CORVALÁN LÉPEZ, Luís Nicolás (Lucho, Luis Correa). (Pelluco, Puerto Montt, Provincia de Llanquihue, Chile, 14/11/1916 – La Reina, Santiago, Región Metropolitana, Chile, 21/07/2010).
Militante del Partido Comunista de Chile del que fue su Secretario General entre 1958 y 1989. Profesor y periodista, director de los periódicos Frente Popular y El Siglo. Senador por la Séptima Agrupación Provincial (provincias de Ñuble, Concepción y Arauco) entre 1961 y1969 y por la Tercera Agrupación Provincial (Aconcagua y Valparaíso) entre 1969 y 1977. Impulsor de la Unidad Popular.
Luis Corvalán Lépez (a veces escrito como Lepe) nació el 14 de septiembre de 1916 en el balneario de Pelluco próximo a Puerto Montt. Era hijo de Moisés Corvalán Urzúa, profesor normalista de la comuna de Tomé, oriundo de La Huerta (poblado cercano a Curicó) y Adelaida Lépez Roa, nacida en el seno de una familia de campesinos pobres en El Arrayán (localidad ubicada entre Tomé y Rafael). Tuvieron 5 hijos: Moisés, Dalila (1911-1999) e Isabel, todos mayores que Luis, mientras que Nicolás Rafael (1920-1962) era el menor. Cuando Luis tenía apenas 5 años el padre se ausentó del hogar, debiendo doña Adelaida asumir la crianza de sus niños.
Su infancia transcurrió en Tomé, región del Bio Bio donde la familia se había trasladado antes de separarse, luego de un fallido intento del padre de trabajar como administrador de un fundo en Pelluco. Según Corvalán “Puerto Montt lo vine a conocer en 1949, cuando yo tenía 33 años” (Corvalán, 1997, p. 7).
Sin saber leer ni escribir, su madre se desempeñó como costurera a domicilio de la Fábrica de Paños Bellavista. “Todas las mañanas, en tanto aparecían las primeras luces del alba, mi madre caminaba desde la casa a la fábrica, más o menos 2 kilómetros, con un voluminoso y pesado paquete que portaba sobre su cabeza o sostenía a duras penas en sus brazos” (Corvalán, 1997, p. 8).
El bajo salario que recibía mal le permitía alimentar y educar a sus hijos. “Nuestra alimentación era escasa y pobre. Mi madre se veía obligada a racionarnos el pan cada día (…) por lo general nuestro desayuno consistía en un pedazo de pan y una taza de agua caliente con azúcar quemada y con una hoja de cedrón o de durazno para el gusto. A veces comíamos ulpo; a la hora de almuerzo, nos batíamos con legumbres, porotos o lentejas, arvejas, garbanzos, chícharos, pantrucas y chuchos (albóndigas falsas con batido de harina). De tarde en tarde comíamos pescado, las frutas y verduras eran sólo de consumo ocasional y de temporada” (Corvalán, 1997, p. 9).
Luis Corvalán cursó sus estudios primarios en el Liceo de Tomé, donde conoció a Renán Fuentealba Moena, futuro parlamentario democratacristiano. “Al salir del Liceo lo perdí de vista unos 30 años. Nos volvimos a encontrar en el Parlamento”.
Su despertar político corrió paralelo a sus años de educación secundaria en la Escuela Normal de Chillán, de donde egresó en 1934 como profesor primario. Allí entró en contacto con varios jóvenes comunistas como Nicolás Ruiz, Arnulfo Rubilar, Fernando Agurto Ramírez (Talcahuano, 28 de abril de 1914-Talcahuano, 13 de agosto de 2001). Tras la caída de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo en 1931 los comunistas retornaron a la actividad pública, conquistando una importante presencia en el mundo estudiantil.
En las reuniones del Grupo Avance que integró en dicha escuela “se daban charlas en las cuales se explicaban las causas de la crisis económica que sufrían numerosos países y se informaba que este fenómeno era desconocido en la Unión Soviética donde no había cesantes y se realizaba el primer plan quincenal. Se explicaban también las razones que motivaron la sublevación de la marinería”, lo que estrechó sus vínculos con el comunismo. Pese a que en la prensa se hablaba mal de quienes se identificaban con sus ideas “yo encontraba que eran los hombres más lúcidos, sinceros y valientes. No vi a ningún otro sector político defender tanto a los cesantes, ni menos levantar su voz a favor de los amotinados de la Marina”, entre los que se encontraba su propio hermano mayor, Moisés Corvalán, participación que debió pagar con cárcel en un recinto de Los Ángeles (Corvalán, 1997, p. 19).
Cuando Elías Lafertte Gaviño pasó en gira por Concepción como candidato a la presidencia de la república, unas cien personas fueron a recibirlo a la Estación de Chillán. Luis Corvalán estaba entre ellos. Fue entonces que conoció en Tomé al zapatero remendón “Palmita” (seudónimo) con el que hizo amistad y a través del cual luego se hizo militante comunista. “Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión comunista que se llevó a cabo en una casa del cerro Estanque. En tal ocasión di el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido. Fue en 1932, creo que el mes de febrero” (Corvalán, 1997, p. 19).
Ya egresado, entre 1935 y 1936 ejerció la docencia en las Escuelas superiores n° 1 y n° 6 de Iquique. Sin que mediara ningún sumario, al poco tiempo fue exonerado por el Director General de Instrucción Primaria, Claudio Matte Pérez. El motivo al parecer tuvo que ver con que Corvalán, organizado en la seccional de Iquique de la Unión de Profesores, apoyó la huelga ferroviaria de 1936. “Se me exoneraba por el ‘delito’ de haber pronunciado un discurso en la Sala obrera, al término de un desfile del Frente Popular” (Corvalán, 1997, p. 32).
Luego de un paso fugaz por Concepción, donde se sumó a las actividades del Partido Comunista (PCCh) y especialmente de la Federación Juvenil Comunista (luego Juventudes Comunistas, JJCC), fue llamado desde Santiago para participar en el pleno del Comité Central de la Federación, ocasión en la que se abordó como temática principal la unidad de la juventud antifascista.
