centros y bibliotecas populares. Y su trabajo fue dando frutos de forma paulatina. Según Serrano, “aún conservaba en su biblioteca los manifiestos y periódicos que él fundara y un sinnúmero de fotografías tomadas de diversos lugares del Brasil, donde en compañía de sus coidearios realizaba asiduamente actos de solidaridad social.” (El Andamio, Santiago, 16/9/1945).
¿Quiénes fueron entonces sus camaradas en Río de Janeiro? ¿cómo se hacían llamar? Son las grandes preguntas que se nos vienen a estas alturas del relato, sobre todo considerando la sentencia de Federico Serrano quien diría que “quien haya hecho un estudio serio del nacimiento y desarrollo del movimiento anarquista en el Brasil, tiene que contar entre sus objetos predilectos a Juan Demarchi, este audaz trotamundos encendido por un ideal de justicia y solidaridad humana”. Pero seguramente se trataba de inmigrantes italianos como él, considerando que entre 1870 y 1914, se dio el fuerte de la inmigración italiana al Brasil, la que, en principio se empleó en el campo, principalmente en los cafetales, pero a partir de 1880 acorde con la mayor industrialización del país, también fueron poblando las ciudades.
Todo ello coincidió justamente con un periodo de propagación de los ideales anarquistas que pasaron a ser difundidos entre los obreros brasileños a través de grupos de propaganda y periódicos, especialmente a partir de la década de 1890. Entre los pioneros, estaban: Gli Schiavi Bianchi (1892), L’Asino Umano (1894) y L’Avvenire (1894-1895), publicados en São Paulo por grupos compuestos mayoritariamente por inmigrantes italianos; O Despertar (1898) y O Protesto (1898-1900), publicados en Río de Janeiro por grupos que reunieron brasileños, españoles y portugueses.
Hacia 1894 se produjeron algunas deportaciones desde Brasil, siendo enviados algunos militantes de regreso a Europa mientrs que otros fueron llevados al Río de la Plata. Ello coincidía con la llegada a Buenos Aires de Juan Demarchi. No obstante, éste no contó a Serrano de ninguna deportación desde Brasil, más le hace ver que fueron sus deseos de viaje y propaganda los que le movieron a Buenos Aires. De igual modo e independiente de la forma en que salió de Brasil, lo cierto es que para ese año se encontraba ya en la capital argentina. Y según un informe de enviado por el Embajador de Italia en Buenos Aires a pedido del Ministerio del Interior del Régimen de Mussolini en octubre de 1932, Demarchi habría llegado a Buenos Aires en 1893.
Lo cierto es que instaló en una convulsionada ciudad porteña, en la cual comenzaban a germinar diversidad de grupos anarquistas, algunos antiorganizacionistas e individualistas, otros ya con la idea de conformar una gran organización sindical. Asumiendo que Demarchi era seguidor de las ideas de Malatesta, lo más probable es que se haya sumado a la cofradía de los sectores organizadores, que iniciaban la propaganda a través de periódicos, centros de estudios sociales, conferencias, viendo en la cultura una herramienta fundamental para la emancipación social. Así también lo sugiere Federico Serrano, señalando que “ya Argentina se sentía convulsionada cuando Demarchi llegó a ella y una profusión de Centros de Estudios Sociales y artísticos le abrían al pueblo el camino de su liberación”. Cabe recordar por lo demás que, el reconocido propagandista y filósofo Errico Malatesta se instaló en Argentina entre 1885 y 1889, dejando el camino allanado hacia la acción organizativa. Durante los años de permanencia, Malatesta fundó un grupo de Estudios Sociales, encargado de organizar conferencias y se editó en idioma italiano la revista La Questione Sociale. Hacia 1886 Malatesta inició una expedición en busca de oro a la Patagonia, para conseguir recursos para la propaganda libertaria y la organización de los obreros, no obstante, dicha empresa resultó un completo fracaso económico. Aun así, dejó huellas imborrables, sobre todo en la organización del gremio de los panaderos. Resulta sugerente que esta misma ruta seguida por Malatesta hacia la Patagonia, sería la que siguiera luego Juan Demarchi. Sin entregar mayores datos del periodo en que Demarchi estuvo en Buenos Aires, su confidente Federico Serrano señala que llegó entonces la reacción, debiendo muchísimos luchadores conocer el tenebroso presidio de Usuahia, siendo otros tantos expulsados del país por indeseables. Entre ellos, tócale a Juan Demarchi conocer tierra chilena.
