BARRIENTOS CHUNGARA, Domitila (Llallagua Catavi, departamento de Potosí, Bolivia, 07/05/1937 – Cochabamba, Departamento de Cochabamba/ Bolivia, 12/3/2012).
Mujer, minera, luchadora, militante política, dirigente sindical, secretaria general del Comité de Amas de Casa de Siglo XX y candidata a vicepresidenta.
Fue la primera de cinco hijas. Su padre, Ezequiel Barrientos, nacido en el municipio de Toledo (capital de la provincia de Saucarí, departamento de Oruro) era hijo de campesinxs de origen aymara o quechua. De profesión sastre y minero, el padre de Domitilia fue militante político desde temprana edad: participó de la guerra del Chaco entre 1931-1935 y luego se sumó como activista del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en la revolución boliviana de abril de 1952. La madre de Domitilia, Nieves de Barrientos, era de la ciudad de Oruro. En 1940 la familia escapó de la mina “Siglo XX” donde trabajaba el padre por la persecución que sufría tras la participación gremial en el sindicato minero. Domitila lo recuerda en las memorias que sirvieron de base al libro Domitilia Chungara. Una Vida de Lucha, “A mi padre y a mi madre los exiliaron de Siglo XX y llegaron a Pulacayo exiliados. Decían: que ese agitador se muera de frío allá, porque hacía mucho frío”. Al llegar a Pulacayo fueron recibidxs en una casa denominada “camarote” que servía como hogar de paso para mineros que llegaban a la localidad para trabajar en la empresa minera “Hochschild”.
Como su padre estaba en listas negras dado su activismo sindical, no logró conseguir trabajo rápidamente en Pulacayo. Por esta razón comenzó a trabajar como costurero ofreciendo sus servicios casa por casa, mientras que su madre trabajaba haciendo los encajes con “hilos de salmón, con hilos de seda” para después venderlos los días de pago a las familias de los mineros. Una vecina, llamada Doña Flora, les proporcionó un espacio en su cocina: una cama y frazadas, además de ayudarles con la comida. Al poco tiempo el papá conoce al comisario a cargo de la policía de Pulacayo, quien le consiguió un trabajo con un mejor sueldo y logró hacer que Domitila y su hermana pudieran ingresar a la escuela de la empresa minera del pueblo.
Cuando tenía diez años su madre murió al dar a luz a su última hermana, la cual también falleció tres años más tarde. Como hija mayor, Domitila se hizo cargo de las tareas reproductivas de su familia. En sus memorias recuerda: “lo que más me impactó, cuando la muerte de mi mamá, era la gente que despreciaba a la mujer y nos decían: muéranse hijitas (…) Las mujeres no sirven”. En contraste, recuerda a su padre diciéndoles: “no vayan a creer nunca que son inútiles, todos valemos” y participando de las tareas domésticas. Fueron tiempos en que la familia padecía la pobreza: “sufríamos mucho porque no había comida en casa”.
Con la revolución boliviana de abril de 1952 Domitila Barrientos incursionó a la política y tuvo sus primeras experiencias militantes. Ella recordaba a su padre diciéndoles aquel 9 abril de 1952: “nunca más hijita nuestro pueblo va a sufrir hambre, nunca más va a haber niños descalzos ni hambrientos hijita, hemos ganado”. Próxima a cumplir quince años, fue testigo de la creación de las milicias obreras: mineros armados saliendo a combatir contra la oligarquía de la “rosca”, su miedo de no volver a ver más a los seres queridos, la felicidad del triunfo revolucionario y los debates sobre la indemnización en la nacionalización de la minería. Sin embargo, su mirada retrospectiva a ese proceso era crítica, pues a su parecer el proceso revolucionario contó con la potencia del pueblo campesino y trabajador, pero luego el poder lo sostendría una nueva burguesía liderada por el MNR: “el pueblo toma el poder, pero entrega ese poder en bandeja de plata a la pequeña burguesía”. Sus críticas se dirigían a la nacionalización y la Reforma Agraria: “en las zonas más áridas le dan al campesino sus diez hectáreas; todo un engaño la Reforma Agraria”. Sin dejar de reconocer que un montón de conquistas laborales en las mineras se obtuvieron gracias al proceso revolucionario.
Después de terminar la secundaria en 1953, comenzó a trabajar en la pulpería minera de Pulacayo. Entre tanto su padre vuelve a casarse, pero la relación con la nueva pareja de su papá no fue buena; Domitila relata cómo ella y sus hermanas eran maltratadas y golpeadas por esa mujer. Ante la denuncia de esa violencia al padre por parte de las hijas, la violencia no cesó sino que continuó creciendo, hasta al punto de que la propia Domitila terminó siendo golpeada por ambos, su papá y la pareja de este. A raíz de estos hechos escapó de la casa familiar y conoció su futuro marido, René Chungara, quien trabajaba como policía civil. Ezequiel, el padre de Domitilia, reaccionó violentamente ante este encuentro y llegó a perseguir la pareja con un arma por las calles de Pulacayo. Sin embargo, Domitilia y René contrajeron matrimonio, se mudaron al distrito minero Siglo XX, y tuvieron siete hijos. Él consiguió trabajo como minero y ella se ocupaba de las tareas reproductivas en casa.