Fue así como se convirtió en activo militante de la Federación Juvenil, impulsando la Alianza Liberadora de la Juventud como expresión de dicha unidad. En Concepción, llegó a ser uno de sus rostros más conocidos. En 1937, fue elegido secretario de la Junta Provincial y director de En Marcha, periódico oficial de la Alianza.
En Santiago trabajó como secretario del parlamentario comunista Carlos Contreras Labarca a la vez que, poco después, se hizo cargo de la dirección de Mundo Nuevo, “La voz de las juventudes comunistas de Chile”, cuya redacción compartió con el poeta Luis Fuentealba Lagos y Julio Molina Reich. En 1938, ocupó momentáneamente el cargo de secretario general de las JJCC mientras Ricardo Fonseca Aguayo se encontraba en un Congreso Mundial de la Juventud en Estados Unidos.
Trabajó arduamente en la campaña del Frente Popular, que en ese mismo 1938 llevó a la presidencia a Pedro Aguirre Cerda. Después la victoria, Luis Corvalán pasó a integrar el personal de redacción de Frente Popular, diario vespertino del PCCh. “Lo dirigía Enrique Bello, y tenía como jefe de crónica a Manuel Astica Fuentes, este último, uno de los dirigentes de la insurrección de la marinería del año 1931. Entre los redactores y reporteros (…) figuraban Carlos Valenzuela Montenegro, Daniel Quiroga, Arturo Aranís , Atilio Molinari y el poeta peruano Luis Nieto. “Yo empecé como redactor deportivo pues, el titular de la sección, Alfredo Burgos, debía hacer uso de vacaciones y no se hallaba quien lo reemplazara” (Corvalán, 1997, p. 39), ocupando más tarde el puesto de jefe de crónica.
Como muchos de los profesores exonerados, tras el triunfo del Frente Popular, Corvalán se incorporó al Magisterio. Después de trabajar como profesor durante dos meses en la Escuela nº 1 de Valdivia, recibió la propuesta del Comité Central del Partido Comunista para trasladarse a Iquique. En esta ciudad tuvo presencia en diversos espacios: juventud, magisterio y periodismo. Fue designado director del diario El Despertar de los Trabajadores, órgano local del partido. En calidad de tal formó parte del Centro para el Progreso de Tarapacá, integrado también por Radomiro Tomic Romero.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, en 1939 Corvalán organizó una charla en la sala América, sede del PCCh iquiqueño, en la que se pronunció sobre el carácter y las causas del conflicto y las responsabilidades en él de los gobernantes. Tras la charla se imprimió un folleto de 19 páginas titulado “La URSS y la Segunda Guerra Mundial”, su primera publicación formal.
En ese tiempo fue convocado a formar parte de la planta de periodistas de El Siglo de Santiago, sucesor de Frente Popular. “Me vine, pues, de Iquique, retirándome voluntariamente del magisterio… Estaba feliz de entregarme por entero a la causa que había abrazado. Como ya le había tomado el olor a la tinta, me atraía el diarismo. Dejé las filas de las Juventudes Comunistas para militar en el Partido” (Corvalán, 1997, p. 40).
Dicho órgano tuvo a Raúl Barra Silva como primer director y a Volodia Teitelboim Volosky como subdirector, mientras que la jefatura de crónica la llevaba el economista Aníbal Pinto Santa Cruz. Corvalán estaba a cargo de la sección sindical. Luego ocuparía el cargo de subdirector y posteriormente de director entre 1945 y 1948.
En septiembre de 1942 colaboró por primera vez con Principios de Santiago, la “Revista mensual teórica y política, editada por el Comité Central del Partido Comunista de Chile” dirigida por Galo González Díaz con un artículo titulado “Hacia la Formación de Periodistas Proletarios” con motivo del segundo aniversario de la segunda época de Principios, que apareciera en 1935.
Con 30 años de edad, el 14 de diciembre de 1946 contrajo matrimonio con Lily Castillo Riquelme en Valparaíso. Iquiqueña, hija de un cargador del puerto y de una cocinera, “se había criado desde muy chica viendo flamear la bandera del Partido”. Ambos se conocieron cuando Lily entró a trabajar a El Siglo, donde se desempeñaba como ayudante de asistente y luego como secretaria del director (“El compañero me enganchó cuando yo era su secretaria en El Siglo”, Ercilla, Santiago, 9 de mayo de 1973).
“Mucho se ha hablado de uso y abuso de su cargo los ejecutivos respecto de sus secretarias. En mi caso la situación se dio al revés. Lily se propuso conquistarme. Empezó cerrando por fuera, con llave la puerta de mi oficina, para que nadie entrara a interrumpirme, y terminó cerrándola por dentro, haciéndome más de una grata interrupción (…) En Lily hallé un tipo de mujer que no había conocido. Además de buenamoza y simpática, encontré que su afiliación a la causa comunista le salía de dentro” (Corvalán, 1997, p. 47).
Tuvieron cuatro hijos: Luis Alberto, Lily Angelina, Viviana Cristina y María Victoria.
Corvalán estuvo encarcelado en sucesivas ocasiones debido a su militancia comunista. En 1943 fue aprehendido en Antofagasta donde se encontraba desde hacía algún tiempo colaborando con el periódico del partido de esa ciudad, El Popular. El motivo: una querella de la embajada de Alemania contra El Siglo por ofensa al jefe de un Estado extranjero con el cual Chile mantenía relaciones. Su director responsable permaneció al menos 10 días tras las rejas.
Posteriormente, comenzó la represión anticomunista por parte del gobierno de Gabriel González Videla (1946-1952) quien en octubre de 1948 sancionó la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, llamada también “Ley Maldita”, que proscribió la participación política del PCCh. El Partido le ordenó a Corvalán “fondearse” manteniéndose oculto en varias casas, mientras que su esposa se fue a vivir al sur del país junto a la madre de Luis en casa de uno de sus hermanos. Pese a que El Siglo continuaba apareciendo, era objeto de constante censura. Fue entonces cuando Corvalán comenzó a escribir para el periódico satírico El Zancudo. Luego, el partido montó una imprenta ilegal en la comuna de San Miguel, Santiago donde se imprimió La Verdad. A los pocos meses fue allanada por la policía.