Efectivamente por esos años se generó en Buenos Aires una arremetida de parte del poder hacia la propaganda anarquista, generándose desde finales de 1898 una serie de allanamientos y arrestos arbitrarios de anarquistas, especialmente de los inmigrantes. Actos como llevar al correo paquetes de La Protesta Humana o asistir a conferencias libertarias o distribuir folletos fueron especialmente objeto de persecución (Gonzalo Zaragoza Ruvira, Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, Ediciones de la Torre, 1996, p. 259).
Un año después, los registros dan cuenta de la residencia de Juan Demarchi. en Punta Arenas, Chile. Es muy posible que éste se haya trasladado a la región austral con anterioridad a 1898, moviéndose entre Santa Cruz (Argentina) y Punta Arenas (Chile). Cualquiera fuera el caso, durante estos años de residencia en la región de Magallanes, todas las reseñas coinciden en señalar que Demarchi habría ayudado a organizar a los obreros de aquella región. Y ello efectivamente también coincide con la primera huelga en la zona, el 7 de abril de 1896, cuando los trabajadores que se dedicaban a la construcción de lanchas cisternas iniciaron un movimiento de cuatro días, solicitando un incremento de sus salarios y de sus abonos diarios. Paralelo a la agitación social, se llamó al pueblo a formar una sociedad de resistencia, la que llevó el nombre de Unión Obrera, constituida formalmente al año siguiente con un órgano de propaganda llamado El Obrero, dirigido por Juan Contardi; al mismo tiempo, creó una biblioteca en su sede social, hizo funcionar una oficina de colocaciones y organizó la primera celebración del 1° de Mayo
en la historia de Magallanes. Actuaban en su seno elementos anarquistas y socialistas, y cuando estos últimos quisieron transformar este organismo sindical en el Partido Socialista, la unión sindical se desmoronó. De igual modo, la semilla de la organización obrera ya estaba sembrada, y pronto comenzaron a formarse nuevos gremios y sociedades de resistencia. En 1902 se constituyeron las sociedades de obreros albañiles con veinticinco trabajadores, mientras que un año después, se fundó la Unión Internacional de Obreros de Punta Arenas, que funcionaría hasta el año 1905.
Según Serrano, entre 1900 y 1904 Demarchi ya estaba trabajando en las localidades de Lota y Curanilahue, donde nuevamente contribuyó a parar la organización, esta vez, entre los obreros del carbón que recién iniciaban el proyecto de la mancomunal. Ello también coincide con la fundación en mayo de 1902 de la Federación de Obreros de Lota y Coronel, entidad con carácter de sociedad de resistencia, pasando luego a convertirse en la Federación Mancomunal de Obreros de Lota y Coronel, que cobijaba en su interior a obreros anarquistas, socialistas, demócratas, mutualistas e independientes. Dicha organización se alzó en huelga en más de tres oportunidades durante ese año, exigiendo mejores salarios, el fin a los abusos de las pulperías y la reducción de la jornada laboral.
Si bien le perdimos la huella por algunos años, sabemos que conoció a Etelvira Mardones en Valparaíso con anterioridad al Centenario. Muy posiblemente vivió entonces entre la región minera del sur de Chile y la porteña ciudad de Valparaíso.
