DOPICO, Antonio María (seudónimo: Fernán Ricard) (Buenos Aires, Argentina, 1893 – Lanús Este, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1934).
Obrero vidriero, periodista y narrador de orientación anarquista individualista, luego anarco-bolchevique, activo en la prensa argentina entre 1913 y 1921.
Nació en el seno de una familia de inmigrantes españoles, de Pedro Dopico (empleado) y Josefa S. de Dopico, ama de casa. Antonio María es el segundo de cuatro hermanos, todos nacidos en Argentina: el mayor fue José; el tercero, Pedro y la cuarta, Elvira. Cursó el colegio primario en una escuela católica, mostrado afición por la literatura desde su adolescencia, cuando comenzó a borronear sus primeros poemas.
Desde 1913, con 17 años, colabora con breves ensayos en La Protesta con su nombre Antonio M. Dopico, pero poco después comienzan a aparecer notas con su seudónimo de Fernán Ricard. En mayo de 1914 se publica en las páginas de este diario una polémica con Blas Barri sobre pedagogía moderna. Ricard critica en dos notas el artículo de Blas Barri “Una mentira convencional: La bondad del niño”, resaltando que los problemas de conducta de los menores debían buscarse en el condicionamiento del medio social y educativo. Barri replica a favor de las tesis de la determinación biológica.
En 1914 está en Rosario codirigiendo la revista anarco-individualista Estudios. Pedagogía, sociología, crítica y arte (Rosario, 1914-1917) con José Torralvo y Enrique Nido. Dopico publica sus artículos con el seudónimo de Fernán Ricard y aparece con su verdadero nombre como administrador.
Acompaña desde el anarquismo la experiencia de la Revolución Rusa de 1917. Entre 1919 y 1921 registra una intensa actividad en revistas anarcobolcheviques como Prometeo (Buenos Aires, 1919), Cultura Libertaria. Publicación quincenal de sociología y arte (Buenos Aires, 1919), Mente. Publicación de crítica social (Córdoba, 1920), Nuevos Caminos (Avellaneda, 1920) y Cuasimodo (Buenos Aires, 1921).
Asimismo, colabora en El Trabajo. Diario de la mañana (Buenos Aires, 1921), de orientación «anarco-bolchevique».
En 1921 mantuvo una polémica filosófica con Carlos Astrada en las páginas de este diario bajo el seudónimo de Ricard. En una extensa nota publicada a lo largo de tres entregas, Astrada había vinculado la ética revolucionaria a la filosofía vitalista del catalán Eugenio D’Ors. Bajo el título “La razón pura y la dictadura. Un paralelo con Kant”, Ricard respondió sosteniendo que la ética anarquista debía atender a las circunstancias concretas y por ello no podía guiarse por el abstracto imperativo categórico de Kant. Astrada replicó en “La razón pura y el ideal revolucionario”. Comenzaba por concederle a Ricard la necesidad de flexibilizar las exigencias abstractas del imperativo kantiano para atender a las contingencias de la vida, aunque ello no debía eliminar la dimensión ética ni la autonomía de la voluntad señaladas por Kant. Al anarquismo empirista enfrentado al idealismo kantiano desde el que Ricard defendía la dictadura del proletariado, Astrada le contraponía ideales que no podían provenir de la empiria sino del “mito revolucionario”.
Ambos coincidían en la convergencia doctrinaria del anarquismo con la dictadura del proletariado, pero a ello el cordobés agregaba esa íntima ligazón entre el anarquismo y el mito vitalista.
Dos números después, Ricard le contestaba a Astrada en “Filosofía del hombre que trabaja y que lucha. El veneno ideológico”. Se trataba de una nueva defensa del empirismo en la que criticaba la autonomía de la estética defendida por Astrada en el ensayo sobre d’Ors. Una descripción de las precarias condiciones en las que vivía le permitía a Ricard concluir que no era posible para los trabajadores comprender filosofías tan complejas como la kantiana y que tanto la ética como el arte libertarios no podían perderse en formulaciones abstractas sino que debían insistir en la denuncia realista de las injusticias.