En ese periodo se le encomendó encabezar la Comisión de Propaganda, formando equipo con Carlos Rosales , Eugenio Vallejos y el doctor Hernán Sanhueza. Se trataba de la época más dura de la represión. En el Campamento de Prisioneros de Pisagua, según el mismo Corvalán (1997, p. 49), habían más de dos mil relegados a quienes se le sumaban otros tantos en el resto del país y los millares de trabajadores expulsados por sus ideas de las industrias, golpes, todos ellos, que habían desarticulado, aunque no del todo, al Partido Comunista.
Por esos años, el PCCh inició la publicación de La Oposición, dirigido por Jaime Faivovich Waisbluth. Después, aparecieron El Pueblo (1946-1949) y luego Democracia (1949-1952), dirigido por el obrero del carbón Francisco Javier Neira.
El 4 de enero de 1950 Luis Corvalán fue detenido de madrugada en su residencia de la calle Venezuela, El Salto, Santiago. Posteriormente fue encerrado en un calabozo del Cuartel General Mackenna. Interrogado, fue golpeado por varias horas hasta dejarlo con un oído dañado. Luego fue trasladado al gimnasio de Investigaciones, donde permaneció 15 días junto a los comunistas Juan Vargas Puebla y Eduardo Seijo (Corvalán, 1997, p. 52).
Corvalán fue relegado a la región austral de Pitrufquén por 3 meses. Con otros relegados, trabajó en la construcción para financiar su estadía. Desgastada la dictadura de González Videla, un movimiento de los empleados públicos sumó la suficiente adhesión popular para demandar la libertad y regreso a Santiago de los relegados.
No hacía todavía un año de la muerte de Ricardo Fonseca Aguayo, cuando el Secretario de Organización del Comité Central, “Luis Reinoso” (seudónimo), fue expulsado del Partido por organizar una fracción y promover la política “aventurerista” que propugnaba la acción directa como estrategia de lucha. Galo González Díaz y Corvalán respondieron a esta amenaza que “frenaba la lucha de masas, la sustituía por la de grupos pequeños, aislaba al Partido, obstaculizaba la ruptura de la ilegalidad, acrecentando torpemente el número de los que caían en las redadas policiales” (Corvalán, 1997, p. 54).
Durante la campaña a la presidencia de Chile en 1952, surgió el Frente del Pueblo, conformado por el Partido Comunista, Partido Socialista de Chile, Partido Democrático y Partido del Trabajo que llevó como candidato a Salvador Allende Gossens. Pese a la derrota sufrida a manos del Partido Socialista Popular y su candidato Ibáñez del Campo, el Frente del Pueblo inició el camino que derivaría en la formación del Frente de Acción Popular y luego la Unidad Popular, que finalmente triunfó en 1970 con el mismo Allende a la cabeza.
En 1955 se desencadenó una nueva represión al movimiento social. Nuevamente Corvalán fue llamado a “fondearse”. “Mi casa fue allanada, se llevaron todos mis libros. Poco después, en el mes de junio viajé por primera vez a la Unión Soviética con documentación falsa”. El viaje había comenzado antes, pasando el control fronterizo desde Petrohué y luego Laguna Fría. En Buenos Aires se había producido recientemente el golpe contra Juan Domingo Perón. Alrededor de un mes estuvo Corvalán en la ciudad porteña, desde donde viajó en avión a San Pablo, Brasil, y luego a Rio de Janeiro para llegar a la Unión Soviética. “Pisar la tierra soviética, escenario de la primera revolución socialista triunfante, y donde el fascismo sufrió las más aplastantes y decisivas derrotas, fue para mí una alegría infinita”, señaló Corvalán. Allí permaneció alrededor de tres meses, periodo en el que llegaron de visita otros compañeros chilenos: Galo González Díaz, Oscar Astudillo, Arnedo Álvarez, Elías Lafertte Gaviño y Américo Zorrilla Rojas.
Regresó a Sudamérica parando en Uruguay alrededor de 20 días mientras esperaba la señal del partido para regresar. Al llegar a su hogar en la comuna de La Cisterna, se encontró con una nueva hija, Viviana Cristina, nacida durante su ausencia.
En los primeros días de 1956 la Central Única de Trabajadores (CUT) llamó a huelga general por demandas económicas. La respuesta del gobierno de Ibáñez, fue, una vez más, la represión y el Campo de Prisioneros de Pisagua, donde fue remitido Corvalán con varios de sus camaradas: Volodia Teitelboim Volosky, Américo Zorrilla Rojas, Juan Chacón Corona, Manuel Gallardo, Jorge Montes Moraga, además de los dirigentes Oscar Waiss Band y los periodistas José Gómez López y Fernando Murillo.
Gracias a la mediación del Círculo de Periodistas, Corvalán salió en libertad al cabo de un mes junto a los demás reporteros y periodistas. Al llegar a Santiago, el partido le comunicó que debía viajar nuevamente a la Unión Soviética para representarlo en el XX Congreso del Partido Comunista. En dicho congreso, se bajó del pedestal la figura de Stalin y ello causó gran conmoción en los partidos comunistas de distintas regiones del mundo. Según Corvalán (1997, p. 59) la “desestalinización” del PCCh ocurrió sin mayores problemas, pero no sin dolores individuales… No teníamos idea de sus errores o lo tomábamos como invención del enemigo”.
De vuelta en Chile, en el Congreso del PCCh de abril de 1956 en Cartagena, se aprobó un programa en el cual se trazó la perspectiva de la conquista del poder por una vía no armada, lo que lo condujo a éste a una nueva etapa de desarrollo.