Hacia 1918, volvemos a saber de su vida pública, esta vez, instalado en Antofagasta, integrándose a la Federación de Carpinteros de esa localidad y al Centro de Estudios Sociales “Fuerza Consciente”. Su desempeño como propagandista adquirió entonces notable calificación al dirigir la Liga de Arrendatarios y el Comité Pro Abaratamiento de la Carne, entidades de las cuales Demarchi, fue fundador junto a su compañero porteño –también carpintero anarquista- Pedro Ortúzar González (1887-1944), quien se encontraba en el norte desde 1916. La presencia de este último seguramente gatilló la llegada de Demarchi, pero además, en 1919 Antofagasta comenzaba la construcción de su puerto, demandando mano de obra especializada. Para un carpintero se trataba de una oferta atractiva.
Sin embargo, sus actividades propagandísticas y sobre todo su decidida participación en las ya nombradas Liga de Arrendatarios y Comité Pro Abaratamiento, redundaron en que fuera perseguido por las autoridades locales, quienes presionaron a sus empleadores para despedirlo. Demarchi retornó a Valparaíso al parecer a fines de 1920, reintegrándose a la Federación de Carpinteros y a la Unión Local de la Industrial Workers of the World (IWW), convirtiéndose a la vez en uno de los animadores del Ateneo Obrero y de las actividades culturales de la calle San Ignacio # 109.
Este espacio era entonces muy activo en cuanto a las actividades obreras; diversos gremios solicitaban su amplio salón social para realizar veladas y actividades culturales, conferencias, presentaciones teatrales, torneos literarios. Fue en este escenario que se generó el encuentro con el joven Salvador Allende, futuro líder socialista de la Unidad Popular. Allende tenía 14 años por el año 1922 y estudiaba en el Liceo Eduardo de la Barra, que quedaba a pocas cuadras del salón social. Según recuerdos del líder socialista, Demarchi contaba con 63 años cuando lo conoció, pero en realidad tenía menos edad, 58 años, si asumimos que nació en 1864.
Cuando terminaba mis clases me iba a conversar con ese anarquista que influyó mucho en mi vida de muchacho (…). Me enseñó a jugar ajedrez, me hablaba de cosas de la vida, me prestaba libros, como los de Mijail Bakunin, por ejemplo, y sobre todo los comentarios de él eran importantes porque yo no tenía una vocación de lecturas profundas y él me simplificaba con esa sencillez y esa claridad que tienen los obreros que han asimilado las cosas.
“Allende habla con Debray” y “Compañero Presidente”
Fue corto el tiempo que alcanzaron a compartir. Pronto Allende terminó su enseñanza en el Liceo Eduardo de la Barra en 1926, y fue reclutado en el Regimiento Coraceros de Viña de Mar para cumplir el servicio militar, en tanto que, ese mismo año, en el mes de mayo, Demarchi se fue al exilio, deportado por el Estado chileno. Caminos diametralmente opuestos, pero que lograron encontrarse en alguna ocasión, dejando sembradas ciertas complicidades, que, como veremos, volverían a florecer durante los años 30’, cuando Demarchi retorne al país, en instancias que Allende ya estaba convertido en socialista, presente en el Sindicato de trabajadores de la medicina en el puerto.
¿Qué había pasado con Demarchi? ¿por qué motivo se le expulsaba del territorio? No sólo era un constante animador de la cultura obrera porteña, sino sobre todo, era lo que los poderosos llamaban “agitador social”. Pertenecía a la sociedad más vilipendiada por éstos en Chile, la IWW. Por otra parte, como vimos, cuando Demarchi fue detenido en Antofagasta, las autoridades comenzaron un proceso en su contra, el que concluiría con su expulsión del país en 1926. Y ello coincidía justamente con un periodo de mayor actividad pública de Demarchi, a la cabeza del “Comité Pro Abaratamiento de la Carne”, el que reunía ese año a 36 delegados de organizaciones populares del puerto. A pesar de los mítines y manifestaciones de protesta organizados por el Comité Pro Defensa Demarchi, éste fue expulsado del país en mayo de 1926.
