FIORAVANTI, Guido (apodo familiar: Chico; apodo político: Fiora) (Porto San Giorgio, Pcia. de Ascoli Piceno, Región de Le Marche, Italia, 7/10/1902 – Nápoles, Italia, 24/7/1964).
Albañil comunista, dirigente sindical del gremio de la construcción en la Argentina, partisano y dirigente gremial en la Italia de posguerra.
Es el menor de cuatro hermanos. Su padre, Raffaele, albañil y simpatizante socialista, se preocupa de que se hijo concluya la escuela primaria y luego lo introduce en el oficio, apoyándolo también para que asista a cursos nocturnos de aprendizaje técnico. Frecuenta desde muy joven los locales de la Sociedad de ayuda mutua “Giuseppe Garibaldi” de Porto San Giorgio, donde entra en contacto con militantes del Partido Socialista Italiano (PSI). Para fines de 1920 era un activista del partido, mostrando una particular habilidad a la hora de repartir volantes y organizar mitines en Porto San Giorgio o en la localidad vecina de Fermo.
Simpatiza por entonces con las críticas que dirige al reformismo socialista el dirigente Amadeo Bordiga. Después del Congreso de Livorno, se afilia al Partido Comunista Italiano (PCI).
El joven Fioravanti conoció a Umberto Mecozzi, un destacado líder comunista de Fermo. Estimulado y ayudado por Guerriero Coleffi, siguió sus directrices organizando reuniones y dedicándose en particular a una intensa labor de proselitismo juvenil. Sus compañeros sintieron la necesidad de elevar su nivel político y lo eligieron como alumno de una escuela por correspondencia creada por el PCI. Guido logra ampliar sus conocimientos con dificultades, en un período en el que las condiciones de vida y de trabajo se le hacen cada vez más difíciles, agravadas por la muerte prematura de su padre. A menudo no encuentra trabajo, tanto por la crisis que atraviesa el sector de la construcción como, sobre todo, porque en el marco del ascenso del fascismo se lo señala como un alborotador.
En diciembre de 1921, cuando Mecozzi y otros cinco comunistas son arrestados en Fermo tras la acusación de sedición, Fioravanti no escapó al arresto y a los agotadores interrogatorios pero no estará entre los detenidos. Los demás serán juzgados y finalmente absueltos, tras nueve meses de prisión. En el verano de 1922, durante la ofensiva final de los fascistas por la conquista de Ancona y Le Marche, Fioravanti no pudo escapar de una fuerte paliza. En febrero de 1923, una nueva ola de arrestos golpeó el área de Fermo. Fioravanti sufre nuevamente varios días de prisión. A pesar de todo, prosigue con su actividad proselitista.
El 27 de junio de 1924 muere Umberto Mecozzi, producto de una persecución despiadada. Guido asiste al funeral con otros compañeros llegados de San Giorgio, donde la policía impidió los discursos. Al regresar a su pueblo cayeron en una emboscada tendida por una escuadra fascista. Fueron salvajemente golpeados y después arrestados. Tras unos días en prisión, Fioravanti, Guerriero Coleffi y Francesco Olivieri fueron liberados.
La vida en Porto San Giorgio se ha vuelto imposible. Desempleado y perseguido, Fioravanti decide emigrar. El 23 de octubre de 1925, provisto de un pasaporte expedido por motivos de trabajo, se embarcó rumbo a la Argentina en el buque Nazario Sauro. Según los registros del Centro de Estudios Migratorios (CEMLA), desembarca en el puerto de Buenos Aires el 19 de noviembre de 1925.
Permaneció unos meses la capital argentina para mudarse a la localidad bonaerense de Bahía Blanca, donde le fue más fácil encontrar trabajo en empresas constructoras de emigrantes italianos y donde vivía gente de Le Marche.