Luis Corvalán fue designado formalmente miembro de la Comisión Política y del Secretariado, organismo en los cuales ya venía actuando de hecho. A solicitud de él el Congreso de Cartagena acordó considerar el 2 de enero de 1922 como fecha de fundación oficial del partido en reemplazo de la del 4 de junio de 1912, cuando se constituyera el Partido Obrero Socialista en Iquique. “Sostuve la tesis de que los Partidos comunistas eran producto de la evolución social y política de sus propios pueblos y al mismo tiempo, frutos de la Revolución de Octubre. Afirmé, además, que mantener la antigua fecha significaba considerarlo como uno de los tres o cuatro primeros Partidos comunistas que habían aparecido en el mundo, lo cual, para decir lo menos, constituía una falta de modestia”. Contra esta opinión se pronunciaron algunos militantes como Orlando Millas. “Ahora no estoy seguro si estuve en los cierto” dijo Corvalán hacia 1974, fecha en que escribió la primera parte de sus memorias (Corvalán, 1997, p. 60).
En reemplazo de Galo González Díaz, Corvalán asumió en 1958 como Secretario General del PCCh, cargo que ocupó hasta 1989. “Tenía 41 años y 26 en las filas comunistas cuando el Comité Central del Partido me eligió Secretario General. Un tanto abrumado por las responsabilidades que asumía sólo atiné a agradecer la confianza que en mí se depositaba y a decir que, si no lo hiciera bien y no superara mis limitaciones y defectos, ese Comité o el que lo sucediera debería proceder a nominar a otros camarada para el cargo, sin miramientos de ninguna clase” (Corvalán, 1997, p. 63).
Para las elecciones parlamentarias de 1961, el Comité Central del Partido Comunista propuso que Luis Corvalán fuese candidato a senador. “Dicha proposición fue una nueva complicación en mi vida”, señaló Corvalán. “Soy persona un tanto tímida y retraída. La sola idea de ser candidato y ocupar un cargo en el Congreso Nacional no me entraba en la cabeza. Contrariaba mi manera de ser”. Con primera mayoría fue elegido por la Séptima Agrupación Provincial (provincias de Ñuble, Concepción y Arauco) entre 1961-1969 y luego por la Tercera Agrupación Provincial (Aconcagua y Valparaíso) entre 1969 y 1977. Durante el primer periodo participó de la Comisión Permanente de Economía y Comercio en 1961, de la de Educación Pública en 1965 y de la Comisión Mixta de Presupuesto en 1961. Asimismo su labor legislativa estuvo concentrada en temas asociados a la Reforma Agraria. En 1962 apoyó directamente a los campesinos e indígenas que iniciaban la toma de algunos fundos de la Provincia de Arauco. En la toma del fundo Isla Pangal de Carlos Larroulet, que terminó en su recuperación por parte de los campesinos (Clavería et. al., 2020, p. 112), se hizo presente junto al diputado Santos Leoncio Medel y el regidor comunista de Los Álamos Pascual Melita.
“Fueron las células que ‘apadrinaron’ uno u otro sector campesino. La célula en que yo militaba, la Estrella Solitaria, fue encargada de establecer relaciones con los trabajadores agrícolas de Alhué” (Corvalán, 1997, p. 76).
Partidario de implantar el socialismo en Chile por la vía pacífica, fue uno de los principales impulsores de la Unidad Popular desde 1969.
“Nosotros afirmamos que el contenido y la forma de la revolución estaban determinados por la realidad, siendo esencial apreciar correctamente el nivel de evolución social y política del país y la situación internacional (…) Sostuvimos a esta vía no desaloja acciones de fuerza, violentas, como la toma de un terreno por los pobladores sin casa, y que, por esto mismo, para ser rigurosos deberíamos llamarla vía no armada en vez de vía pacífica. Basados en esta experiencia, en la Conferencia Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, Moscú 1969, propuse que, en adelante, todos la llamáramos vía no armada. Pero la proposición no fue acogida” (Corvalán, 1997, pp. 100-101).
Esta estrategia fue explicitada en cuatro artículos (“Acerca de la vía pacífica”, Principios, Santiago, enero de 1961; “La vía pacífica y la alternativa de la vía violenta”, Principios, Santiago, octubre de 1961; “La vía pacífica es una forma de la revolución”, Nuestra Época: Revista Internacional, Santiago, diciembre de 1963; “Aseguremos el camino pacífico”, El Siglo, Santiago, 11 de marzo de 1964 aparecido en plena campaña presidencial de Salvador Allende) compilados en 1964 en un folleto con el título “Nuestra Vía Revolucionaria”.
La Unidad Popular encabezada por Allende gobernó Chile entre noviembre de 1970 y septiembre de 1973, iniciando el más amplio proceso de cambios sociales, económicos y políticos que haya conocido Chile durante su historia. Como abanderado de la Unidad Popular, Allende no sólo se convirtió en el primer mandatario socialista en el mundo en ser elegido democráticamente, sino también el primero en intentar realizar el tránsito al socialismo mediante la vía pacífica, también llamada vía chilena al socialismo. Su programa básico de gobierno contemplaba la construcción de un Estado Popular y una economía planificada, en gran parte estatizada que incluía la nacionalización del cobre y la estatización de una serie de empresas consideradas estratégicas para la economía nacional.
En el sector agrario profundizó el proceso de reforma agraria iniciado por el gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez y acelerado por el del democratacristiano Eduardo Frei Montalva logrando la expropiación de más de 4.400 predios, sin contar con las más de 2.000 tomas efectuadas por los trabajadores agrícolas.
El gobierno de Allende tuvo que enfrentar un proceso inflacionario agravado por severos problemas de abastecimiento, acaparamiento y sabotaje empresarial, a los que se sumaron la virulenta oposición del Partido Nacional y la Democracia Cristiana. Además, éste se vio entrampado por la división entre los sectores que querían acelerar y profundizar el proceso revolucionario (Movimiento de Izquierda Revolucionario, MIR; Movimiento de Acción Popular Unitario, MAPU; y un sector del Partido Socialista, PS) y los que pretendían consolidarlo (Partido Comunista; Partido Radical, PR; Movimiento de Acción Popular Unitario-Obrero Campesino, MAPU-OC; y un sector del Partido Socialista encabezado por el propio Allende).