La noticia repercutió en todos los círculos obreros del país e incluso quienes por entonces se manifestaban en contra de la IWW ―como los sindicatos autónomos que pronto fundaron oficialmente la nueva Federación Obrera Regional de Chile (FORCH)―, enviaron un manifiesto al principal periódico anarquista de Buenos Aires, La Protesta, firmado desde Santiago por varias organizaciones adheridas a la Federación Obrera Local.
En Argentina, como eximio carpintero que era, no le fue difícil desempeñarse en Mendoza, Buenos Aires y algunas haciendas vecinales, hasta que, en 1929, acogiéndose al decreto de amnistía publicado en todos los diarios de Chile y Argentina, y confirmado en Buenos Aires por el Cónsul general chileno, Armando Moock, decidió volver al país, lo hizo en 10 de febrero de 1930.
¿Cuáles fueron sus actividades en el país trasandino? Demarchi no estaba sólo, y pronto se reunió con sus compañeros huidos o expulsados desde Chile por la Dictadura de Carlos Ibáñez del Campo. Formaron un grupo de cierta actividad en la ciudad porteña, el que, junto con realizar innumerables conferencias públicas y participar de la agitación de los grupos de esa ciudad, editaron el periódico Acción Directa. Por otra parte, Demarchi participaba activamente en el Comité de Agitación Pro Libertad de Simón Radowitzky, apareciendo su nombre entre los oradores que, bajo los auspicios de la Agrupación anarquista “Pirsos”, realizaban simultáneamente conferencias públicas en distintos puntos de la ciudad referentes a temáticas como “Radowitzky, Contra la Dictadura y la Guerra”.
Como consecuencia de sus actividades en Buenos Aires, la policía política de ese país siguió sus pasos de cerca y fue así como el 3 de marzo de 1929 fue arrestado junto con otros compañeros mientras salía de la sede de un comité anarquista en la calle Loria 1194, “también frecuentado en ese momento por el conocido anarquista Barbetti, Lino” (Archivio Centrale dello Stato, Roma: 324 Ministero dell´Interno, Direzione Generale di Pubblica Sicurezza, Prontuario n° 32652 De Marchi Giovanni Giacomo, 26 de junio de 1929).
El informe de la policía política a la Embajada dio lugar a un prolífico interés por conocer y seguir sus pasos de parte del Ministerio del Interior, Dirección de Seguridad Pública italiano, obedeciendo a la política de vigilancia puesta en marcha por Italia en relación a los llamados subversivos. No obstante, ya para entonces Demarchi había retornado a Chile.
Según Federico Serrano, durante su estadía en Argentina Demarchi participó de la resistencia comprometiéndose en el complot del Avión Rojo, siendo la misión del anarquista internar las armas desde Mendoza por la vía del ferrocarril fronterizo. Sin embargo, la traición de algunos militares anti-ibañistas generó que la insurrección quedara ahogada en su nacimiento. Demarchi quedó con otros camaradas argentinos en la línea fronteriza, sin documentos que acreditaran su identidad. Sus acompañantes regresaron a sus hogares y él hubo de guarecerse en una estancia, trabajando solo para poder comer. Inútil conseguir con guardias chilenos o argentinos su paso para Chile. La guardia chilena lo creía un italiano peligroso, y no tuvo razones para convencerlos de que era un carpintero que vivía de su trabajo honrado.