Sabemos por el espionaje fascista que consigue trabajo en la empresa de Francesco Luisoni, que se incorporó a la asociación italiana antifascista “Giacomo Matteotti” y que tenía su domicilio particular en la calle Holdisch 236 de Bahía Blanca. El espionaje intercepta una carta que Fioravanti envía en 1928 a sus compañeros, donde se revela que tiene a su cargo recoger suscripciones para el periódico comunista italiano L’Unità. Sin saberlo, creó problemas para sus camaradas en Italia.
Disconforme con la orientación socialista de la asociación “Giacomo Matteotti”, entra en contacto con la sociedad “Italia Unida”, presidida y parcialmente financiada por Marzio Cantarelli, una agregación de antifascistas italianos más cercana a las posiciones políticas de los comunistas y sobre todo con la característica de una sociedad de ayuda mutua y por lo tanto capaz para ayudar a los trabajadores con subsidios y atención médica en caso de enfermedad. Los dirigentes sociales de la asociación “Matteotti” lo expulsan, pero Fioravanti apela y es readmitido.
Los días 14, 15 y 16 de octubre de 1929 se celebró en el Teatro “Verdi” de Buenos Aires el II Congreso de la Alianza Antifascista. Fioravanti fue enviado allí como delegado de asociación “Matteotti” de Bahía Blanca, siendo elegido entre los cinco que integran la Secretaría del Congreso. De vuelta en Bahía Blanca, Guido abandona definitivamente el grupo “Matteotti” y para dedicarse de lleno a la asociación “Italia Unida” apoyada por el diario L’Italia del Popolo, que se edita en Buenos Aires. Es elegido miembro de la junta directiva de la asociación.
A fines de 1929, cuando el retorno a Italia no aparecía una alternartiva realista, ingresa al Partido Comunsta Argentino (PCA). En primer término quedó a cargo de la dirección de los comunistas italianos de Bahía Blanca y luego fue enviado por la dirección regional del PCA a Fortín Mercedes (Provincia de Buenos Aires), donde permaneció durante casi un año trabajando como albañil en varias empresas.
En octubre de 1930, tras el golpe militar encabezado por el General Uriburu, Fioravanti fue detenido, sometido a rigurosos interrogatorios y golpizas. Es trasladado a diversas comisarías y finalmente remitido a la Cárcel de Villa Devoto. El 2 de febrero de 1932 el gobierno militar emitió un decreto por el que lo expulsaba del país junto a más de cien antifascistas europeos. A principios de marzo, Fioravanti es embarcado en el buque Chaco de la Armada argentina, junto a su compañero de militancia Piero Fabretti y otros camaradas del Sindicato de Albañiles (adherido a la FORA del V° Congreso, anarco-comunista).
La prensa internacional denuncia la “barbarie” que está cometiendo el gobierno argentino al entregar prisioneros al régimen fascista. En abril de 1932, próximo a llegar al puerto de Nápoles, el capitán del barco explica a los detenidos que, de acuerdo a un decreto del nuevo presidente argentino Agustín P. Justo, los que quisiesen podrían regresar al país. Fioravanti opta por el retorno. El Chaco lo lleva a Barcelona, donde se embarca en el vapor Cabo San Augustin, que lo desembarca en Buenos Aires el 10 de mayo de 1932.
Fioravanti retorna a la Argentina habiéndose ganado cierto prestigio público. Es cooptado por el Comité regional de Buenos Aires del PCA y luego pasa a formar parte del Comité Central ampliado con la tarea de atender el trabajo sindical. Paralelamente, prosigue con el trabajo entre los italianos antifascistas, ahora de forma clandestina. Es uno de los organizadores de una conferencia clandestina de la Alianza Antifascista que se reúne el 28 de agosto de 1932 a 50 delegados, ahora hegemonizada por los comunistas.
El 31 de agosto, tres días después de la conferencia, es detenido junto a otros compañeros italianos en un allanamiento que lleva a cabo la policía en un café de una biblioteca griega ubicada en el centro porteño. El 12 de noviembre, tras dos meses y medio de prisión, sale en libertad. Es ahora un funcionario de tiempo completo del PCA.