Años después, Corvalán señalaría entre los tantos factores que facilitaron la derrota, “la falta de una Dirección única y amplia en la Unidad Popular y en el gobierno, capaz de concebir, programar y aplicar, con audacia y sin sectarismo, una política que permitiera agrupar a la mayoría nacional en la lucha por las transformaciones democráticas. Una tal Dirección tenía que haberse orientado a lograr un gran acuerdo con la Democracia Cristiana, e incluso a gobernar juntos, de manera de haber contado siempre con una correlación de fuerzas favorables a los cambios, y consiguientemente, con el respaldo mayoritario de la ciudadanía. Sólo así se podía haber levantado un dique infranqueable a la sedición” (Corvalán, 1997, pp. 168-169).
Inmediatamente después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 encabezado por Augusto Pinochet, los medios de comunicación dieron a conocer que la Junta Militar ofrecía 500.000 escudos de recompensa por la entrega de cualquier antecedente que permita encontrar a los prófugos, Luis Corvalán Lepez, Carlos Altamirano Orrego, Oscar Guillermo Garretón Purcell, Mario Palestro Rojas, Orlando Millas, Miguel Enríquez Espinosa, Samuel Riquelme, entre otros (Vea, Santiago, 4 de octubre de 1973).
La vivienda de la familia Corvalán, ubicada en calle Bremen en el barrio de Ñuñoa, Santiago fue allanada y saqueada. Su esposa e hijas se ocultaron en casas seguras mientras que el 27 de septiembre Corvalán era detenido. Temporalmente “fondeado” en el departamento de Elizabeth Saintard, había mandado un recado a la dirección del partido haciéndole presente la necesidad de ser trasladado a otro lugar. Dos o tres días antes del 27 una comisión fue a buscarlo para cambiarlo de casa, pero inexplicablemente fue el propio Corvalán quien sugirió permanecer allí un poco más de tiempo. También la doctora Paz Rojas Baeza, hija del escritor Manuel Rojas, le solicitó a Saintard por encargo de Jorge Insulza Becker el traslado de Corvalán a una casa en Pirque, pero la respuesta que obtuvo fue nula (Carmen Hertz et al., 2016, pp. 53-54).
Ambos fueron arrestados y llevados al Regimiento de Telecomunicaciones, ubicado entonces en calle Antonio Varas. Horas después los trasladaron a la Escuela Militar. “A nadie se le permitió ir a verme, ni siquiera mi esposa y mis hijas durante los 65 días que permanecí en la Escuela Militar. Sólo pude hablar con ellas momentos antes de ser trasladado a las Isla Dawson (…) y sólo entonces supe que mi hijo Luis Alberto y su esposa Ruth Vuskovic, estaban en el Estadio Nacional, presos desde el 14 de septiembre” (Corvalán, 1997, p. 185). Exiliados en Sofía, Bulgaria, Luis Alberto, de 28 años de edad, falleció de un “ataque fulminante” como consecuencia de las torturas recibidas. Corvalán se enteraría de esta noticia en octubre de 1975 mientras estaba preso en Tres Álamos (Corvalán, 1997, p. 200).
La única persona que tuvo acceso a Luis Corvalán durante este tiempo fue el corresponsal de la Associated Press para América Latina, William Nicholson. El prisionero, a quien hasta entonces se le tenía recluido en un baño, fue trasladado a una habitación donde fue entrevistado por el periodista.
“Esta extraordinaria fotografía muestra al ex jerarca del PC Luis Corvalán Lépez, en su cómoda prisión de la Escuela Militar, mientras es entrevistado por el corresponsal de la Associated Press, William Nicholson. Un soldado vigila la conversación. Como se ve Corvalán se ha teñido el cabello y bigote y está en buenas condiciones físicas” (Novedades, Santiago, 12 de octubre de 1973).
En el recinto militar también estaban prisioneros: Raúl Ampuero, Anselmo Sule , Camilo Salvo, Pascual Barraza, Ciro Oyarzún, Pedro Felipe Ramírez y Julio Stuardo, cada cual completamente aislado.
Así comenzó un largo calvario que luego lo llevó a los campos de concentración de Isla Dawson, Ritoque y Tres Álamos.
En Dawson, donde permaneció menos de un año hasta 1974, compartió cautiverio con Clodomiro Almeyda , ministro de relaciones exteriores; Vladimir Arellano, director del presupuesto; Sergio Bitar, ex ministro de minería; Orlando Budnevich, abogado; José Cademartori, ex diputado y ministro de economía; Orlando Cantuarias, ex ministro de minería y vivienda; Jaime Concha, ex intendente de Santiago; Edgardo Enríquez, ministro de educación; Fernando Flores, ex ministro de economía; Patricio Guijón, médico de La Moneda; Alejandro Jiliberto, diputado; Arturo Jirón, ex ministro de salud; Alfredo Joignant, director de investigaciones; Carlos Jorquera, secretario de prensa de Allende; Enrique Kirberg Baltiansky, rector de la Universidad Técnica del Estado; Miguel Lawner, arquitecto y director de la Corporación de Mejoramiento Urbano; Carlos Lazo, vicepresidente del Banco del Estado; Orlando Letelier, ministro de defensa; Maximiliano Marholz, regidor por Valparaíso; Carlos Matus, presidente del Banco Central; Luis Matte, ex ministro de Vivienda; Hugo Miranda, senador; Carlos Morales, ex diputado; Héctor Olivares Solís, diputado; Miguel Muñoz, gerente tesorero del Banco Central; Julio Palestro, gerente de la Polla Chilena de Beneficencia; Tito Palestro, alcalde de San Miguel; Aníbal Palma, ex ministro de Educación; Walter Pinto, gerente de Enami; Osvaldo Puccio G., secretario de Allende; Osvaldo Puccio Huidobro, estudiante de derecho; Pedro Felipe Ramírez, ex ministro de minería y ministro de vivienda; Aniceto Rodríguez, senador; Camilo Salvo, diputado; Erich Schnake, senador; Andrés Sepúlveda, diputado; Adolfo Silva, fotógrafo de La Moneda; Julio Stuardo, ex intendente de Santiago; Anselmo Sule, senador, presidente del Partido Radical; Jorge Tapia, ex ministro de educación y de justicia; Benjamín Teplizky, secretario ejecutivo de la Unidad Popular; Jaime Tohá, ministro de agricultura; José Tohá, ex ministro de defensa y del interior, ex vicepresidente de la República; Daniel Vergara, subsecretario del interior; Sergio Vuskovic, alcalde de Valparaíso, entre otros (Bitar, 2009; “Fotos y listas de ex prisioneros políticos de Dawson y Magallanes”, Dawson2000). Los carceleros dividieron dos espacios, uno para presos de Magallanes y otro para los llamados “jerarcas” de la Unidad Popular.