Ya caída la Dictadura del General Ibáñez, Demarchi prosiguió su trabajo con el tesón de siempre, difundiendo sus ideales, aunque el ambiente ya se perfilaba opaco y tornadizo. El anarquismo organizado ya nunca más volvió a ser el mismo, y varios de sus líderes, por agotamiento propio o deserciones, se alejaron de sus filas. Así, una vez de regreso en Chile, colaboró en El Boletín Médico de Valparaíso, y consiguió un empleo en la fábrica de movilizadores del Dr. Santelices Santaño. En ambos establecimientos gozaba de una estimación y respeto superior por su laboriosidad inagotable, que desarrolló a pesar de su edad ya avanzada. Su vínculo con este Boletín, muy posiblemente se debió al mismo Salvador Allende, quien por entonces combinaba sus actividades de médico de la Asistencia Pública de Valparaíso e inquieto militante socialista, colaborando incluso en un consultorio médico del sindicato anarquista IWW. Por esos años Allende lideraba una huelga de los trabajadores médicos de Valparaíso.
Pero a pesar de su vida pacífica y laboriosa, Demarchi tuvo que enfrentar una nueva persecución en el año 1931, motivada esta vez por una calumnia del diario El Mercurio, quien lo acusó de entrar al país de forma clandestina y dedicarse a negocios ilícitos.
No es, pues, porque hayan entrado ocultamente al territorio, ni porque se dedique a actividades oprobiosas que se ha apresado al compañero Demarchi con pretensiones de deportarlo, sino por sus ideales de redención humana y su fuerza de convicción cuando perora en los comicios, por el valor espartano y la exactitud con que descubre las lacras del réjimen imperante.
El Obrero Gráfico nº 3, Valparaíso, 12/2/1932.
De este modo Demarchi fue nuevamente desterrado de Valparaíso, esta vez relegado a Isla Mocha, donde también se encontraba el líder comunista Elías Lafertte y tantos otros militantes obreros.
De regreso nuevamente a Valparaíso y con 68 años de edad, Demarchi se retiró finalmente a Santiago. Según Federico Serrano, como el puerto de Valparaíso, que fue el escenario donde fraguó sus actividades, ya era insensible para todo lo que significara renovación social, se trasladó a esta ciudad. Pero la capital no se presentó más favorable a sus actividades, pues comprobó que las masas, e incluso muchos de sus amigos íntimos, optaban por inscribirse en los partidos políticos para alcanzar más pronto la victoria común.
Para esos años ya era considerado una eminencia en el mundo obrero, respetado por su dilatada trayectoria y calidad humana. De vez en cuando era invitado a algunas actividades obreras, como fue el caso de la Concentración promovida por el Partido Obrero Revolucionario (POR) ―adherido a la IV Internacional―, en el Teatro Capital el 9 de julio de 1939.
Pero Demarchi ya se mostraba tremendamente decepcionado de los rumbos que había adquirido la política obrera y se recluyó en lo suyo, se consagró a laborar sus maderas con la maestría de siempre. Así vivió sus últimos años. ¿Qué había pasado entonces? ¿los cuarenta años de propaganda en América, dónde quedaban sus frutos? Demarchi no los vio, sino sólo el progresivo deterioro de la que, años antes fuera una gran obra, un precioso movimiento a favor de los oprimidos.
Y, de un minuto a otro, a causa de un fuerte resfrío que le sorprendió en Santiago, el viejo anarquista cayó en cama. Como presentía ya el final, pidió que le trasladaran a Valparaíso para despedirse de su familia y allí Juan Demarchi Enrietti, “comprendiendo que había dado su vida entera al servicio del ideal anarquista, cerró los ojos mansamente, como un sol que plácidamente se hunde en el ocaso”. Era el 5 abril de 1943. La noticia generó enseguida las reacciones de las organizaciones obreras, quienes fueron a dar cuenta de ello al diario La Opinión de Valparaíso.
Sus restos fueron enterrados en el Cementerio n° 1 de Valparaíso. Sus funerales se realizaron el día 7, acudiendo unas 300 personas a despedirlo. La organización a la que Demarchi diera buena parte de sus fuerzas, la IWW, fue la que se encargó de sus funerales.
Cómo citar esta entrada: Lagos Mieres, Manuel Andrés (2020), “Demarchi Enrietti, Juan”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org