En este texto se presenta a sí mismo como un obrero intelectualizado:
Figuraos un obrero manual que sale de mañana para el trabajo y que regresa por la noche, rendido, agotadas sus fuerzas físicas y embotado el espíritu por los esfuerzos de atención realizados durante el día; figuraos una sala pequeña escasa de muebles, albergue modesto, incómodo, de la familia del obrero; […]. Ese obrero soy yo y las condiciones de vida son parecidas a las de todos los obreros. No tenemos comodidad ni tiempo para instruirnos, leemos a la disparada, en el tranvía, caminando por la calle, digerimos mal —no hay que asombrarse porque también digerimos mal el puchero—, el taller nos reclama, el tiempo urge, comidas y lecturas no siguen el proceso normal de la buena digestión en un ambiente de tranquilidad— las mil preocupaciones diarias no agotan. […]. Bueno, todo este preámbulo tiene por objeto lo siguiente: yo no sé nada, no tengo tiempo para leer y meditar, no conozco a los filósofos, carezco de cultura literaria, filosófica o científica”.
“Filosofía del hombre que trabaja y que lucha. El veneno ideológico. Para Carlos Astrada”, en: El Trabajo nº 31, Buenos Aires, 5/10/1921, p. 2.
Colaboró también en Los nuevos (Barcelona, 1916) con una serie de notas de condena de la guerra y en una publicación anarco-bolchevique uruguaya El Hombre. Semanario anarquista (Montevideo, 1916-1918), que dirigía el anarquista de origen español José Tato Lorenzo. También aparecieron textos suyos en publicaciones gremiales como El Constructor Naval (Buenos Aires, 1918) y El Obrero Vidriero (Buenos Aires, 1920-1921).
En 1918 publicó con su verdadero nombre la novela “La nostalgia del camino”, en la colección popular La novela para todos.
Falleció en Lanús Este, Provincia de Buenos Aires, en 1934 a la edad de 39 años a causa de una meningitis de origen bacteriano. Como otros anarquistas de su tiempo, era vegetariano.
Estaba casado con Victoria Ortega, oriunda de Andalucía. De ese matrimonio nacieron Horacio Dopico (1924-1978) y Sergio Emilio Dopico (1926-1998). La familia vivía en la calle Pichincha 740, Lanús Este, donde Antonio tenía su taller de vidriería.
Obra
Algunos artículos:
- Fernán Ricard, “La guerra actual y los anarquistas”, en Los nuevos nº 1 a 7, Barcelona, 1916.
- Fernán Ricard, “El proceso de las revoluciones. Maximalismo y democracia”, en Prometeo nº 1, Buenos Aires, agosto 1919, pp. 4-6.
- Fernán Ricard, “La unión revolucionaria. Organización y táctica”, en Mente nº 2, Córdoba, 1920, pp. 2-3.
- Fernán Ricard, “La razón pura y la dictadura. Un paralelo con Kant”, en: El Trabajo nº 17, Buenos Aires, 21/9/1921, p. 2.
- Carlos Astrada, “La razón pura y el ideal revolucionario”, en: El Trabajo nº 29, Buenos Aires, 30/9/1921, p. 2.
- Fernand Ricard, “Filosofía del hombre que trabaja y que lucha. El veneno ideológico. Para Carlos Astrada”, en: El Trabajo nº 31, Buenos Aires, 5/10/1921, p. 2.
- Los tres últimos reproducidos en: Natalia Bustelo y Lucas Domínguez Rubio (eds.), Carlos Astrada. Textos de juventud. De la revolución universitaria a la vanguardia filosófica (1916-1927), Buenos Aires, CeDInCI, 2021.
Libros y folletos:
- Con Teodoro Antillí, Enrique Nido, Rodolfo González Pacheco, A. Lantero, Fernando del Intento y José Torralvo, En la brecha, La Plata, Centro de Cultura Emilio Zola, 1916.
- Antonio M. Dopico, “La nostalgia del camino”, en La novela para todos nº 10, Buenos Aires, 1918.
- Fernán Ricard, Fundamentos biológicos de la anarquía, Buenos Aires, La Protesta, 1921 .
Cómo citar esta entrada: Tarcus, Horacio (2021), “Dopico, Antonio M.”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org