En Ritoque se encontró con Aníbal Palma, Erich Schnake, Fernando Flores, Pedro Felipe Ramírez, José Cademártori, Alfredo Joignant, Jorge Montes, Daniel Vergara, Sergio Vuskovic y Andrés Sepúlveda. Los “dawsonianos”, diría Corvalán, “éramos poco más de 30. Pronto el número aumento en más de un centenar, con presos que procedían de otros campos de concentración o que simplemente fueron enviados allí luego de ser aprehendidos” (Corvalán, 1997, p. 194).
Fue en Ritoque donde el 30 de abril de 1975, mientras el proceso “contra Luis Corvalán” y esos “otros” estaba en curso, llegó la noticia que había sido galardoneado con el Premio Lenin de la Paz. “Hubo alegría entre los presos que consideraron, con razón, que de alguna manera era una distinción para todos ellos y una expresión de solidaridad con nuestro pueblo” (Corvalán, 1997, p. 195). Fue allí también que se enteró del asesinato del cantautor Víctor Jara Martínez.
“A mediados de 1975 fuimos trasladados a Tres Álamos José Cadermártori, Fernando Flores, Jorge Montes, Miguel Lawner, Alfredo Joignant, Daniel Vergara, Tito Palestro (…). El 20 de enero de 1976, el Comandante del campo de concentración (…), Conrado Pacheco, nos informó que ese día llegarían de la Fiscalía Naval de Valparaíso para notificarnos del proceso. Se supo que para mí el fiscal solicitaría dos cadenas perpetuas y, de llapa, 76 años de prisión. No llegó nadie de la Fiscalía Naval. Pasaron los días y el proceso ‘Contra Luis Corvalán y otros’ murió aplastado por la ola de repudio que se levantó en todo el mundo” (Corvalán, 1997, p. 196).
Allí Corvalán conoció la suerte de la dirección de Partido Comunista que encabezaba el Subsecretario General Víctor Díaz. La misma fue capturada por la DINA en una casa donde se reunía ubicada en la calle Conferencia 1587. “Cinco policías armados hasta los dientes, tomaron posesión de la casa el día 30 de abril de 1976 y no dejaron que sus moradores salieran de ella” (Corvalán, 1997, p. 197) hasta recibir, detener, herir y torturar in situ a la cúpula.
El 18 de diciembre de 1976 fue expulsado del país tras un intercambio gestionado por la Unión Soviética en virtud del cual ésta se comprometía a liberar al dirigente soviético disidente Vladimir Bukosvki a cambio de la entrega de Corvalán. La decisión de aceptar esta propuesta recayó en la dirección del partido. La misma apoyó el canje excepto Volodia Teitelboim que tenía algunas dudas.
“En los hechos mi libertad fue limitada. No quedé libre en mi Patria, sino fuera de ella. Virtualmente me expulsaron de mi país el 17 de diciembre de 1976 después de permanecer preso 3 años 2 meses y 22 días” (Corvalán, 1997, p. 233).
Fuertemente custodiado, desde el campo de concentración fue conducido al aeropuerto de Pudahuel. Allí lo esperaba Roberto Kosak, representante del comité antigubernamental para las migraciones europeas. Junto a su esposa entraron directamente a la losa y al avión, sin cumplir trámite alguno.
“Desde que caí preso, los soviéticos dieron muestra de una gran preocupación por salvar mi vida y lograr mi libertad. Con tal motivo sus representantes alzaron la voz en todos los foros internacionales y pidieron la colaboración de muchos gobiernos. Estudiaron también la posibilidad de sacarme de la Isla Dawson, junto a los demás presos, en una operación militar submarina, de la cual desistieron una vez que tuvieron todos los antecedentes del lugar que hicieron fotografiar por satélite” (Corvalán, 1997, p. 234).
El intercambio se hizo en Ginebra con la presencia del embajador norteamericano en Chile, Nathaniel Davies, y una delegación soviética encabezada por Mijail Kudashkin, jefe de la sección latinoamericana del Departamento Internacional del Partido Comunista soviético.
Una vez trasladados a Minsk, capital de Bielorrusia, se encontró con sus dos hijas, Viviana y María Victoria, acompañadas de su cuñada Irma, quienes se encontraban en la Unión Soviética desde comienzos de ese año.
Los soviéticos retrasaron la noticia de su llegada y recién el 23 de diciembre fue recibido formalmente en Moscú por Leonid Ilich Brezhnev con lágrimas en los ojos. La noticia se dio a conocer internacionalmente. Para entonces ya se encontraban en Moscú Orlando Millas, Gladys Marín Millie, Volodia Teitelboim y Américo Zorrilla.
Doce días después del encuentro con Brezhnev, se realizó en el Teatro Rossía un mitin-concierto con el que el PCUS presidido por Víctor Grishin le dio la bienvenida. En la ocasión estaban presentes Andrei Kirilenko, Víctor Pelse y Boris Ponomariov del Buró político, el diputado finlandés Jacobo Sodermann, Presidente la Comisión Investigadora de los Crímenes de la Junta Militar; el uruguayo Enrique Pastorino, Presidente de la Federación Sindical Mundial; el italiano Antonio Lapicirella, Presidente de la Federación Mundial de la Juventud Democrática; los dirigentes socialistas, Clodomiro Almeyda y Adonis Sepúlveda; Jaime Estévez, del MAPU-OC; el Secretario General del Partido Comunista de Brasil, Luis Carlos Prestes y el Presidente del PC de Estados Unidos, Henry Winston.