En septiembre de 1932 había estallado la Guerra del Chaco, un conflicto bélico entre Paraguay y Bolivia por el control del Chaco boreal. Apenas sale de prisión, los dirigentes de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA, comunista) le encomiendan viajar a Bolivia para hacer propaganda y organizar protestas contra la guerra. Debe asistir previamente a un curso de preparación. Ingresa con pasaportes falsos que lo acreditan como español. Sin embargo, es detenido por el gobierno boliviano, siendo finalmente liberado gracias a la intervención de los dirigentes de la CSLA y de la Embajada de España en La Paz, pues el gobierno boliviano creyó que se trataba de un súbdito español.
A fines de 1933 la CSLA le encomienda otra misión: viajar al Brasil del presidente Getulio Vargas para ayudar a reconstrucción del Partido Comunista de ese país, descalabrado después de la derrota de la llamada Revolución Constitucionalista de 1932. Fioravanti es detenido por la policía de Sao Paulo, que lo tortura tratando infructuosamente de sacarle información sobre los líderes sindicales comunistas. Con su salud muy deteriorada, es deportado a la frontera con Uruguay, donde es nuevamente detenido por la policía del gobierno dictatorial de Gabriel Terra. Logra salir una vez más de prisión, y retornar a la Argentina a mediados de 1933. A comienzos de 1934 cumple una breve misión en el Perú, para retornar a la militancia sindical entre los trabajadores de su oficio.
Enfrentando a los anarquistas que lideraban la antigua Sociedad de resistencia de Obreros Albañiles y anexos, Fioravanti y sus compañeros comunistas (Miguel Burgas, Ángel Ortelli) fueron expulsados en 1934. El 10/2/1935 Fioravanti contribuyó a la fundación un nuevo Sindicato de Albañiles, Cementistas y afines, de hegemonía comunista, donde además de los nombrados se destacaron Piero Fabretti, Pedro Chiarante y Rubens Iscaro, entre otros. El 22 de julio el sindicato de los albañiles lograba sumar en una asamblea a otros oficios que en su mayoría lideraba los anarquistas, logrando crear la Federación Obrera de Sindicatos de la Construcción (FOSC). Fioravanti fue elegido secretario de la nueva Federación.
Al frente de este sindicato, Fioravanti tiene activa participación en la gran huelga que comienza en octubre de 1935 y culmina en enero del año siguiente, en la que a los albañiles se van sumando otros gremios de la construcción y que deriva en la huelga general con acción de masas de los días 7 y 8 de enero de 1936. El 19/12/1935, Fioravanti preside una multitudinaria asamblea de los huelguistas informando sobre las tratativas con la patronal e incitando a continuar con la medida de fuerza. El 7/1/1936, en el marco de la huelga general, acude al frente de una delegación obrera al Departamento de Policía para solicitar el cese de la represión, pero es detenido.
La huelga, dirigida por militantes anarquistas (Horacio Badaraco, Domingo Varone, Antonio Cabrera), comunistas (Fioravanti, Ángel Ortelli, Pedro Chiarante, Rubens Iscaro, etc.) y trotskistas (Mateo Fossa), concluye en una victoria obrera y galvaniza a los albañiles y a otros gremios organizados hasta entonces por oficio, con lo cual se crea, en junio de 1936, la Federación Obrera Nacional de la Construcción (FONC), con 40.000 disciplinados cotizantes y Fioravanti como secretario general.
Cuando estalla la guerra civil española en junio de 1936, Fioravanti quiere ir a España para integrar con otros voluntarios italianos la Brigada Garibaldi, pero el PCA no lo autoriza. En cambio, es nombrado secretario de la campaña “Pro España republicana”, con vistas a recaudar fondos y recluar voluntarios en la Argentina.