A partir de 1963 las relaciones entre los presidentes John F. Kennedy y Víctor Paz Estensoro empezaron a estrecharse y Bolivia fue “ejemplo” de las políticas del programa norteamericano la Alianza para el Progreso, implementadas en el país andino vía las acciones del gobierno del MNR. Entre tanto, “Siglo XX” era un centro de lucha y resistencia de los trabajadores mineros y de sus mujeres agrupadas en el Comité de Amas de Casa de Siglo XX. Ese mismo año los dirigentes mineros Federico Escobar e Irineo Pimentel habían sido detenidos y lxs trabajadorxs resistieron a ello tomando treinta rehenes estadunidenses dentro de los cuales se encontraban los funcionarios del Servicio de Información de Estados Unidos (USIS) Thomas Martin, Bernard Rifkin, Michael Kristula y el voluntario del Cuerpo de Paz, Robert Fergerstrom. De esta acción participó el esposo de Domitilia.
Ella relata que una noche no paraban de escucharse estallidos de dinamita, tiros y gritos y ante el temor por la seguridad de su esposo, Domitila salió a buscarle junto a sus hijas al sindicato. Allí le encontró en reunión de la que también participaba la dirigente Norberta de Escobar, una de las fundadoras del Comité de Amas de Casa, y para entonces militante del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) -más tarde ella haría parte de la red urbana de la guerrilla de Ernesto Guevara. A partir de ese encuentro Domitila fue invitada a participar del comité y así inició su segundo momento de militancia política. La oposición de su marido a su militancia política tomó la forma de violencia de género, pero ella persistió en su participación en el comité y, además, empezó a comprender su labor doméstica como una forma de trabajo. Domitilia recuerda que en una oportunidad René fue a buscarla al sindicato y aunque ella quiso ocultarse, una de las fundadoras del comité: Geroma Jaldín, le convocó a él a participar de la reunión.
Tras ese episodio la participación de Domitilia en el comité tuvo menos inconvenientes y fue cada vez más activa, hasta convertirse en una dirigente muy visible del movimiento minero boliviano. En 1964, con la llegada de René Barrientos como vicepresidente del gobierno de Paz Estensoro, se recrudece el proceso de persecución y encarcelamiento en el campamento minero de Siglo XX; incluso los maridos de las dirigentes del Comité de Amas de Casa fueron perseguidos al igual que ellas. En 1965 Domitila es nombrada presidenta del Comité de Amas de Casa de Siglo XX por gestiones de Norberta Escobar ante su esposo, el líder minero Federico Escobar; Chungara, junto con María Valeriano, Brígida de Velarde, Yolanda de Santiesteban y Julia Cruz de Siles, serían las nuevas dirigentes del Comité.
Como presidenta del comité Domitila lleva adelante las luchas de resistencia contra el gobierno de Barrientos y desarrolla, en la clandestinidad, acciones de resistencia a las masacres que se llevaron a cabo los días 18 y 20 de septiembre de 1965.
1967 trae los rumores de que Ernesto Guevara, el Ché, estaba en Bolivia. Domitila recuerda la publicación de la carta declaratoria con las firmas de Moisés Guevara y Simón Cubay dirigentes del sindicato de la empresa minera Huanuni confirmaron los rumores. Las compañeras del Comité de Amas de Casa se encargaron de trasladar copias de la carta a todos los campamentos mineros para difundir el accionar guerrillero; lo hacían apelando a distintas estrategias para evitar la represión como la de pasar las copias “envueltas en pañales”. Ellas también organizaron una importante marcha en Huanuni donde estuvieron presentes mineros de distintos campamentos, impulsado una declaración en apoyo a la guerrilla y recolectando donaciones de alimentos, “sardinas, azúcar, arroz, pan, chocolates, jabones”, para sostener la lucha armada.
En la mañana del 24 de junio de 1967 el ejército de Barrientos entra en el campamento minero de Siglo XX. El gobierno había diagramado la intervención del campamento, la represión y la masacre con el objetivo de evitar que se llevara adelante el congreso minero del 25 de junio. Domitila presenció la masacre: vió el asesinato de trabajadores mineros y los ataques a mujeres embarazadas, así como el asesinato al dirigente Rosendo García Maisman, quien intentaba evitar que acribillaran a quienes estaban en la radiodifusora denunciando los hechos. Al día siguiente, Domitilia dio un discurso contra el ejército y contra el General René Barrientos, acusándolos de “cobardes” por este hecho que se conoció como la “Masacre de San Juan”. Días después de este hecho ella fue perseguida por el gobierno, junto con otros dirigentes de Siglo XX; la apresaron y torturaron para luego ser confinada en los Yungas junto con su marido e hijas por dos años cargados de dificultades como la de conseguir alimentos.