Instalada en Moscú, la familia Corvalán visitó en primer lugar Sofía, donde estaban los restos de Luis Alberto. Posteriormente les esperaba Italia y luego otros países de Europa, donde recibieron efusivas muestras de solidaridad internacional. También visitaron Argelia, Etiopía, Vietnam, Mongolia, Cuba, Venezuela y México.
Corría el invierno de 1977, y mientras en Chile comenzaban las primeras manifestaciones contra el régimen de Pinochet que exigían la aparición de los detenidos-desaparecidos (estimados en más de 2.500), en Moscú se realizó la primera reunión del Comité Central del partido previamente elegido en el XIV Congreso Nacional de noviembre de 1969. Al pleno concurrieron 52 de sus 54 miembros que estaban fuera del país (originalmente eran 90, habiéndose producido en ese tiempo 7 fallecimientos, 6 asesinatos y 11 desapariciones) (Corvalán, 1997, p. 247).
Participaron de la ocasión además 10 invitados, entre ellos Juan Vargas Puebla y el compositor Sergio Ortega Alvarado, autor del himno El Pueblo Unido y Venceremos. En aquella reunión junto con acordarse en reducir el número de integrantes de la Comisión Política de 12 a 7, se acordó editar una revista de carácter cultural: Araucaria de Chile, bajo la dirección de Volodia Teitelboim.
“El pleno de agosto 1977 hizo una vigorosa denuncia de los crímenes cometidos por la dictadura, llevó a una nueva altura la solidaridad internacional con nuestro pueblo, promovió la acción conjunta de todas las fuerzas opositoras y fue el punto de partida de un esfuerzo colosal de miles de comunistas chilenos en el exilio, para ayudar y fortalecer al partido en el interior, contribuyendo a resarcirlo de los golpes recibidos” (Corvalán, 1997, p. 249). Además, por primera vez el partido abordó el tema militar en forma pública, planteándola como una cuestión de importancia política.
Hacia septiembre de 1980, con motivo de un acto de aniversario de la Unidad Popular llevado a cabo en Moscú, Corvalán señaló en su discurso que, ante lo impertérrito del régimen de Pinochet manifestado en la farsa del plebiscito de ese año para aprobar o rechazar la Constitución Política, “el pueblo chileno (…) sabrá descubrir en la lucha las formas específicas de expresión de su proceso democrático y revolucionario, dando paso, seguramente, a los más variados métodos que ayuden a desarrollar el movimiento de masas, aislar a la tiranía, aunar fuerzas, abrir perspectivas de victoria. Es el fascismo el que crea una situación frente a la cual el pueblo no tendrá otro camino que recurrir a todos los medios a su alcance, a todas las formas de combate que lo ayuden, incluso a la violencia aguda, para defender su derecho al pan, a la libertad y a la vida” (Corvalán, 1997, p. 275).
La invocación al derecho a la rebelión popular tuvo acogida buena acogida tanto en la izquierda chilena como a nivel internacional, logrando ágil publicidad en las páginas de Pravda en Moscú, Gramma de La Habana y otros medios. De este modo se fue cultivando la alternativa de la vía armada en el seno del partido, lo que dio inicio formal a la Política de Rebelión Popular de Masas y al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR).
Corvalán regresó clandestinamente a Chile en 1983 bajo la identidad de un profesor colombiano después de muchos preparativos. Se trataba de la “Operación Domingo” como se la conoció después en una revista soviética. Domingo fue su primer nombre falso. Nadie, excepto su familia, sabía de su regreso a Chile, haciéndose creer que estaba fuera de Moscú escribiendo un libro.
“Me atenuaron la curva de la nariz, me subieron los párpados y me estiraron la cara. Las tres operaciones en dos días con anestesia local. A través de la pantalla del televisor ví cuando el médico introdujo el bisturí en la fosa nasal con una mano, tomó en la otra un pequeño martillo y enseguida presionó con su dedo pulgar. Detrás de las orejas me tajearon la cabeza de arriba abajo, sacaron sendas lonjas de cuero cabelludo y luego juntaron y cosieron las partes separadas” (Corvalán, 1997, p. 221). Luego, le tiñeron las canas y tuvo que adelgazar para aparentar ser un hombre de unos 50 años.
A comienzos de la década de 1980 habían regresado a Chile: Oscar Riquelme, primer encargado del trabajo militar del partido antes del golpe militar; Oscar Azócar, Manuel Cantero; Gladys Marín; Eliana Araníbar, Eliana Ahumada, Víctor Cantero ; Hugo Fazio, Mario Navarro, Jorge Insunza, Luis Humberto Moya, entre otros. De forma legal, lo hizo el histórico ex Secretario del partido, Carlos Contreras Labarca.
Corvalán ingresó a Chile el 20 de agosto de 1983. Permaneció en una casa en El Quisco, Ñuñoa. En 1985 regresó nuevamente a la URSS para ser operado de una prostatitis, donde estuvo alrededor de 6 meses. Luego de dejar la Secretaría General del partido en mayo de 1989, se alejó de la política contingente aunque continuó siendo miembro del Comité Central. Corvalán propuso a Gladys Marín como su reemplazante para dicho cargo. Una parte de la militancia vio en esta propuesta la existencia de cierta rivalidad entre aquel y quien efectivamente emergió como Secretario General del PCCh, Volodia Teitelboim.
En 1993, ante la insistencia de algunos miembros del partido, se postuló a senador, sin hacer una buena campaña electoral.