El 5 de julio de 1936 la Sección Especial de Represión del Comunismo de la Policía Federal allanó una reunión del Comité Central ampliado del PCA, deteniendo a todos sus integrantes, incluido Fioravanti. Ante el riesgo de que fuera nuevamente deportado, la FOSC y el PCA lanzaron a una campaña que realizó grandes actos en el Estadio Luna Park y el Teatro Coliseo. Fioravanti recuperó finalmente su libertad el 14 de agosto.
Participa del congreso constituyente de la FONC reunido en Buenos Aires los días 11, 12 y 13 de noviembre de 1936 (calle Victoria 2936). Fioravanti es ratificado como secretario general. En calidad de tal integra en septiembre de 1937 el Comité de huelga de apoyo a los reclamos de los albañiles, junto a Rubens Iscaro, Normando Iscaro, Andrés Roca y los hermanos Piero y Emilio Fabretti. Las negociaciones con la patronal fracasan y el 18 de octubre se inicia entonces una nueva huelga de los trabajadores de la construcción que se extendió por dos semanas.
Pero esta vez la policía reaccionó con rapidez, cercando la manzana donde se encontraba el local de la FONC. El Comité de huelga fue detenido en pleno en el Departamento Central de Policía. La FONC convocó a una asambea en el Estadio Luna Park que ratificó la huelga general y reclamó el respaldo de la CGT en la lucha por la liberación de los presos, pues entre los detenidos se encontraban los italianos Fioravanti, los hermanos Piero y Emilio Fabretti, José Pierruccione y Mario Pini, que una vez más corrían el riesgo de ser deportados. Si bien Chiarante fue liberado, a fines de octubre el gobierno nacional acepta finalmente la reiterada propuesta de la policía política de aplicar a los dirigientes la Ley de Residencia. Los trabajadores de la construcción anuncian un paro para que se derogue el decreto, pero Fioravanti, Pini, Pierruccione y los hermanos Fabretti fueron finalmente embarcados el 30 de octubre de 1937 rumbo a la Italia de Mussolini en el buque Principessa Giovanna. La FONC forja entonces una medalla en homenaje a los deportados para reunir fondos que les permitan sostenerse en Italia con sus familias.
Fracasan los sucesivos intentos de solidaridad internacional para hacer desembarcar a los presos en las sucesivas escalas del bique: Río de Janeiro, Dakar y Gibraltar. A su arribo al puerto de Nápoles, los militantes son detenidos por la policía fascista y enviados a las cárceles de sus pueblos natales. El 20 de diciembre de 1937 la comisión presidida por el prefecto de Ascoli Piceno condenó a Frioravanti a cinco años de prisión. Es llevado prisionero a las Islas Tremiti, donde gozó durante algunos meses de cierta libertad para leer y conversar con otros deportados. Pero cuando se niega a hacer el saludo fascista, en diciembre de 1938 es trasladado a la lejana isla Ventotene, en la que permanecen hasta la caída de Mussolini en 1943.
En julio de ese año, una vez liberado, pudo regresar a Porto San Giorgio, su pueblo natal. Pero Italia se encuentra tomada por tropas alemanas, de modo que el 27 de noviembre es detenido y llevado a la cárcel judicial de Fermo. El 8 de diciembre fue trasladado al campo de concentración de Servigliano para ser devuelto dos días después. El 22 de diciembre fue trasladado a la cárcel de Ascoli Piceno y al cabo de un mes a la de Teramo, controlada por los alemanes. Junto con otros prisioneros, incluido Giuseppe Villi de “Giustizia e Libertà” y con la ayuda de elementos externos, organiza una audaz fuga logrando refugiarse en Ascoli Piceno.
Buscando recontactarse con el PCI, consigue un enlace con Egisto Cappellini que lo hace trasladar, lejos de su provincia, a la zona montañosa de Ancona, confiándole la tarea de comisario político de dos formaciones partisanas, la “Maggini” y la “Patrignani”. Participa entonces en diversas acciones bélicas.