En 1969, Domitilia volvió a Siglo XX y fue parte del proceso de radicalización política vivido en Bolivia con el nuevo gobierno de Juan José Torres concretado entre el 7 de octubre de 1970 hasta el 21 de agosto de 1971 cuando fue interrumpido por el golpe militar abanderado por Hugo Banzer el 21 de agosto de 1971. Durante esta dictadura Domitilia sufrió nuevamente la persecución y la tortura militar. En mayo de 1976 se llevó a cabo el XVI Congreso Nacional Minero en la Mina Corocoro pese a la tajante oposición gubernamental; sin embargo, luego de este evento la persecución a los nuevos dirigentes elegidos fue creciente y se intervinieron los sindicatos remplazando dirigentes mineros por agentes del gobierno. Otra vez el rol de Domitila y del Comité de Amas de Casa fue fundamental para organizar la resistencia y la lucha contra la dictadura, esta vez desde la clandestinidad.
Desde 1977 Domitilia fue una de las principales dirigentes que planeó la huelga de hambre que dio inicio a la lucha final contra la dictadura y a la apertura democrática. Domitila recuerda que la huelga se había planificado para el 7 de enero de 1978 junto con la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB). Pero la iniciativa la retomó el Partido Obrero Revolucionario (POR) con Aurora Lora a la cabeza, acompañada por Nelly de Paniagua, Angélica de Flores y Luzmila Pimentel. Esta última se reunió con Domitila en diciembre de 1977 para avisarle que la huelga se anticipaba e iniciaba con o sin ella. Domitila decidió unirse a la huelga adelantando el plan original. Durante esos días mantuvo tratativas con dirigentes de la Iglesia como Luis Espinal, Gregorio Irirarte y Xavier Albo. La huelga se extendió rápidamente consiguiendo adeptos de la Central Obrera de Bolivia (COB), universidades y el movimiento campesino; este hecho generó que Banzer convocara a elecciones. En esas elecciones Domitila Barrientos Chungara fue candidata a la vicepresidencia junto con el dirigente campesino Casiano Amurrio, candidato a la presidencia. La fórmula electoral era el resultado del Frente Revolucionario de Izquierda (FRI) conformado por Marcelo Quiroga, el Partido Revolucionario e la Izquierda Nacional (PRIN), los troskistas, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Partido Comunista Marxista Leninista.
En suma, el rol de Domitilia como dirigente fue muy importante en la huelga contra René Barrientos durante 1964, en la red de ayuda con la guerrilla rural de Ernesto Guevara, en los acontecimientos de la Masacre de San Juan en 1967, en el proceso de radicalización del movimiento minero durante el gobierno del General Juan José Torres durante los inicios de los setenta y en la lucha y resistencia contra la dictadura de Hugo Banzer.
Entre 1980 y 1981 una nueva dictadura tendría lugar en Bolivia abanderada por el General Luis García Meza. Durante ese periodo, Domitilia fue enviada a Dinamarca como representante de la COB por el dirigente minero Juan Lechin. Allí participó de la Segunda Conferencia Internacional de la Mujer y dio comienzo a una campaña de denuncia contra la dictadura de Meza exigiendo la ruptura de relaciones diplomáticas. Acompañada por la movilización de otras compañeras mujeres logró su objetivo, pero tuvo que exiliarse en Suecia porque se le prohibió la vuelta a su país. Desde allí inició un recorrido por distintos países de Europa, enviada como representante de la Central Obrera de Bolivia e invitada por distintas agrupaciones europeas de izquierda para denunciar las violaciones a los derechos humanos de la dictadura.
En 1983, cuando ya había caído la dictadura, regresó a Bolivia. Poco después, en 1985, viajó a Nicaragua para solidarizarse con la triunfante revolución sandinista. Este hecho terminó por “minar” su matrimonio, pues su marido le exigió que dejara sus tareas públicas a lo que Domitila respondió: “mis ideales son parte de mí; no puedo cortarme a la mitad”, y terminan divorciándose.
Como consecuencia del paquete de medidas neoliberales se cierran las mineras incluyendo Siglo XX y sus trabajadorxs son relocalizadxs a partir del “decreto 21060 de Paz Estenssoro” de 1985. Domitila participa del proceso de resistencia y es parte organizadora de la Marcha por la Vida ese mismo año, pero ante la derrota es enviada con su familia a Cochabamba. Desde allí siguió con su rol como militante pero ya alejada de su vestido de dirigente. Dio entrevistas para la escritura de libros, audiovisuales, documentales, escribió cuadernillos de capacitación sindical y política y en 2007 creó la Escuela Móvil de Formación Política con el objetivo de difundir la historia de las luchas sociales en Bolivia y la lucha minera del Comité de Amas de Casa en particular. Se organizaron seminarios y charlas en toda Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, Italia y Países Bajos. Nunca dejó de lado su lugar como mujer minera y luchadora, en 2011 declaró: “a veces pienso que debería ser veinte años más joven para estar entre el pueblo” y con convicción agregaba que no “vamos a perder la esperanza de seguir luchando, y a eso nosotros principalmente estamos dedicados”.
El 12 de marzo del 2012 a los setenta y cuatro años, como consecuencia de un cáncer de pulmón, falleció en la ciudad de Cochabamba.
Cómo citar esta entrada: Rojas, Javier Sebastián (2022), “Barrientos, Domitila”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org