“Tuve la oportunidad de conocer a Luis Corvalán durante su estadía en la casa de San Bernardo. Yo vivía a dos casas de la suya en calle Buenos Aires. Era una casa sin patio delantero, pero con un extenso sitio que sus habitantes se preocuparon de llenar de plantas, árboles y flores de distintos tipos. Casi llegando al fondo de esta propiedad se imponía una gran higuera que yo calculo habrá tenido más de cien, pues su tronco superaba los dos metros. Durante mi niñez, antes de que aquel sitio fuera cerrado y vendido, esa higuera era el paraíso de los zorzales y otros pájaros que se nutrían de sus frutos. También era el paraíso de los niños de la cuadra, que a su sombra instalábamos nuestra base de juegos. En tiempos que la familia Corvalán Castillo se instaló ahí, construyeron una piscina a un costado de este majestuoso árbol. Cuando la familia se fue, el terreno pasó a manos de la Autopista Central, quienes instalaron allí un burdo estacionamiento de autos. Demás está decir que éstos no estaban dispuestos a respetar dicho árbol, lo derribaron sin importarles su majestuosidad ni historia. Luis Corvalán y su familia se relacionaban poco con los vecinos de la cuadra. Asistían los domingos a la feria libre que quedaba a dos cuadras de su residencia. Muchos domingos y feriados eran aprovechados para hacer algunos encuentros, donde asistían amigos y camaradas. En más de una ocasión me tocó ver a Luis Corvalán sentado leyendo o tomando algunos apuntes. Supongo que en esa época escribía sus Memorias. Yo apenas tenía 12 o 13 años, era el año 1992” (testimonio del autor).
Luis Corvalán pasó sus últimos días en su residencia de calle Bremen, Ñuñoa. Se trataba de la residencia devuelta a su familia expropiada luego del golpe de Estado.
Falleció el 21 de julio de 2010 en su domicilio, acompañado por su esposa e hijas. Tenía 93 años y había sido dado de alta de la Clínica de la Universidad Católica, donde estuvo internado por una enfermedad respiratoria.
Sus funerales fueron organizados por el Partido Comunista sirviendo la sede del ex Congreso Nacional, Santiago, como espacio para su velatorio, el que congregó masiva asistencia. Militantes, políticos de distintas tendencias, intelectuales y pueblo se hicieron presentes para darle su último adiós.
Obra
Bibliográfica
- Luis Corvalán Lépez, Viví para contarlo, Santiago, Ediciones Tierra Mía, 2007. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, El gobierno de Salvador Allende, Santiago, LOM Ediciones, 2003. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, Conversaciones con Margot Honecker: la otra Alemania, la RDA, Santiago, Eds. Ical, 2000. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, De lo vivido y lo peleado: memorias, Santiago, LOM Ediciones, 1997. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, El derrumbe del poder soviético, Santiago, Editorial Los Andes, 1993. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, Santiago-Moscú-Santiago: apuntes del exilio, Dresden, Verlag Zeit im Blind, 1983. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, Tres períodos en nuestra línea revolucionaria, Dresden, Verlag Zeit im Blind, 1982. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, Chile: 1970-1973, Sofia Press, 1978. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, Escribo sobre el dolor y la esperanza de mis hermanos, México, Comité Juvenil Mexicano de Solidaridad con Chile, 1977. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “La revolución chilena, la dictadura fascista y la lucha por derribarla y crear una nueva democracia. Informe al Pleno, de agosto de 1977 del Comité Central del Partido Comunista de Chile…”. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “Recuerdos de mi lucha junto al pueblo: escrito en las prisiones del fascismo. Escrito en las prisiones del fascismo, 1976”, 1976. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, Lo internacional en la línea del PC, Santiago, Austral, 1973. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “Organizar la nueva agricultura para elevar la producción y el bienestar de los campesinos. Informe rendido al Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile…”, Santiago, Impresora Horizonte, 1972. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, Camino de victoria, Santiago, Sociedad Impresora Horizonte, 1971. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, Ricardo Fonseca: combatiente ejemplar, Santiago, Austral, 1971. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “El poder popular, única alternativa patriótica y revolucionaria (Informe al XIV Congreso Nacional del Partido)”, Santiago, 1969. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “La causa de Checoslovaquia socialista es la causa de los pueblos”, Santiago, Impresora Horizonte, 1968. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “Un partido comunista fuerte es garantía para el pueblo”, Santiago, Imp. Horizonte, 1967.
- Luis Corvalán Lépez, “Unión de las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas de América Latina”, Santiago, Impresora Horizonte, 1967. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “La lucha por la tierra”, Santiago, Impr. Horizonte, 1966.
- Luis Corvalán Lépez, “¡A combatir a todo sol y aire, al frente de las masas, por la conquista de un gobierno popular! Intervención de resumen del Pleno del Comité Central”, Santiago, Imprenta Horizonte, 1966. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “Seguir avanzando con las masas. Documentos del XIII Congreso Nacional del Partido Comunista de Chile. Folleto No. 1”, Santiago, Impresora Horizonte, 1965. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “Nuestra vía revolucionaria”, Santiago, Impr. Horizonte, 1964.
- Luis Corvalán Lépez, “Esta y no otra es la política de los comunistas. Discurso pronunciado en el Senado el 4 de agosto de 1964 por el Secretario General del Partido Comunista Senador Luis Corvalán”, Santiago, Impresora Horizonte, 1964. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “El último negocio de los latifundistas: discursos pronunciados por el camarada Luis Corvalán en el Senado de la República durante la discusión de la ley que el gobierno denomina de Reforma Agraria”, 1962. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “Hacia la conquista de un gobierno popular. Informe del Comité Central al XII Congreso del Partido Comunista de Chile…”, Santiago, Impresora Horizonte, 1962. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “Derrotemos al imperialismo y los gerentes. Pleno Nacional del Partido Comunista de Chile”, Santiago, Impresora [Horizonte], 1961. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “La línea de liberación. Informe del Comité Central al XI Congreso del Partido Comunista de Chile”, [Santiago], Imp. Lautaro, 1958. Disponible aquí.
- Luis Corvalán Lépez, “Discurso de resumen de los debates realizados en la sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista de Chile”, 1959, en Bernardo Araya, Unidad sindical y lucha ideológica, Partido Comunista de Chile, Santiago, 1959, pp. 39-56.
- Luis Corvalán Lépez, “La URSS y la guerra mundial”, Iquique, Libertad, 1939. Disponible aquí.
Cómo citar esta entrada: Lagos Mieres, Manuel Andrés (2022), “Corvalán, Luis”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org