Después de la Liberación, fue llamado a encabezar la comisión sindical dentro de la reconstituida Federación Comunista de Ancona. En los primeros meses de 1945 volvió a Ascoli Piceno para dirigir la Cámara Confederal del Trabajo local. Luego pasó a fortalecer la Federación Comunista al convertirse en el jefe de su comisión de organización y miembro de la secretaría provincial. En 1946, luego de ser candidato a la Asamblea Constituyente en las primeras elecciones libres del 2 de junio, fue nuevamente secretario de la Cámara de Trabajo provincial. En las elecciones del 18 de abril de 1948 fue propuesto como candidato a senador de la República.
El 29 de junio de 1948 intervino duramente en una reunión del Comité Provincial de la Federación Comunista de Ancona que tuvo lugar en San Benedetto, acusando a la dirección de haber caído “irremediablemente en posiciones pequeñoburguesas”. La dirección nacional del PCI decidió enviarlo a Sicilia, directiva que Fioravanti finalmente aceptó por disciplina partidaria.
En Sicilia ocupó importantes cargos sindicales, primero en Enna como jefe de la Cámara de Trabajo, luego en Siracusa, siempre al frente del sindicato, y finalmente durante tres meses en Messina en 1952. Posteriormente fue llamado a funciones de inspección por la CGIL, pasando un período de trabajo en la provincia de Frosinone.
En 1954 finalmente regresó a su Porto San Giorgio, donde estableció definitivamente su domicilio. Pero viajaba diariamente en tren a Ancona para dirigir, como secretario provincial, el sindicato de la construcción. En 1956 dejó su puesto sindical para dedicarse a la sección comunista de San Giorgio y colaborar con la Federación de Fermo. Todavía encontraba tiempo para colaborar como consejero en el hospital local.
En 1960 le diagnosticaron cáncer de pulmón, producto de los traumas sufridos durante las numerosas palizas recibidas a lo largo de su vida. Después de un largo período en el hospital de Ancona, fue trasladado al Hispital “Principe di Piemonte” de Nápoles, donde murió el 24 de julio de 1964, a la edad de 61 años.
Ferdinando Cavatassi, su compañero de militancia en la Italia de posguerra, compuso minuciosamente su biografía, apelando a documentos, a testimonios y a la experiencia compartida. Es posible deducir de su estudio que Fioravanti, forjado en el comunismo del “tercer período”, en las cárceles, en la deportación y en la resistencia, se integró no sin dificultades en la política reformista del comunismo italiano de posguerra. Cavatassi recuerda uno de sus discursos públicos en 1945 cuando el PCI había adelantado la propuesta de fusión con el Partido Socialista Italiano. Fioravanti lanzó a los líderes socialistas allí presentes “un conglomerado de críticas duras, muy irritantes”, aunque concluyó su discurso exclamando: “¡Camaradas socialistas, vamos a inificarnos!”.
En ese sentido, es elocuente la imagen que el dirigente comunista Girolamo Li Causi ofrece de Fioravanti en un informe enviado la dirección del PCI en Roma tras su visita a Ascoli: “es un anarquista, un presuntuoso vano, sin constancia ni método”. Cavatassi considera que se trata de un juicio apresurado y ofrece un perfil más equilibrado: “Guido Fioravanti fue un personaje extraordinario, de temperamento ardiente e impredecible en sus acciones; incluso su discurso era algo singular. A menudo se vio inducido a actuar por instinto, ajeno a las medias tintas, con una coherencia propia. Ciertamente no es un personaje fácil”. La presente entrada biográfica resume en gran medida el estudio de Cavatassi (inédito en español), enriqueciendo los años de militancia de Fioravanti en la Argentina con algunas fuentes nacionales.
En el año 2002 el escritor argentino Andrés Rivera lo convirtió en protagonista de uno de sus relatos, “Guido”, en su libro Para ellos, el paraíso.
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2023), “Fioravanti, Guido”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org.